La semana pasada como USEC estuvimos en Roma participando junto a otros 580 empresarios de todas las regiones del mundo, del XXVII Congreso Mundial de UNIAPAC (Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa), titulado “Coraje para cambiar”.

Como parte del Congreso, pudimos asistir a una audiencia privada con el Papa Francisco, quien nos dio recomendaciones muy iluminadoras respecto de nuestra actividad como empresarios, ejecutivos y emprendedores, para los tiempos que corren.

El Papa nos señaló que “el tema de su Congreso plantea un gran reto para ustedes y para muchos otros en el mundo empresarial: crear una nueva economía para el bien común. No cabe duda de que nuestro mundo necesita urgentemente ‘una economía diferente, que haga vida y no mate, que incluya y no excluya, que humanice y no deshumanice, que cuide la creación y no la expolie’”.

Francisco aseguró que “en el desempeño de vuestra profesión, vosotros, empresarios y emprendedores, estáis llamados a actuar como fermento para que el desarrollo llegue a todas las personas, pero especialmente a las más marginadas, a las más necesitadas, para que la economía contribuya siempre al crecimiento humano integral”.

Si bien estos conceptos no son nuevos en la enseñanza social de la Iglesia, su vinculación es total con el reciente movimiento “La Economía de Francisco” que se está llevando a cabo por invitación del Papa, en todo el mundo, cuya intención es que a partir de un trabajo profundo y reflexivo, jóvenes pertenecientes al mundo de la economía propongan cambios innovadores y realistas, que apunten en la misma dirección que nos comenta el Papa en su intervención. El Papa pone su confianza en los jóvenes y apunta a la capacidad creativa de emprendedores y empresarios, para generar una mejor economía.

Los desafíos del mundo tienen bases comunes, recuperarnos después de la pandemia, terminar la guerra y resolver los urgentes problemas que esta ha causado, muy especialmente la pobreza y migración, entre muchos otros. En Chile, estamos también enfrentados a nuestras propias crisis, sociales, políticas y económicas. Llegamos hasta aquí con la obligación de recomponer nuestro tejido social, dañado por múltiples razones. En esta tarea, ningún actor debe quedar excluido (esta lección debería estar aprendida) y es necesaria la participación de todos, Estado y Sociedad Civil, incluidas las Empresas y todas las personas que las integran. La tarea no solo es difícil, sino urgente, pero posible.

Estamos convencidos que la empresa es un actor relevante del tejido social, que con sus acciones va tejiendo su parte y recomponiendo lo dañado, siempre y cuando lo haga poniendo al bien común como propósito y fomentando la dignidad de la persona, representada por todos sus públicos interesados, partiendo por los colaboradores y sus familias, tema del cual hablaremos en nuestro próximo seminario anual que hemos denominado “La Empresa en un Nuevo Tejido Social, una necesaria conversación entre el sector privado, público y la sociedad civil”. 

El Papa nos dejó planteado el desafío y creemos conocer el camino que se necesita recorrer, es urgente hacerlo bien y con prontitud, la humanidad se merece un mejor destino. A nosotros nos corresponde el capítulo chileno, seamos creativos, realistas y por sobre todo, tengamos el coraje para cambiar, que primero es un cambio personal.

*Francisco Jiménez Ureta, presidente USEC, Unión Social de Empresarios Cristianos

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