Hoy día, a nivel global, nueve de cada diez empresas en todo el mundo tienen al menos una mujer en sus equipos de liderazgo. Una cifra que nos llena de optimismo. Después de 17 años, el estudio anual “Women in Business”, elaborado por Grant Thornton, que mide y cuantifica la proporción de mujeres en cargos directivos a nivel global, mostró que las mujeres superaron el hito del 30%. Para muchos, el punto de inflexión necesario para catalizar un cambio real en todos los sectores.

Aun cuando por lejos el segmento más afectado por la crisis sanitaria en Chile han sido las mujeres, estas cifras nos motivan e invitan a mirar un mejor futuro. No obstante, el mismo reporte advierte que la forma en que los líderes respondan al cambiante panorama empresarial determinará si veremos un aumento significativo en estos indicadores o no.

Para ello, es fundamental que todos los actores que conforman el ecosistema empresarial acojan criterios ESG (de medioambiente, social y gobernanza) para favorecer, entre otras cosas, la participación de mujeres y de equipos diversos en todos los espacios de liderazgo, como clave para asegurar la sostenibilidad de las organizaciones.

Algunas señales en esa dirección las recibimos en marzo de este año, cuando la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) sometió a consulta pública una nueva normativa en materia de gobierno corporativo y sustentabilidad que perfecciona la información que las empresas deben reportar en su memoria anual en los temas ESG. Junto a los temas medioambientales, las memorias deberán incorporar indicadores que den cuenta de diversidad de los equipos, condiciones laborales, beneficios y brechas salariales.

¿Por qué es tan importante incluir estos factores ESG y que los inversionistas los requieran? Porque son un imperativo para avanzar hacia un desarrollo económico sostenible. En una divulgada carta de la administradora BlackRock a sus clientes, la compañía aseguraba que la sostenibilidad debería ser su nuevo estándar de inversión, una manera más segura de resguardo de estas y de consideración de los impactos en la sociedad.

En esta misma línea, el reporte Sustainable Finance and the Role of Securities Regulators and IOSCO, citado por la CMF, señala que los reguladores y las empresas son cada vez más conscientes de la relevancia de estos aspectos y, de que los riesgos relacionados pueden afectar no solo el desempeño de su industria o sector, sino que la estabilidad de todo el sistema financiero.

¿De qué forma esto nos convoca como mujeres? Una y otra vez se ha ido demostrando que tenemos mucho que aportar en la anhelada co-construcción de un nuevo escenario social, político y económico más equilibrado. Somos competentes, dotadas de rigurosidad, experiencia y excelencia en materias de administración, gestión y liderazgo para una sociedad que requiere nuevas capacidades y competencias, como son la sensibilidad, la intuición, la comunicación, la contención y el coraje, por mencionar algunas.

Se trata, a fin de cuentas, de un cambio fundamental para una sociedad sostenible; que tenga prácticas corporativas y políticas públicas que incorporen mujeres en todos los ámbitos y se haga cargo de los desafíos ineludibles que enfrenta el mundo en términos climáticos, políticos, sociales, culturales y económicos. Integrar criterios ESG, exigibles, medibles y valorados por todos los actores será el catalizador clave para ir más allá de las meras intenciones. Necesitamos que se trabaje sobre objetivos y logros concretos. Las organizaciones, más que sumarse a este proceso, tienen la oportunidad de conducirlo.

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