Este lunes se cumplieron 10 años de aquel día en que se elegiría por primera vez a un Papa del continente americano, el Papa Francisco. Es una buena ocasión para revisar algunas claves económicas de su magisterio.

Justamente es uno de los platos fuertes de su enseñanza social. Al contrario de lo que se piensa, no se opondría al capitalismo, a los empresarios y la creación de riqueza, sino que es un Papa que reivindica ciertas formas de economía de mercado, para crear riqueza. 

El Papa recurre al ejemplo franciscano, sosteniendo que “la primera economía (social) de mercado nació en el siglo XIII en Europa en contacto cotidiano con los frailes franciscanos, que eran amigos de esos primeros comerciantes. Esa economía creaba riqueza, ciertamente, pero no despreciaba la pobreza”

Francisco piensa que “los grandes retos de nuestra sociedad no se superarán sin buenos empresarios. Os animo a sentir la urgencia de nuestro tiempo, a ser protagonistas de este cambio de época”.

Tanto confía el Santo Padre en la actividad empresarial que los motiva a usar su “creatividad e innovación” para “crear un sistema económico diferente, en el que la protección del medio ambiente sea un objetivo directo e inmediato de tu acción económica”, porque “un empresario que no tenga creatividad, no es un buen empresario. Crezcan en creatividad”

En línea con su predecesor, enseña que la actividad empresarial debe “incluir siempre el elemento de gratuidad”, porque “la empresa es una comunidad de trabajo en la que todos merecen un respeto y un aprecio fraternal por parte de los superiores, colegas y subordinados. El respeto del otro como hermano debe extenderse también a la comunidad local en la que se ubica físicamente la empresa”, motivando a que sea “un modo habitual de actuar, fruto de profundas convicciones por parte de todos”, según señaló en una Conferencia de UNIAPAC en 2016.

Ese mismo llamado es el que le hizo a los jóvenes al convocar The Economy of Francesco, el “más grande movimiento de jóvenes economistas y empresarios del mundo”, “donde san Francisco y los primeros frailes (…) propusieron una nueva economía radical a los líderes económicos de su época”. Allí, en septiembre pasado, “miles de jóvenes economistas y empresarios han razonado sobre la creación de una nueva economía y han escrito y firmado un Pacto para reformar el sistema económico global con el fin de mejorar la vida de todas las personas”.

Justamente, a los empresarios que formamos parte de UNIAPAC, nos invitó un mes después “a considerar una nueva alianza con los jóvenes que han creado y han trabajado en este Pacto” para, “juntos, dar forma a ‘una nueva economía para el bien común’”

Un concepto central de su magisterio es la promoción de la “noble vocación empresarial”. Ya en su primer año de pontificado enseñó que “la vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida”, para “servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo” (Evangelii Gaudium, 2013, 203); y en Laudato Si(2015, 129) agregaría que esta vocación está “orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos”, y que “la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común”, ideas que reiterará durante la pandemia (cfr., Fratelli Tutti, 2020, 123). 

Los invito a reflexionar estas palabras para ponerlas en práctica en nuestras empresas y en el proceso constituyente que iniciamos este mes. Esperamos que en el nuevo texto constitucional se reconozcan la responsabilidad cívica de la empresa, y el rol de la sociedad civil en la promoción de los derechos sociales, con miras a recomponer nuestro tejido social.

* Francisco Jiménez Presidente USEC, Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos

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