Ya hace varios años comenzó un deterioro, sobre todo en la calidad de la política y sus actores, lo que ha llevado a tener una democracia menos efectiva frenando el desarrollo.

El funcionamiento del sistema político depende fundamentalmente de la fortaleza de sus instituciones, y del comportamiento de los actores de la esfera política. Esto requiere de liderazgos y líderes que no se guíen por las exigencias de la propaganda, sino por las opciones de fondo. En este sentido, los dirigentes políticos deben enfrentar a diario y decidir respecto cada tema, si conviene buscar acuerdos transversales, o confrontar agresivamente a los adversarios para exhibir sus debilidades y así ganar puntos electorales.

¿Qué ha ocurrido?

La violencia ejercida y destrucción no solo de instalaciones sino de la calidad de la educación en nuestros colegios públicos emblemáticos es un factor gravísimo que frena futuro, frena desarrollo, y quema ilusiones.

La violencia y destrucción desatada el 18-O generó pérdidas millonarias del patrimonio de los chilenos, contribuyendo también a paralizar lo logrado en crecimiento y desarrollo. 

La pandemia que fue exitosamente combatida en Chile -un ejemplo en el mundo- impactó en nuestro desarrollo y en el bienestar de los chilenos.

El proceso constituyente fallido y sus intentos refundacionales contribuyeron a detener las inversiones, por la incertidumbre institucional generada.

No podemos seguir perdiendo tiempo. Ello requiere un cierto orden. Debemos enfrentar reformas: tributaria, pensiones, salud, educación como también en materia de seguridad. 

Cada reforma se debe acordar y dialogar con todas las partes involucradas que serán afectadas, para llegar a un consenso, ojalá previo a enviarlo al Parlamento.

Esto requiere de algunos elementos:
1.- Despojarse del componente ideológico y ser pragmático. 

2.- El objetivo de la reforma debe estar claro, cualquiera sea. Chile necesita reglas de juego claras, bajar los niveles de incertidumbre tal de atraer inversiones. La región está con un muy mal desempeño político y económico, y Chile podría ser un lugar seguro para invertir. La ideología que nos gobierna lleva a confundir/se con los motes del neoliberalismo. Nosotros tenemos una economía de mercado regulada que se debe mejorar.
En este caso no se le da valor a la inversión, a la importancia de las reglas del juego, a la mayor certidumbre que se requiere.

3.-  Dialogar con todos los sectores que serán afectados por las reformas, medir las consecuencias para cada sector que impactan en otros. Esto no se hace con profundidad y con el objetivo de escuchar y modificar el proyecto. Se nota la superioridad moral que caracteriza hasta hoy al Gobierno y que lo ha llevado de derrota en derrota, cuando  el diálogo no está para escuchar sino para imponer. No culpemos a otros de derrotas producto de la falta de acuerdos transversales.

4.- La proactividad es necesaria en estos momentos en toda la clase política y la oposición. Es decir, cada sector debe aceptar la legitimidad del otro, escuchar sus sugerencias y estar dispuesto a aceptar soluciones intermedias negociadas, que serán subóptimas desde cualquier perspectiva, pero garantizarán la gobernabilidad que el país necesita.

Las decisiones son siempre políticas, pero tienen que estar sustentadas en antecedentes y consideraciones técnicas y científicas suficientes. Esto derriba mitos.

No perdamos más tiempo. Construyamos un futuro sustentable en orden y con orden. 

Iris Boeninger. Economista, miembro del comité político de Amarillos por Chile

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