Cuando se analizan diversos proyectos para mejorar la eficiencia del transporte de pasajeros dentro de Santiago, este ciudadano quiere aportar a la discusión, con una nueva alternativa.

Hemos escuchado una propuesta que considera un tranvía por Avenida Las Condes de Oriente a Poniente. Como una opción más eficiente, menos intrusiva y de mayor envergadura, creo que la construcción de un tren ligero urbano entre Plaza San Enrique en Lo Barnechea y La Comuna de Pudahuel sobre el cauce del Rio Mapocho, debe evaluarse en profundidad. Este trayecto considera una extensión de más de 30 kilómetros, atravesando las comunas de Lo Barnechea,  Vitacura, Las Condes, Providencia, Recoleta, Independencia, Santiago, Renca, Quinta Normal, Cerro Navia y Pudahuel. La propuesta contempla un tren por sobre el río Mapocho, en altura y construido sobre una estructura de acero auto-soportante apoyada en los costados del cauce.

Las estaciones podrían localizarse cada 1,5 kilómetros, a ambos lados del cauce. La ventaja de esta opción es que no se requiere expropiar terrenos, permitiría un alto flujo de vagones y podría transportar millones de pasajeros al año. El diseño no afectaría el flujo invernal del agua, pues los rieles de ida y retorno estarían ubicados en altura, sobre el nivel de riesgo.

El Estado, a través del MOP y el Ministerio de Transportes, debería llamar a una licitación para la construcción y otra para la operación de este medio de transporte. No tengo dudas de que habrían muchos interesados en participar en estas licitaciones. Cuando Chile necesita nuevos proyectos, es fundamental que el gobierno priorice la generación de empleo y las mejorías en la calidad de vida de la población.

No faltarán aquellos que opinarán en contra de este proyecto, argumentando que afecta el paisaje, que es inviable económicamente o por razones técnicas, pero debemos ser objetivos, pues de verdad el Río Mapocho tiene un caudal manejable en sus secciones superiores y además solo se cubriría parcialmente la visual del cauce.

En su evaluación económica deben considerarse todas las externalidades positivas y negativas. Esta gran obra de ingeniería debería contar con el apoyo de la Cámara Chilena de la Construcción, del Colegio de Ingenieros y de las Municipalidades de aquellas comunas por donde pasaría este medio de transporte. La coyuntura económica pesimista, con fuertes caídas en el costo de materias primas y un menor crecimiento, nos presentan una oportunidad única para ir adelante ahora con esta obra.

El resolver impedimentos legales con rapidez sería parte del proceso natural de una mega-obra como esta. La tan manoseada colaboración pública-privada, tiene aquí una oportunidad concreta de reivindicarse y de llevar adelante un proyecto de gran tamaño, que pondría a Santiago de Chile en una etapa superior de conectividad urbana.

Nuestro país necesita de obras viales urgentes. La productividad de las personas depende también de los tiempos de traslado entre su hogar y el trabajo. Mejores medios de transporte público, tras una historia atroz de errores con el Transantiago, permitiría otorgar a las autoridades públicas y privadas primera prioridad a esta materia. Este tren podría enlazar, además, con un eficiente acceso público en tren al Aeropuerto de Santiago, anhelo largamente demandado por millones de usuarios que hoy son víctimas de un sistema de estacionamiento caro e ineficaz. Como nos dice el Evangelio de San Mateo, refiriéndose a los falsos profetas: “por sus obras los conoceréis”.

 

Andrés Montero J., Ingeniero Comercial U. de Chile, M.A. The Fletcher School of Law and Diplomacy.

 

 

FOTO: JORGE FUICA/AGENCIAUNO

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