El optimismo del Presidente Maduro y sus esperanzas de entrar en una “nueva era” a partir del 20 de agosto no permearon al resto de la población. Por el contrario, los ciudadanos venezolanos están desconcertados. Temen por sus puestos de trabajo una vez que el Ejecutivo decretó un aumento de salario mínimo de 3.464% –que ningún empresario podrá afrontar–; buscan comida nerviosamente ante la posibilidad de que el aumento de precios de los productos sea mucho más meteórico –el Fondo Monetario Internacional calculaba en 1.000.000% la tasa de inflación a finales de 2018–; y no entienden cómo ahora el valor del bolívar –la moneda local– estará anclado al del petro, una criptomoneda creada por el gobierno cuyo valor depende del precio del barril de petróleo venezolano.

Se combinaron los ingredientes de una tormenta perfecta: Maduro anunció una batería de medidas que incrementan los impuestos, devalúan la moneda y aumentan el precio de la gasolina. Todo, en un contexto en el que la economía se ha reducido a la mitad durante los últimos cinco años, período en el que el PIB se contrajo casi 50%. Además, la producción petrolera cayó a 1,278 millones de barriles diarios, cifra un 40% inferior al promedio registrado en todo 2016, el nivel más bajo de las últimas tres décadas.

Claudia González es venezolana, vive en Chile hace cuatro años, es economista con un posgrado en Ciencias Políticas y Relaciones Internaciones de la Universidad Católica de Chile y conversa con «El Líbero» para explicar el impacto que el llamado Programa para la Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad tendrá en Venezuela y la región.

-Un salario mínimo no alcanzaba para comprar un kilo de carne en Venezuela, ¿eso va a cambiar con la implementación de estas medidas?

-Quitarle cinco ceros a la moneda no soluciona los problemas, eso tiene que estar acompañado de una política monetaria y fiscal seria de parte del Estado. Una de las cosas que es necesario entender es que el gobierno venezolano estaría absorbiendo toda la economía privada, básicamente durante los próximos 90 días, que es el tiempo en el que se están comprometiendo a pagar las nóminas de todas las empresas, cuando lo que hace falta en Venezuela es que haya incentivos para que la gente quiera producir más, propiciar mayor oferta de bienes y servicios en el país. Eso solamente ocurrirá con una política de ajuste cambiario que deje de ser tan restrictiva como lo es en la actualidad.

-La reconversión no es nueva, de hecho fue pospuesta, ¿por qué Venezuela está paralizada si ya estaba anunciada con anticipación?

-El tema es que no se sabía que venía en estos términos. El salario mínimo de un venezolano promedio hasta el jueves por la tarde era el equivalente a 570 pesos chilenos. El viernes eso pasó a ser el equivalente a 20.130 pesos chilenos aproximadamente, calculándolo al mercado negro que es al que tienen acceso todos los venezolanos. Cómo el empleador puede hacer frente a semejantes proporciones. Es como si en Chile hubiesen pasado el salario mínimo de 200.000 pesos a 7.000.000 de pesos. Fue un aumento de más de 3.000%. Todos sabíamos que había una reconversión que venía como el cuento del lobo. Efectivamente llegó y es mil veces peor de lo que nadie se imaginó. Nadie, ningún empresario en Venezuela pensó que tendría que aumentar el pago de su nómina en tal proporción.

-La reacción de los partidos políticos de oposición fue convocar a una paralización ¿Un paro nacional en este momento podría ser efectivo o es más bien un llamado efectista?

-Este tema va más allá de lo político. Los transportistas fueron unos de los primeros en decir que se iban a plegar al paro y lo justificaron diciendo que lo harían porque no saben cómo van a cobrar de ahora en adelante a sus usuarios. Hay un paro político, sí. Pero la mayoría de la gente simplemente va a parar por la incomprensión de lo que está pasando. En términos prácticos el país ya está paralizado ante la imposibilidad de resolver la complejidad de este ajuste. Cómo le pides a una empresa que reajuste toda su nómina en tres días. Es imposible.

Es como si en Chile hubiesen pasado el salario mínimo de 200.000 pesos a 7.000.000 de pesos. Fue un aumento de más de 3.000%. Todos sabíamos que había una reconversión que venía como el cuento del lobo. Efectivamente llegó y es mil veces peor de lo que nadie se imaginó».

-¿Este ambiente de incertidumbre es propicio para que se reactiven las protestas o las situaciones de violencia?

-Es complicado. La mayor complejidad es que la gente está concentrada en la búsqueda de comida. Hay gente en Venezuela que vive al día: lo que come es básicamente lo que logra conseguir ese día. Estas medidas lo harán es aumentar el hambre de la gente. El individuo común difícilmente se va a poder organizar si no hay liderazgo político. Y si no hay una vía de apoyo político que pueda canalizar todo ese malestar público lo que vamos a ver son protestas dispersas, pero no una convulsión del país generalizada.

-¿Las nuevas medidas económicas van a implicar que la migración venezolana aumente?

-Sí. Sin duda. Cada vez se complejiza más el panorama de hacia dónde y cómo pueden salir los venezolanos y si bien puede implicar mucha mayor migración,  primero se va a traducir en mucha más hambre dentro del país.

Lo que los familiares en el exterior envíen cada vez va a alcanzar para menos y los mecanismos para que quienes están dentro de Venezuela reciban estos recursos van a ser cada vez más difíciles».

¿Cómo se verán afectadas las remesas que envían los familiares en el exterior a Venezuela?

-Ese es el otro gran problema. Esta fue una devaluación mayor. Al anclar el valor nominal del bolívar al petro, lo que se hizo fue una devaluación del bolívar. Lo que los familiares en el exterior envíen cada vez va a alcanzar para menos y los mecanismos para que quienes están dentro de Venezuela reciban estos recursos van a ser cada vez más difíciles. Al final del día, lo que Maduro está haciendo es que la inflación proyectada sea más alta y continuar deteriorando la economía venezolana.

«Lo que están haciendo es casi un experimento social»

-¿Puede la economía de un país anclarse a una criptomoneda, en la que no confían los mercados internacionales y además relacionada a la producción petrolera que en Venezuela va en descenso?

-El tema es que el gobierno no ha explicado cuáles son los mecanismos a través de los cuales se asigna el valor del petro. Lo que están haciendo es casi un experiemento social. Quieren cambiar la psicología del venezolano con respecto a cómo piensan los precios. Intentan que la gente deje de pensar en bolívares y piensen en petros para que se vea menor el valor y no sientan tanto la inflación; pero si no acompañan eso de una política monetaria responsable y de una política fiscal responsable, si no se incentiva el aparato productivo del país todo queda en la nada. Lo peor es que nada garantiza que la gente va a dejar de anclarse al dólar para anclarse al petro. Hoy el gobierno lo que hace es castigar aún más a la empresa privada y no hay incentivos para la producción nacional. Pareciera que más que una política neoliberal es un intento de absorción de la empresa privada y esa es otra de las prácticas de un proyecto de vocación totalitaria.

-El Estado va a asumir las nóminas de las pequeñas y medianas empresas; más la suya propia, esto no quebraría más a Venezuela, siendo que la industria petrolera ya no está inyectando suficientes divisas a la economía.

-Sin duda. La gran pregunta es de dónde va a sacar el gobierno para pagar a todas esas empresas de forma efectiva y rápida. A la gente no le sirve que le paguen ese dinero dentro de tres meses, como ha pasado con el gobierno que tiene todas sus deudas y todos sus pagos atrasados. Todas las cuentas del gobierno están en una caja negra. Nadie sabe si tienen capacidad de pago.

Hay que mirar las medidas económicas con ojos cautelosos. Sobre todo para los países de la región, considerando lo que puede provocar en temas de hambre generalizada dentro del país».

-El gobierno admitió que tuvo que recurrir a la emisión arbitraria de dinero, lo cual ha sido una constante, ¿qué consecuencias tiene esto en una economía cuya inflación se calcula en 1.000.000% a finales de 2018, según el FMI?

-Ricardo Hausmann, ex ministro de Planificación en la era democrática de Venezuela y hoy director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, dijo que la inflación proyectada ya va por 44.000.000% al año. Es una locura. No hay ningún incentivo para que las empresas y la economía venezolana puedan producir saludablemente.

–¿Estas medidas pueden aplicarse en un ambiente en el que el sector empresarial ha sido constantemente golpeado, en el que los ciudadanos no tienen confianza en el gobierno y en el que el petro es ilegal si se consideran las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos’.

–Esto es completamente insostenible. La cosa es que Venezuela siempre consigue un nuevo fondo. Habría que ver cuál es la capacidad de organización de la oposición. Si la oposición no sabe canalizar todo el descontento político lo que vamos a tener es un estado fallido, del que va a huir masivamente la gente y en el que van a quedar en el poder unos 15 o 20 narcotraficantes que van a hacer lo que les dé la gana con el territorio que tienen. Hay que mirar las medidas económicas con ojos cautelosos. Sobre todo para los países de la región, considerando lo que puede provocar en temas de hambre generalizada dentro del país. La consecuencia será un éxodo masivo de venezolanos que se van a desperdigar por la región.