Como ministro de Interior le correspondió liderar la búsqueda de un acuerdo para sentar las bases del proceso constituyente tras el estallido del 18-O. Hoy, desde una candidatura para ser parte de la Convención Constitucional, Gonzalo Blumel busca que se respete ese acuerdo y critica a quienes plantean saltarse las reglas para la elaboración de una nueva Carta Magna.

«Hay sectores que nunca se han sentido cómodos con el proceso constituyente, que es altamente participativo e institucional», dice sobre las posturas de los también candidatos Marcos Barraza (PC) y Fernando Atria (FA). Con ambos ha sostenido un debate epistolar en El Mercurio y hoy profundiza su postura con El Líbero. «Insistir en esos cambios contribuye a erosionar la legitimidad de los constituyentes y esa legitimidad tenemos que cuidarla como hueso santo porque es lo único que permite garantizar que llegue a buen puerto este procesos constituyente», plantea.

-¿Por qué usted reaccionó en una carta ante la postura de Marcos Barraza y Fernando Atria quienes plantean alternativas para evitar llegar a acuerdos con quórum de dos tercios en la Convención Constitucional?

-Cuando uno ve estas posturas, queda la impresión que no son casualidad, refleja que hay sectores que nunca se han sentido cómodos con el proceso constituyente, que es altamente participativo e institucional. Son los mismos sectores que se restaron del acuerdo, que votaron en contra de la reforma constitucional que habilitaba el proceso constituyente. Acuerdo y reforma que fueron suscritos por todas las fuerzas democráticas salvo el Partido Comunista y algunos actores del Frente Amplio y han estado permanentemente abogando por la modificación de partes fundamentales del acuerdo. Por eso hicimos ese llamado con Hernán Larraín a abandonar esa actitud, respetar las reglas del juego y buscar de buena fe los acuerdos que permitan tener una buena Constitución. 

-¿Cuál es su postura ante los dichos de Atria y Barraza?

-Hay que distinguir entre lo que propone Atria y Barraza. Atria propone una forma más solapada de desconocer la regla de los dos tercios, que es convocar a un plebiscito cuando no se alcance este quórum y el problema que tiene eso es que establece un incentivo para bloquear los acuerdos, porque habrá una salida alternativa y lo que debiera intentar buscar permanentemente la Convención es una construcción amplia de acuerdos por dos tercios porque es lo que permite tener acuerdos moderados y ámpliamente representativos de la sociedad. Por lo tanto, es una forma solapada de matar el quórum de los dos tercios. El caso de Barraza es distinto, él derechamente dice que va a la Convención a cambiar la regla de los dos tercios. O es mala fe respecto al acuerdo constituyente, o bien desconocimiento respecto a la diferencia entre lo que es una ley y una reforma constitucional, porque las constituciones siempre son supramayoritarias porque lo que hacen es definir derechos e instituciones esenciales que buscan reflejar las grandes mayorías, pero también protegiendo las minorías. Esa es la base del constitucionalismo moderno. No por nada Rousseau, que probablemente a alguien de la izquierda no le incomoda escuchar, decía que mientras más relevante sea una deliberación, más unánime debe ser la opinión predominante

Insistir en esos cambios contribuye a erosionar la legitimidad de los constituyentes y esa legitimidad tenemos que cuidarla como hueso santo».

Es cosa de mirar experiencias de procesos constituyentes de los últimos años: Sudáfrica el 91, Túnez el 2014 o en Bolivia, todos esos procesos fueron con quórum de dos tercios. Incluso, hay algunos procesos constituyentes, como el de Islandia, donde se ha buscado encontrar propuestas por unanimidad.

-Barraza se refiere a usted diciendo que representa a un sector que «trató a toda costa evitar la Convención Constitucional» siendo que desde el gobierno usted fue uno de los encargados de lograr el acuerdo del 15-N

-Es una crítica basada en el desconocimiento o en la mala fe. Primer, el PC nunca quiso una salida institucional a la crisis, al día siguiente del 18 de octubre pidieron la renuncia del Presidente, promovieron un quiebre institucional, se restaron de todos los diálogos, incluyendo uno al que yo convoqué como ministro del Interior para buscar puentes de entendimiento para superar la crisis. Asistió la gran mayoría de los partidos desde Chile Vamos hasta el Frente Amplio y se restó el Partido Comunista, pese a que fue invitado. Además, hicieron todo lo posible para que el acuerdo del 15 de noviembre no prosperara. Ellos acusaron de cocina, que se le daba la espalda al pueblo, etc. Además fue público que me tocó asumir la responsabilidad de buscar un acuerdo político para superar la crisis. De hecho, la noche del 10 de noviembre, previo al acuerdo, nos reunimos con el Presidente y los partidos de Chile Vamos donde se decidió que el gobierno y Chile Vamos se iban a abrir a buscar un acuerdo constitucional y que se iba a mandatar al ministro del Interior, que era yo, a liderar la negociación. De hecho, el día siguiente, el lunes 11 de noviembre, me reuní con mucha gente, con las comisiones de Constitución de la Cámara y del Senado, donde tuvimos muy buenas reuniones para empezar a sentar las bases de lo que podría ser un eventual acuerdo y el PC se restó de esas conversaciones.

-¿Tuvo conversaciones con el Partido Comunista en esos momentos?

-No hubo muchas conversaciones con ellos, salvo algunas informales que tuve con algunos actores, pero ellos públicamente se restaron de todas las instancias. Lo mismo hicieron para las conversaciones del 11 y después, la misma noche del 12 de noviembre, tras una jornada tan compleja cuando hicimos un llamado a la paz y una nueva Constitución, me reuní junto a Claudio Alvarado con Felipe Harboe, que era presidente de la comisión de Constitución del Senado, y con Jaime Quintana, que era presidente del Senado, para sentar las bases del acuerdo que se materializó el 15 de noviembre, y que no fue suscrito por el PC. Por eso, ese tipo de críticas refleja una actitud bastante permanente, en el caso del PC, que es tergiversar los hechos históricos.

-¿Cuáles son las razones de fondo que ves en estas propuestas? De hecho ya han empezado a instalar el tema del plebiscito.

-Creo que la razón de fondo es que no se sienten cómodos con el proceso constituyente, que es altamente institucional, reglado y participativo y porque, posiblemente, intuyen que no tendrán una representación suficientemente elevada el 15 y 16 de mayo y eso obviamente va a incidir en una menor presencia en la Convención que la que ellos esperarían tener. Uno entiende la frustración porque ellos no fueron parte de estos acuerdos. Hay que tener a la vista que las reglas de este proceso, que ya partió, contó con el respaldo de casi el 80% de quienes votaron en el plebiscito del 25 de octubre. Por lo tanto, para insistir en cambios en las reglas fundamentales, hay que considerar, primero, que esos cambios escapan del alcance de la Convención. La Convención no tiene facultades para cambiar los quórum y las reglas fundamentales tal como lo establece la misma reforma constitucional en el Capítulo XV que habilitó el proceso constituyente. Segundo, insistir en esos cambios de una norma que fue aprobada hace más de un año contradice lo que el mismo Congreso aprobó después de un acuerdo muy complejo, que fue un trabajo muy intenso de la mesa técnica constituyente.

Insistir en esos cambios contribuye a erosionar la legitimidad de los constituyentes y esa legitimidad tenemos que cuidarla como hueso santo porque es lo único que permite garantizar que llegue a buen puerto este procesos constituyente.

Ese tipo de críticas refleja una actitud bastante permanente, en el caso del PC, que es tergiversar los hechos históricos».

-¿Existe la posibilidad que se hagan ciertas alianzas entre quienes empujan estos cambios y los parlamentarios y, así, hacer reformas que incidan en las reglas de la Convención Constitucional, pero a través del Congreso?

-Creo que no va a haber una mayoría de dos tercios en el Congreso para alterar las reglas fundamentales del proceso constituyente. Lo que he visto, mayoritariamente, es que las fuerzas políticas han llamado a respetar las reglas del juego. Cambiar las reglas es dinamitar el mismo proceso constituyente. El llamado que hago, que hemos hecho en Evópoli, es que respetemos las reglas de esta oportunidad institucional que nos dimos de hacer una nueva Constitución que nos permita superar la crisis y recomponer las bases de nuestro pacto social.

-Felipe Harboe (PPD) dijo a El Líbero: «Me parece que lo que debieran hacer los candidatos, por lo menos, es intentar respetar las normas” y el constitucionalista Arturo Fermandois: “Me parece sano que quienes discrepan de las reglas que rigen el proceso constituyente, lo transparenten ante sus electores». ¿Cómo ve este escenario como la previa a la misma Convención?

-El respeto de las reglas democráticas es la esencia del buen funcionamiento de una democracia y en el caso de la Convención, mucho más aún… un proceso que partió en un momento muy complejo y convulsionado, es muy delicado erosionar su legitimidad, hay que cuidarla muchísimo y hacer los máximos esfuerzos para que se respeten las reglas y funcione bien la Convención. No solo eso, también hay que abandonar esa lógica de confrontarnos como buenos y malos en el debate político que es lo que muchas veces impulsan desde la izquierda más radicalizada. El no respeto por las reglas y la deslegitimación moral del adversario político es la base de la destrucción del sistema democrático.

-El actual debate que se ha dado se suma a lo dicho por el PC de «rodear la Convención»…

-Es inaceptable, es poco democrático, el mismo Barraza dijo que era una metáfora que él suscribía plenamente. La idea de influir en la deliberación por medio de la amenaza y el amedrentamiento es algo que no se puede aceptar, espero que ellos recapaciten. Cuando uno acepta participar del juego democrático tiene que renunciar a la violencia, a la coacción y tiene que suscribir un compromiso pleno con las reglas del juego, esa es la base del funcionamiento de una democracia liberal.

El no respeto por las reglas y la deslegitimación moral del adversario político es la base de la destrucción del sistema democrático».

-¿Cree que se está buscando instalar una Convención ilimitada como plantean en su carta de ayer con Hernán Larraín Matte? También se ha dicho que tras estas propuestas se querría instalar una Convención soberana. ¿Cuáles son los riesgos de aquello?

-Es que eso no es posible, aunque algunos lo planteen, eso no es posible porque es incompatible con la Convención híbrida que nos hemos dado que tiene un mandato definido, exclusivo, plazo acotado, donde el Estado de Derecho sigue vigente y además, donde existen contrapesos institucionales. La Corte Suprema va a jugar un rol de árbitro ante las controversias que surjan en la aplicación de las mismas reglas. Por eso desde el exterior este proceso es seguido con mucho interés como lo planteó Bruce Ackerman, uno de los más destacados constitucionalistas a nivel mundial. Si el proceso chileno tiene éxito va a ser un ejemplo para muchos países.

-Cuál es el rol que usted busca cumplir en la Convención, de salir electo.

-Más que un rol personal, espero jugar en equipo con los constituyentes de Evópoli que van a llegar a la Convención. Hemos hecho propuestas en materia de reglamento, en contenidos, etc. Espero poder aportar en cuidar la legitimidad y también la deliberación para tener un buen debate que permita llegar a acuerdos. Me considero una persona con convicciones muy claras, pero con vocación de diálogo y dispuesto a llegar a acuerdos.

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