Una broma es una cosa muy seria”. (Churchill)

Cuando algo excede todos los límites o se hace insuperable, solemos decir que es el “colmo”. Pero también lo utilizamos a modo de exageración o para indicar algo absurdo o que nos causa molestia o desagrado. En esta ocasión, siendo que mañana 1 de julio es el día internacional del chiste y aprovechando que Jadue aún no instaura su Ministerio de la Verdad, usaré dicha expresión en esta columna a modo de chiste o broma, a pesar que los chilenos no tenemos mucho sentido del humor. Mi padre recordaba que “los chilenos, que nos creemos muy graciosos, en realidad lo somos solo cuando se involucra a otros, sin ningún sentido del humor cuando nos toca personalmente”. A riesgo de pisar algunos cayos, me aventuro con algunos colmos.

“¿Cuál es el colmo de un comunista? Exigir un Estatuto de Garantías”. La propuesta del compañero Jadue de exigir un estatuto de garantías a las FFAA, para respetar el orden constitucional, ha sido de los mejores chistes políticos del último tiempo. Parece una ironía que un comunista exija algo que ellos mismos ni siquiera fueron capaces de cumplir en el pasado reciente. ¡El colmo de los colmos!

“¿Cuál es el colmo de un político? Cumplir con lo que promete”. Bueno, esto se explica por si sólo. Partieron por incumplir su juramento o promesa de respetar la Constitución, y luego los políticos chilenos en los últimos años se volcaron en masa al populismo y demagogia. Un mérito transversal, que no distingue derechas, centros o izquierdas. Hoy, la distinción que corresponde hacer es entre políticos serios y responsables y los que no lo son. Temo por el amplio predominio de estos últimos en la fauna local.

“¿Cuál es el colmo de un político de centroderecha? Renunciar a la Constitución de 1980”. El gobierno y la coalición de Chile Vamos renunciaron a la Constitución de 1980 y la entregaron como ofrenda a los dioses de la izquierda. Así no más, sin arrugarse. Por ahí anda la foto de la firma del acuerdo del 15/11. Fácil y conveniente sumarse al coro de los que vociferaban que la Constitución de 1980 era ilegítima en su origen y la causa de todos los problemas que aquejan al país. La centroderecha aún no toca fondo.

“¿Cuál es el colmo de un político de centroizquierda? Imponer el orden público”. El proyecto para indultar a los delincuentes que participaron en el estallido de violencia del 18/O, es un buen ejemplo del escaso compromiso de algunos políticos de centroizquierda con el orden público, quienes optaron por privilegiar la violencia como método de acción política. Entre ellos, la flamante Presidenta del Senado.

¿Cuál es el colmo de un independiente? Salir electo y declararse de izquierda”. En la última elección, bajo una máscara de independiente, se eligió una mayoría relevante de candidatos de izquierda, especialmente constituyentes. Los independientes no existen. Lo serán respecto de partidos políticos, pero no respecto de ideologías. Debieron ser más honestos.

¿Cuál es el colmo de Chile Vamos? Anunciar que ganaría 3-0 y perder 3-0”. Aún rebota en nuestra memoria el anuncio exitista del ministro vocero, avalado por no pocos dirigentes de Chile Vamos, de que la centroderecha ganaría las elecciones de alcaldes, gobernadores y constituyentes. Sin embargo, los resultados terminarían siendo devastadores para el sector, perdiendo por paliza. Sobrevive como Chile Fuimos.

“¿Cuál es el colmo de Unidad Constituyente? Organizar una primaria exitosa”. Propio de una teleserie de última categoría, los partidos pertenecientes a la ex Nueva Mayoría hicieron el ridículo con la organización de primarias presidenciales bajo la coalición Unidad Constituyente. Resultado: el nuevo referente nació muerto. Hasta Heraldo la dio por muerta. Sobrevive como Desunión Constituyente.

“Cuál es el colmo de un presidente? Que los candidatos de su sector se desmarquen”. A pocos presidentes le debe suceder -y menos agradar- este fenómeno tan chileno, donde cuatro ex ministro de su gobierno lo nieguen como San Pedro a Jesús. Ninguno de ellos quiso ser o parecer el candidato continuador o heredero de un cuestionable y modesto legado. En todo caso, a ninguno de los cuatro le resultó el desmarque.

“¿Cuál es el colmo de un parlamentario? Que renuncie a sus privilegios”. No hemos llegado aún al caso argentino, donde se anuncia que los parlamentarios se aumentarán sus dietas en un 40%, pero tampoco podemos sentirnos orgullosos de un Congreso que no ha dado mayores muestras o señales de austeridad. Por el contrario. Las noticias sobre dietas, beneficios y gastos excesivos o innecesarios, además de sus privilegios parlamentarios, causan indignación entre los chilenos. Como consuelo, esperen a ver los privilegios que se autoasignarán los constituyentes. ¡Se van a subir por el chorro!

“¿Cuál es el colmo de un constituyente? Que no haya leído la Constitución”. Aún no se instala formalmente la Convención, y ya hay una mayoría importante de constituyentes que sueña con saltarse las reglas que fijó la propia Constitución para el desempeño de su tarea. La mirada de todos está puesta en el Reglamento Interno, aunque algunos prefieren clavar sus afilados colmillos. No han ni jurado o prometido (o aceptado el cargo como definió el gobierno) y ya se sienten soberanos. Muchos con mareo de altura. Mal pronóstico.

Como pueden ver, que la política chilena sea -en general y en particular- un gran chiste, no tiene mucho mérito. Como decía Charles Chaplin: “A fin de cuentas, todo es un chiste”.

@forregob

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