Hace poco nos enteramos de la existencia de una guardería clandestina: 13 niños entre 3 y 6 años permanecían al cuidado de personas sin preparación para ejercer este trabajo y sin las medidas mínimas de seguridad e higiene requeridas. Esto ha provocado un rechazo transversal en la sociedad.

Sin embargo, no se trata de un hecho aislado. En la comuna de Estación Central, por ejemplo, se detectaron 20 guarderías ilegales (según un estudio realizado por la Universidad Diego Portales el año 2019). Estas se encontraban en departamentos de 32 metros cuadrados ubicados en grandes torres construidas para fines habitacionales. Condiciones similares a la guardería clandestina denunciada recientemente.

Los cupos en las salas cuna y jardines infantiles de la comuna de Estación Central han crecido un 400% en los últimos 5 años, lo que da cuenta de la poca capacidad del Estado de planificar la migración. Allí existen dos o tres salas cunas que no han podido ser inauguradas, ya que la construcción estuvo mal planificada, según señaló el alcalde de la comuna al momento de hacerse la investigación.

Por otra parte, la necesidad de trabajar de las madres, padres o cuidadores de los niños es evidente. La solución a este problema no solo radica en la mala planificación del gobierno en cuanto a las políticas migratorias; es urgente que las familias chilenas y extranjeras cuenten con un sistema de cuidado que permita ejercer las labores de crianza y el trabajo remunerado paralelamente. Estamos excluyendo a la infancia del derecho que tiene a ser cuidados por las figuras significativas que proveen de un apego seguro y son enviados a guarderías por sus cuidadores en la desesperación por sobrevivir. Muchas de estas no cuentan con las medidas necesarias para hacerse cargo de nuestros niños. Además, si el municipio cuenta con salas cunas y guarderías autorizadas, la lista de espera es enorme y las privadas son un lujo que pocos pueden solventar.

La reducción del horario laboral a 40 horas ayuda a mitigar este grave problema, pero lo que se requiere, además, es flexibilidad laboral que permita ejercer el teletrabajo permanente, en ausencia de una alerta sanitaria.

El cuidado atento y efectivo para desarrollar una infancia sana pasa necesariamente por el estado emocional de sus cuidadores. Si no nos hacemos cargo de mejorar la salud mental de los adultos, seguiremos teniendo los altos índices de depresión en la primera infancia, una preadolescencia vulnerable y una posterior adolescencia con los más altos índices de consumo de marihuana en América Latina, de cocaína (comparado con los países del Caribe) y tasas de suicidio adolescente cada vez más elevadas.

Jacqueline Deutsch es psicóloga.

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