Estimados lectores. Este es el rating de los canales de TV desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre de 2016:
Mega 9,8
CHV 6,0
TVN 5,5
Canal 13 5,4
Esa es la realidad de la industria televisiva. Hace 10 años muy pocos reconocían que veían televisión. Hoy, en cambio, ya no es un placer culpable y hasta el más intelectual de los chilenos dice ver la pantalla chica. En los primeros cafés de la mañana no es raro escuchar a dos ejecutivos de bancos diciendo “¿Viste el Contacto de ayer? Se pasó”, o “Yo nunca he visto teleseries, pero Señores Papis es muy buena».
Y es que la tele se ha transformado en el segundo tema más importante de conversación de todos los chilenos, dejando en tercer lugar a la política, y siendo superado sólo por el fútbol.
Y como hablar de fútbol por estos días está complicado, la televisión ha pasado a ser, creo, el tema más recurrente, regalándonos momentos para debatir con nuestra familia y compañeros de trabajo y ayudándonos a evadir los problemas y pasar las penas.
Considerando todo este boom, me cuesta entender lo que está pasando en la industria de la televisión. Y aquí quiero detenerme en el que considero es el despido más surrealista de los últimos años, pues entiendo que duró menos de 40 segundos. Eso es lo que se demoraron en decirle en Canal 13 a Jaime de Aguirre «muchas gracias, que le vaya bien». Cuando a un hombre de esa envergadura, que sabe de televisión y que tiene una tremenda experiencia como ejecutivo, lo sacan después de sólo cuatro meses de trabajo, da para extrañarse. Sin conocer la interna, me olió muy raro (sin embargo, me pareció esperanzadora la llegada de Alejandra Pérez Lecaros a la dirección ejecutiva del canal. Es una gran periodista, tiene la experiencia en el mundo de la televisión, y le deseo el mayor de los éxitos).
Buscándole alguna explicación razonable al asunto, llegué hasta a soñar con el tema. En el sueño, Ricardo Solari, presidente del directorio de TVN, había puesto a andar la grúa y se había levantado a De Aguirre para llevárselo a dirigir el canal de todos los chilenos. El tema del despido en 40 segundos era sólo un disfraz de lo que estaba ocurriendo realmente. Pero desperté y me di cuenta que sólo había sido un bonito sueño, porque en Bellavista siguen los mismos de siempre. Esos que en 24 meses, y de forma descabellada, acumularon casi 40 mil millones en pérdidas.
Tiendo a pensar que en cualquier industria si un equipo ejecutivo pierde cifras como las que les cuento, el accionista llega al directorio y les dice: «muchas gracias señores, pero les hemos dado bastante tiempo para remontar la situación, por lo tanto vayan a trabajar en lo suyo» (en el caso de los directores de TVN, en lobby político). Pero acá no pasa eso.
Soy descarnado al referirme a TVN, porque me angustia la situación. Hay un dicho muy simple: la culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho. Y esta vez me cuesta hacer la crítica porque le tengo un respeto enorme al ministro Marcelo Díaz. Creo que no hay trabajo más difícil hoy en Chile, que ser el vocero de la Presidenta Bachelet. Ahora, hago la siguiente reflexión: ¿Por qué TVN depende del Ministerio de la Secretaría General de Gobierno? Siempre he pensado que podría depender del Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia. Si alguien tiene una idea mejor, bienvenida sea.
Y es que con la televisión no se juega. Si no me creen, pregúntenle a don Rafa Garay. La televisión es traicionera, adictiva, puede ser bella, pero en el fondo es como un adolescente: crece tan rápido que en cualquier momento se emborracha y nos dice “se los advertí y no me pusieron atención”. Yo cumplo con informarles que esa cajita cuadrada ya no es solo la que tenemos en nuestras casas, sino que hay 20 millones de televisores, que además sirven para hablar por teléfono.
Vasco Moulian, académico UDD.