Este fin de semana nos hemos enterado del fiasco en las elecciones de Revolución Democrática, marcadas por la bajísima participación, logrando que apenas 3.500 militantes voten de un universo de 42 mil posibles votos. O sea, un Partido Fantasma. No fueron capaces de llevar más gente a votar que la FEUC (13.399 votos) o la UDI (14.586 votos); pero esto, ¿debe sorprendernos?

¿Qué factores influyen en la participación en un proceso electoral? Entre ellos, uno que es de máxima relevancia: la confianza en el proceso mismo. ¿Quién participa de una elección cuyo resultado es conocido, o donde las fuerzas opositoras no tienen espacios de participación efectivos? No soy militante de RD, ni de ningún partido del Frente Amplio (¡Dios me libre!), pero sí conozco sus prácticas, los vi manejarse en la Universidad, donde utilizan todo su poder y su violencia para perpetuarse en los espacios de representación. Es en este esquema donde una baja participación resulta una herramienta fundamental.

En 2018 vimos cómo las “tomas feministas” se votaban en asambleas de pocos estudiantes, muchas veces solo entre mujeres, incluso llegando en algunos espacios a tener el requisito de estar de acuerdo con las demandas del movimiento feminista para poder participar. Es lógico que en estos contextos de alta violencia la participación sea mínima. Este libreto ha sido repetido sagradamente al menos desde 2011; solo en la PUCV me tocó vivir una toma de más de 5 meses, la que solo fue votada en el comienzo (por un porcentaje mínimo de los estudiantes), y que nunca fue ratificada.

Ellos funcionan con la lógica del garrote, no buscan convencer, solo se conforman con amedrentar; no buscan que su gente se mueva por la convicción, sino por el miedo a ser ejemplificadoramente castigado.

Los mismos que en la universidad vetan las opiniones diferentes, funan a quienes se oponen a sus propuestas y violentan a quienes piensan distinto, replican esas viejas malas prácticas políticas como dirigentes de un partido político. Ellos funcionan con la lógica del garrote, no buscan convencer, solo se conforman con amedrentar; no buscan que su gente se mueva por la convicción, sino por el miedo a ser ejemplificadoramente castigado.

Desde la misma cabeza de RD, incluido el diputado Giorgio Jackson, hemos visto cómo se ha intentado suprimir una de las sensibilidades al interior del partido, criticando duramente a una de las candidatas, Javiera Parada, por señalar que en RD se vive una crisis profunda. ¡Cuánta razón tiene Parada! Es claro que viven una profunda crisis, no han sido capaces de llevar ni al 10% de sus militantes a participar; pero, como es esperable, este escenario de tan baja participación favorece a los grupos más organizados, a pesar de ser minoritarios.

Episodios como estos no son nuevos; basta recordar el bullado intercambio de audios entre el mismo Jackson y Mayol por la candidatura a diputado en el Distrito 10, donde se presionó de tal manera a Mayol que éste incluso llegó a decir que bajaba su candidatura, cosa que finalmente no hizo. Entonces, volvemos a preguntarnos: ¿debe sorprendernos la baja participación en las elecciones de Revolución Democrática? Francamente no, el discurso de “las mayorías” del Frente Amplio es simplemente poesía.

Pero lo más grave no son sólo las causas que el estilo RD tiene en la participación interna de sus elecciones, sino especialmente sus consecuencias. Aquí no estamos hablando de procesos electorales en una Universidad, o primarias voluntarias de un movimiento. Hoy estamos hablando de un partido político que se financia a través de aportes públicos. O sea, de cientos de millones de pesos de todos los chilenos que se utilizan para financiar a este partido. ¿Esta usted de acuerdo con que su dinero lo usen discrecionalmente quienes no son siquiera capaces de administrar un partido? No olvidemos que RD, además de los conflictos políticos, ha tenido problemas con el manejo de elecciones y con la contabilidad interna para justificar sus gastos.

¿Corresponde que se dilapide así la plata de todos los chilenos? Yo al menos, no estoy de acuerdo en financiar fantasmas.

 

FOTO: HANS SCOTT/AGENCIAUNO