Cuando un virus entra a un organismo, su acción se ve favorecida si encuentra un sistema defensivo débil. En ese contexto su actuar es más rápido y dañino. Aparece la fiebre, un signo de que algo pasa. Es el organismo en su conjunto quien debe responder. Algo parecido sucede en Chile. La crisis de seguridad expresada en el aumento de los homicidios es una problemática profunda que no se resolverá con planes de calles sin violencia. El incremento de un 10,2% en las investigaciones por asesinato, al igual que la fiebre, es el signo que alerta que algo está pasando.

Rápidamente los expertos apuntan a la llegada del crimen organizado, no hay duda sobre ello. Sin embargo, el crimen organizado sólo sería el virus que ataca al organismo aprovechándose de sus debilidades, el problema de fondo es estructural.

Para que todas las acciones tengan resultados efectivos que se mantengan en el tiempo, se requiere de una comprensión plena del fenómeno que se enfrenta. Atacar los síntomas no va a solucionar el problema. Aspectos técnicos como fortalecer la democracia, mejorar la acción institucional, recuperar territorio o combatir la corrupción deben alinearse con una voluntad política para enfrentar el asunto de fondo.

La realidad ha obligado al gobierno a renunciar a su programa para abordar temas como la protección de las policías y los estados de excepción constitucional en el sur y el norte, los ha llevado a sacar a las Fuerzas Armadas de sus cuarteles y decir que serán implacables con la delincuencia. Pero, en el fondo no han cambiado sus convicciones. El debate en la Cámara de Diputados por el veto a las usurpaciones es prueba de ello.

Mientras las incomodidades de un sector oficialista por el uso de la fuerza son evidentes, la realidad empuja al otro a negociar con la oposición para responder a las demandas ciudadanas. Sin embargo, ni uno ni otro logran una aproximación real al fenómeno, sólo enfrentan los síntomas de una crisis que avanza. Así como un antigripal baja la fiebre y calma el malestar, pero no soluciona la debilidad inmunológica, las acciones del gobierno buscan mejorar la situación sin responder al problema estructural que llevó a ella.

En ese sentido, no es posible dejar pasar el caso fundaciones. Involucra a un partido de gobierno, al jefe de asesores de la presidencia y demuestra la negligencia de quienes debieran estar por proteger la democracia. Entender al crimen organizado implica comprender el rol que juega la corrupción para su desarrollo. Entonces, si se afirma querer combatirlo para entregar seguridad, casos como el mencionado deben ser investigados y sancionados, de ser necesario.

No debe ser la oposición quien solicite al Presidente analizar la continuidad de su jefe de asesores, debiera ser el Mandatario quien se refiera a ello. El compromiso lo hizo con el país, sus instituciones, su democracia, no con las personas. Pues son esos conceptos los que hay que fortalecer y proteger, de otra manera las promesas de seguridad serán vacías y el virus seguirá avanzando.

Investigadora Athenalab. Experta en seguridad, narcotráfico y defensa

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