Una vez más, Sebastián Lelio (‘Gloria’, ‘Una Mujer Fantástica’) conmueve con su delicada pero firme manera de mostrar dramas humanos contemporáneos, centrados en mujeres que desde algún lugar están definiendo su identidad. En ‘Desobediencia’ -¡vaya título!- su cámara nos lleva a la comunidad judía ortodoxa Golders Green en Londres, donde ha muerto su venerado rabino de un ataque cardíaco fulminante en plena prédica. Desde Nueva York llega sin que nadie lo espere (incluso varios ignoraban su existencia) su única hija, la fotógrafa Ronit Krushka (Rachel Weisz) para un último adiós a su padre. Sin embargo, es una convidada de piedra mal vista, pues lo deshonró y ya nos iremos enterando por qué…

Ronit se presenta sin más en la casa de su gran amigo de juventud Dovid Kuperman (Alessandro Nivola), quien a la sazón está casado con su otra antigua amiga, Esti (Rachel Mac Adams). Ambos son el ejemplo de un matrimonio judío apegado a la Torá y, de hecho, Dovid es el candidato para suceder al rabino fallecido. Pero toda esta estructura predeterminada por las sagradas escrituras que definen cómo vestirse, qué comer, cuándo hacer el amor, cómo comportarse, se tambalea, pues la llegada de Ronit enciende la pasión de Esti. Habían tenido una relación, habían sido sorprendidas y, para terminar con el “pecado”, los remedios de su fe fueron exiliar a una y casar a la otra. Pero el paso de los años no fue suficiente y la atracción volvió intensa. Quizás lo más comentado de la película es la escena de seis minutos de sexo entre ambas, que en realidad es más erotismo.

La fuerza de este amor lésbico que despierta, hace a Esti querer librarse de sus ataduras: de la Torá, de la peluca, del marido, del qué dirán. Es el llamado natural precisamente a la desobediencia cuando estamos viviendo una vida de mentiras, pauteada por una religión demasiado estricta para estos tiempos. ¡Esti pide libertad!

Una libertad de elegir por la que se paga caro, ya lo sabe Ronit, que rompió con su familia y con el credo y se fue a Estados Unidos, pero con el costo de un desarraigo feroz. Y a Dovid le cuesta su carrera, no ser digno de ocupar el lugar del rabino. Desobediencia necesaria para buscar la felicidad propia y de la descendencia.

Pero la solución no está en huir a Nueva York, es mucho más complejo, aún cuando el final pueda desilusionar a algunos.

Desde su estreno en el Festival de Cine de Toronto, la buena crítica ha marcado este debut en el mercado inglés de Lelio, quien junto a Rebecca Lenkiewicz escribió el guión adaptado de la novela homónima de Naomi Alderman, y que, para ser más prolijo aún, contó con 14 asesores del judaísmo para no cometer errores en costumbres y ceremonias. No podía ser menos para entrar en las grandes lides del cine mundial. No a cualquier director lo convoca la mismísima Rachel Weisz para hacer una película, impresionada -como ha declarado- con su trabajo en ‘Gloria’.

Muy interesante temática y sólidas actuaciones.114 minutos. En todos los cines.