Los espacios de poder y de toma de decisiones siguen siendo terrenos altamente masculinizados. Si bien en la última década han existido cambios en esto, lo cierto es que las políticas de género o las decisiones paritarias siguen entrando, por decirlo de una manera, a la fuerza.
Es por eso que cabe discutir cómo podemos aspirar a una sociedad plenamente democrática si aún se perciben diferencias de género en la política. Es importante seguir abordando el tema porque es la política la encargada de regular la tensión social.
Los conflictos políticos se resuelven mediante una decisión obligatoria que involucra a todos los miembros de la comunidad. El carácter vinculante es lo que lo diferencia de otro tipo de mecanismos de regulación social. En ese sentido, es rol de la política hacerse cargo de las diferencias que incluso, al día de hoy, existen en materia de participación política de mujeres.
Por otra parte, los contenidos ideológicos están en los movimientos y en los partidos. Por lo tanto, son ellos los que tienen que tomar nota para avanzar a una cultura política de no discriminación, entre ellas, la de género. La política como acción colectiva busca reducir el riesgo de desintegración social y es por tanto fundamental tomar en cuenta los temas de paridad y de participación.
La política puede contemplarse como un seguro colectivo que las comunidades asumen contra la amenaza. En sociedades divididas por creencias, intereses y recursos, la política es ante todo constructora de sociedad, por lo tanto, es necesario establecer desde el ámbito público y privado una lógica de acción que termine con las desigualdades de género.
A su vez, es fin de la política resolver conflictos, por lo tanto, es rol de ella equilibrar la balanza cuando se hace evidente la postergación de las mujeres en la toma de decisiones o en los espacios de poder.
Para todo proyecto político es un desafío superar las lógicas de discriminación y por cierto erradicar discursos y prácticas que generen atisbos de diferencias entre hombres y mujeres.
No se trata de politizar una causa, sino que se trata de tomar conciencia y analizar qué factores hacen que algo genere ciertas diferencias, qué grupos o actores sociales son protagonistas, qué argumentos existen para generar brechas y qué sentido implica tomar decisiones que equilibren la cancha.
Dicho lo anterior, ¿qué se torna importante para proyectos políticos en una sociedad democrática? Se torna importante el valor de lo auténtico, en espacios donde sobre existen imágenes artificiales, miedos y frustraciones, algo auténtico y natural es que no existan diferencias de género en los espacios políticos y de toma de decisiones.
Finalmente, nuestro proyecto político, el de Amarillos por Chile, concibe una sociedad pluralista, donde todos tienen su espacio y derechos, que prohíbe toda discriminación, violencia o abuso, y que por ende comprende lo social, lo ideológico, lo cultural, lo étnico, lo político, lo económico y el género.
Los derechos individuales y sociales implican obligaciones para con los demás y la comunidad. Así, derechos y deberes son parte de la vida en sociedad.
*Pilar Peña D´Ardaillon, Cientista política. Vicepresidenta Amarillos por Chile