Este comedor se permite dar un giro al común de los restaurantes de hotel. En esta nueva etapa (que completa apenas cinco meses) buscan desmarcarse del grueso de estos establecimientos, proponiendo un restaurante que mira a la calle, con menú en pizarra, comida sencilla y un ambiente desenfadado y coloquial que invita a aflojar la corbata.

​De los entrantes destaca un surtido de empanadas de buena fritura en tres versiones. La de locos, con trocitos bien cocinados y que generan un relleno sabroso. La de carne, que evidencia una cocción lenta al vino tinto; y la de ají de gallina, más tímida en picor, pero igualmente sabrosa y nada seca, uno de los puntos débiles de otras versiones que llevan este mismo rótulo.

Un destacado crisol de productos marinos es lo que propone su Tabla del Mar, ideal para compartir, que compila pulpo confitado -con tostado final en parrilla-, ceviche -con una crema sabrosas y trozos de pescado bien aliñados-, tartar de atún casi sin intervenciones ni aliños -una nota de aceite de sésamo le quedaría perfecto- y anillos de calamar con una salsa atomatada ligeramente especiada.

De los fondos, abre los fuegos un platillo impecable en su sencillez: Pollo al limón con arroz cremoso, que entrega visos nostálgicos pues, como decía Da Vinci, en la simpleza está la más extrema de las sofisticaciones. Los montajes son sencillos pero los platos son pródigos en sabor. Experiencias para el comensal de a pie y para oficinistas del sector.

Otro fondo, esta vez del mar. Trucha con puré de papas, cocinada a la perfección y que casi no requiere añadidos. Además, probamos sus pericias asando carnes, en este caso una Entraña con vegetales grillados y papas. La carne a punto llegó a la mesa con la cocción solicitada.

Para el final, un plato para cucharear entre varios. Se trata de la misteriosa y golosa receta de Flan Cubano, que no es ni flan ni proveniente de la isla del Caribe. Transita entre un mousse de tres leches con lascas de almendras y conviene echarlo a pelear con la intensidad de un ristretto.

A pesar de que este comedor tiene una capacidad cercana a las 200 personas entre salón y terraza, durante los almuerzos de días laborales conviene reservar. Sencillez en los montajes, buenos precios, una atención esmerada y platillos que se despachan con celeridad son atributos de sobra para visitar a este comedor enclavado en un agitado sector de Las Condes en su triple frontera con Vitacura y Providencia. Precio promedio por persona: $18.000.

Quotidien Bistro. Hotel DoubleTree by Hilton, Av. Vitacura 2727 (ver mapa). Tel. 22 587 7000. Abierto todos los días del año de 12:00 a 00:00 horas. Más información: www.doubletreebyhilton.cl