Aún se encuentra fresco en la memoria colectiva el serio traspié que sufrió Renovación Nacional el año pasado, al ser rechazado en el Congreso el nombramiento del exdiputado Gonzalo Fuenzalida como ministro titular del Tribunal Constitucional (TC). No obstante, todas las advertencias formuladas desde la misma coalición y la sociedad civil, en cuanto que el referido candidato no reunía las condiciones para ser designado en tan alto cargo, RN insistió majaderamente en su nombre.

Ahora, ad portas de la nueva votación para llenar el cargo vacante, los fantasmas de un bochorno político vuelven a aparecer en la oposición. En esta oportunidad, el nombre que será propuesto corresponde al del ministro suplente del TC, Manuel Núñez. Más allá de sus credenciales académicas, su postulación amerita algunas reflexiones, pues los alcances de esta decisión van más allá del partido político que lo postula (RN), ya que puede traer graves consecuencias para la centroderecha en su conjunto.

En primer lugar, el nombramiento de un ministro suplente como titular significa alterar los frágiles equilibrios que existen en el TC. En efecto, implicaría perder automáticamente al único ministro más cercano a la centroderecha que existe dentro de los dos suplentes, porque al señor Núñez aún le quedan dos años en el cargo; y es evidente que dicha vacante no va a ser proveída por el Ejecutivo. Se “desvestiría un santo para vestir a otro”, lo que sería una torpeza política mayor. ¿Quién asumirá la responsabilidad política en RN?

En segundo lugar, es altamente probable que este sea el último nombramiento que se haga directamente por el Congreso, bajo la actual Constitución, considerando las modificaciones que se le van a hacer al sistema de nombramiento de los miembros del TC en el nuevo texto constitucional. De ahí la importancia de nombrar a alguien que -propuesto por RN- concite el apoyo de todo el sector. En este sentido, no se entiende la soberbia con que actúan algunos parlamentarios de RN, insistiendo con este nombramiento, y, al mismo tiempo, tampoco se explica falta de liderazgo de la actual directiva. ¿Quién manda en RN? La respuesta está por verse.

En tercer lugar, la falsa creencia de que el candidato propuesto por RN votaría conforme a los principios y valores del sector, lo que no es correcto. En efecto, el señor Núñez ha dado vuelta numerosa jurisprudencia en el TC, rechazando requerimientos formulados por parlamentarios de Chile Vamos y votando junto con el Frente Amplio en muchísimos temas. ¿Qué dirían las bases de RN? Ni mencionar la carta que firmó junto a los señores Atria, Bassa y otros 200 profesores de izquierda, condenando la actuación de las fuerzas policiales durante las jornadas de violencia del 18-O y respaldando el trabajo realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, cuyo desempeño durante este período fue de triste recuerdo. ¿No me creen? Pregúntenle a su exdirector ejecutivo, Sergio Micco.

El ex presidente del TC, Juan José Romero, advertía recientemente sobre la importancia de llenar los cargos vacantes en el TC. En eso hay amplio consenso. Pero el nombramiento del señor Núñez, sin cuestionar sus méritos personales y profesionales, constituiría un golpe mortal al prestigio del TC en momentos que se tramitan causas importantes -como el requerimiento contra la CAM- y le provocaría un daño inconmensurable a RN dado que Núñez no contaría con el suficiente respaldo en el Senado, y se expone a un traspié de proporciones … ¡por segunda vez y en el mismo tema!

La unidad del sector, la dignidad de RN y el prestigio del TC descansan sobre los hombros de la directiva del partido. ¿Estarán a la altura de lo que el país, el sector y el partido demandan? Aún están a tiempo en RN de desactivar este nombramiento autoexplosivo.

*Francisco Orrego es abogado.

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