Hace años que dejamos atrás nuestro rol de país de tránsito y nos posicionamos como un centro de consumo de drogas per cápita relevante. La marihuana y la cocaína siguen siendo las más demandadas, pero poco a poco han entrado las drogas sintéticas. De la mano del aumento de la ketamina creció el consumo de 2CB o tusi, también se han identificado grandes cargamentos de mercurio, precursor usado para la producción de metanfetamina cristal y ahora fentanilo.

El consumo de drogas puede llegar a generar una emergencia en salud pública. Basta con ver lo que sucede en Kensington, Filadelfia, para graficar el daño social que produce la adicción a los estupefacientes.

Chile ha llegado tarde al combate contra narcotráfico. El gobierno tuvo que cambiar sus prioridades, dejar atrás los tiempos en que votaba en contra de proyectos de inteligencia o crimen organizado e impulsar una agenda de seguridad que responda a las demandas ciudadanas. Sin embargo, esto es sólo una parte del problema.

El tráfico de drogas existe porque responde a una demanda por sustancias sicotrópicas y mientras siga existiendo, seguirá habiendo narco. Se expresará de manera distinta en cada país, pero no desaparecerá. Allí donde hay un Estado fuerte y consolidado el consumo será el principal desafío; mientras que, en Estados debilitados, la violencia tomará protagonismo.

En el caso de Chile el desafío es bastante complejo. Por un lado, la violencia del crimen organizado obliga al gobierno a tomar medidas concretas para frenar su avance; por otro, somos el tercer país de Sudamérica que más consume cocaína, las drogas sintéticas han avanzado y la llamada zombi ya llegó. El fentanilo, un potente tratamiento para el dolor ha causado estragos en Estados Unidos, está en Argentina y este fin de semana se detuvo a dos personas que buscaban comercializarlo para uso recreativo.

De las farmacias a la calle, esa ha sido la historia de las drogas en Chile. A principios del siglo XX la cocaína se traficaba alrededor de las boticas, después en locales nocturnos y… ya sabemos cómo terminó esa historia. Hoy, el fentanilo también salta del uso médico al social, el asunto es que esta vez no podemos llegar tarde.

De extenderse el uso de fentanilo en el país, a la violencia de las bandas narco se suma el problema de salud derivado del consumo. Y, en un contexto donde las listas de espera se multiplican, la cobertura de salud está en crisis y el gobierno no se ha mostrado especialmente hábil para administrar los problemas se ve difícil una acción que aborde la problemática que genera el consumo de drogas.

Cuando hablamos de narco la oferta y demanda van juntas. Violencia y consumo son parte de una misma amenaza, no todo se da en el mismo lugar ni al mismo tiempo. Esta amenaza es global, mientras exista demanda en alguna parte, en otra va a existir el crimen organizado que la satisfaga. El problema es que, mientras el Estado de Derecho siga retrocediendo en Chile y el consumo de drogas se mantenga, más expuestos nos encontramos a que la violencia y la adicción se den al mismo tiempo y en el mismo lugar.

Investigadora Athenalab. Experta en seguridad, narcotráfico y defensa

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