El proceso constituyente está llegando a su etapa final y decisiva, luego de muchos sobresaltos, sorpresas e imprevistos. El 7 de octubre el Consejo Constitucional enviará su documento al grupo de expertos para que hagan observaciones, que luego vuelven al mismo Consejo; si no hubiera concordancia, se formaría una Comisión Mixta de 6 consejeros y 6 expertos para buscar una solución. La palabra final la tiene el Consejo que debe sancionar un texto por los 3/5 de sus integrantes.

El entrampamiento se ha producido por la diferente composición política del grupo de expertos y del Consejo Constitucional, donde los Republicanos tienen poder de veto y la aprobación de las normas se logra cuando Chile Vamos se pliega al parecer republicano. El oficialismo está en un rincón.

Según las encuestas, hasta ahora la ciudadanía aparece indiferente ante los debates constitucionales e incluso se ha ido configurando un grupo mayoritario que se inclinaría por rechazar la propuesta de nueva Constitución. Pero ese mismo tipo de personas estaría llano a cambiar de criterio si se le propusiera un proyecto consensuado entre todas las fuerzas políticas.

Pareciera que el partido se resolverá en los últimos minutos.

Mientras más se parezca la propuesta final al proyecto de los expertos, mayor posibilidad existirá de que sea sancionada. De aquí deriva, entonces, la responsabilidad de los consejeros, especialmente de aquellos que se ubican a la derecha de espectro político. Hasta ahora en la mayoría de las materias han optado por dejar su huella, haciendo caso omiso del parecer más equilibrado de sus propios expertos. En varias materias que son propias de la ley, han decidido consagrar una solución en la Constitución.

Esta actitud ha despertado múltiples críticas, incluso en exponentes importantes de la derecha, quienes han advertido que el proyecto debe contar con un sustento más amplio, indicando a grupos como Amarillos o Demócratas, que también han formulado críticas públicas al curso que ha tomado el proceso.

Con el ánimo de contribuir a un acuerdo en la etapa que viene, me parece oportuno hacer presente que una nueva Constitución no es una estación de término, sino más bien el motor que permite un nuevo impulso a la sociedad. Por eso mismo debiera ponerse el acento en los consensos vigentes y dejar para debates posteriores -sea a nivel legal o incluso constitucional- materias más controvertidas. Para que ello sea posible y aprendiendo de la experiencia de la transición, el quórum de aprobación de las reformas y de las leyes especiales debes ser más bajo, por ejemplo, de 4/7 como se concordó en la reforma última a la Constitución vigente sobre esta materia. Este es un punto clave para alcanzar el acuerdo esperado.

Si bien hay que tomar en consideración la tradición constitucional del país, la mirada debe estar puesta sobre todo en los desafíos del futuro. ¿No resulta evidente que el sistema democrático en la era digital requiere de nuevas instituciones que extiendan el actuar de los tres poderes clásicos? Así lo demuestra la expansión creciente de los organismos del área de la autonomía constitucional. Los conceptos políticos nacidos con el liberalismo son tributarios de sociedades más simples, más pequeñas y menos interconectadas.

En la actualidad se requiere un esfuerzo adicional para dar cabida a la participación ciudadana, defender en forma más eficaz los derechos de los ciudadanos, consumidores y trabajadores y asumir las exigencias ecológicas, y en general los cambios científicos y culturales en curso. Lo mismo vale para los derechos individuales y colectivos de los pueblos originarios y el logro de condiciones de mayor paridad entre hombres y mujeres.

Por otra parte, la Constitución en una sociedad plural y crecientemente compleja, debe estar imbuida de un espíritu amplio y abierto: sus normas deben ser claras y fáciles de comprender, reflejando los consensos entrecruzados que existen entre las diversas corrientes culturales y políticas. No puede predominar un pensamiento dogmático único y cerrado. Ello depende en gran medida del espíritu con que se enfrente el diálogo y la capacidad técnica para alcanzar la formulación jurídica adecuada.

Consejeros y expertos deberán en esta nueva etapa procurar alejarse de la polarización imperante en la actual coyuntura política. Tampoco debieran ordenar sus planteamientos a partir de las contiendas electorales próximas. Nadie tiene clavada la rueda de la fortuna. Todos navegamos en un mar proceloso agitado por las cambiantes posiciones de un electorado poco fiel a planteamientos doctrinarios. Cada cosa a su tiempo.

Todos los intervinientes en el debate constitucional serán evaluados por su conducta disruptiva u orientada a alcanzar los acuerdos necesarios para que el país cuente con una Constitución acorde a la época en que vivimos.

Participa en la conversación

1 comentario

  1. Bien extraño y poco sincero su planteamiento, usted estuvo por aprobar el mamarracho propuesto de cpr, con qué ropa, con qué descaro puede criticar la propuesta actual??? Tengamos un poco de decoro…..

Deja un comentario
Debes ser miembro Red Líbero para poder comentar. Inicia sesión o hazte miembro aquí.