Durante las últimas semanas, el ministro de Hacienda ha enfocado la discusión del bajo crecimiento hacia las exportaciones y el negativo escenario externo. Primero lo mencionó en el seminario de la Sofofa y lo volvió a recalcar esta semana en el diario El Mercurio. Razón tiene el ministro en recordarnos que debemos eliminar los sesgos ideológicos en la búsqueda de las razones del estado actual de la economía chilena, y reconocer la importancia del menor crecimiento global. Es cierto que las menores exportaciones han perjudicado al crecimiento de Chile, pero no es el principal factor, pues en los últimos tres años la inversión cayó un acumulado de 17%, mientras que las exportaciones disminuyeron 1%.

El menor crecimiento del comercio mundial ha sido un tema muy relevante en la discusión económica. Tanto así, que el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su último Reporte Económico Mundial, entregó un extenso capítulo para desmenuzar este tema. De acuerdo al FMI, la desaceleración en el comercio mundial se debe a la débil inversión, al menor ritmo de la liberación del comercio en algunos países y al alza del proteccionismo comercial en otros. Por supuesto que la caída del precio de los commodities afectó más a determinados países, como es el caso de Chile.

Al menor crecimiento mundial debemos sumar que en Chile el tipo de cambio no ha subido lo suficiente. Prueba de esto es que en los últimos tres años subió menos que en Australia, Brasil, Colombia, o incluso la Zona Euro, por nombrar algunos casos. Aquí ya empezamos a encontrar causas internas, pues el peso chileno no ha subido ya que el Banco Central no ha podido realizar más impulsos monetarios ante la alta inflación de servicios provocada, entre otros factores, por los altos reajustes de salarios (principalmente minería y del sector público) y el alza de impuesto a cigarrillos, bebidas alcohólicas y el mismo impuesto a las empresas.

Por lo tanto, las exportaciones de Chile no han crecido porque, por un lado, ha habido un menor crecimiento mundial y, por otro lado, porque algunas medidas internas han impedido que el tipo de cambio suba.

Existen razones para pensar que se viene un mejor futuro. La portada de la revista The Economist de esta semana está dedicada al mayor crecimiento de la economía mundial. Existen un sinnúmero de señales que llevan a sostener este punto: la recuperación del crecimiento en EE.UU., los menores ruidos en China, la mayor inversión en Japón, el alto aumento de las exportaciones de Corea, el esperado crecimiento positivo de Rusia y Brasil. Todos estos elementos llevan a pensar a que esta vez la historia sí es diferente, que estamos ante un mayor crecimiento mundial sincronizado y que el sector exportador chileno al fin puede recibir un mayor impulso externo.

Lamentablemente, en Chile existen factores idiosincráticos que van a prolongar este letargo de las exportaciones. Por un lado, los mayores impuestos a las empresas desincentivan la inversión, incluida la del sector exportador. Junto a esto, el próximo mes comienza a regir la reforma laboral, que podría provocar una intensificación de los conflictos con los sindicatos. Lo acontecido en la minera La Escondida es sólo un preámbulo de lo que podría ocurrir en varias empresas en el mediano plazo. Por lo tanto, parece no ser cierta la frase del ministro de Hacienda que “da la impresión que se nos olvidó inventar nuevos negocios para exportar”; al sumar los efectos de los elementos ya descritos, da la impresión de que las reformas le han quitado los incentivos a inventar nuevos negocios para exportar.

El menor crecimiento mundial ha sido un problema para que la economía chilena se recupere. Pero no ha sido el mayor problema. La prueba de esto va a ser lo que probablemente ocurrirá durante este año 2017: mientras el mundo se recupera, la economía chilena se mantendrá estancada.

 

Andrés Osorio, economista E-Consult

 

 

FOTO: FRANCISCO FLORES SEGUEL/AGENCIAUNO

 

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