“Hoy puede ser un gran día… plantéatelo así… aprovecharlo o que pase de largo… depende en parte de ti… dale el día libre a la experiencia… para comenzar… y recíbelo como si fuera… fiesta de guardar”.

No se trata sólo de la letra de una excelente canción, de un también excelente compositor y cantante (mi favorito). Ha venido a mi memoria a propósito de esta grave crisis del coronavirus, que estará en los libros de historia futuros, igual como estudiamos la Peste Negra en nuestros años escolares, aunque espero que con un desenlace mucho menos trágico. ¿Y qué puede tener que ver una canción que simboliza el optimismo con esta tragedia del coronavirus? Es lo que voy a tratar de desarrollar en lo que viene.

Además del evidente dolor humano, es inevitable que esta pandemia tenga efectos muy contractivos en la actividad económica, con empresas en serios problemas y pérdidas de empleo. Es inevitable, lamentablemente, ya que un gran número de actividades simplemente no se pueden llevar a cabo, y no existe forma de sustituirlas. Pero este es un shock transitorio por definición, mientras perduren los efectos de la enfermedad. Es imposible en este momento conocer la duración del shock, pero viendo lo que está ocurriendo en China podemos concluir que el virus sí se puede controlar, aunque probablemente tenemos al menos tres meses muy complejos por delante. Es clave también en esta situación que tanto la política fiscal como monetaria se coordinen para evitar que las obvias restricciones de liquidez se transformen en problemas de solvencia. Se debe mantener al sistema financiero con respirador artificial para que éste a su vez mantenga con respirador artificial a las empresas, y éstas a sus trabajadores. Es clave que no se interrumpa la cadena de pagos, ya que ese sería el escenario catastrófico que está en la mente de algunos que predicen una crisis mundial incluso peor a la de 1929. Sin embargo, creo que tanto en Chile como en el resto del mundo esto se hará mejor de lo que se hizo hace casi un siglo, lo que por supuesto no evitará que este sea un año muy duro desde el punto de vista económico.

¿Entonces por qué el optimismo? Porque toda crisis trae oportunidades y es precisamente este tipo de situaciones las que fomentan la creatividad humana, que es finalmente la base del desarrollo. “La crisis, es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. En la crisis nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado” (A. Einstein). Por esa razón, y además por algunos cambios muy positivos que se pueden producir en nuestra mirada de la vida, es que creo que superada esta compleja emergencia, el coronavirus nos dejará una herencia positiva, y la sabiduría popular esto lo tiene claro: “no hay mal que por bien no venga”.

¿Y cómo ser positiva sobre Chile, que además enfrenta las dramáticas causas del estallido del 18-O? Es cierto, ambas crisis suman sus efectos negativos sobre la economía en el corto plazo. Sin embargo, la pandemia podría tener un impacto positivo que atenúe los efectos del estallido. No tengo ninguna duda de que la crisis política que vivimos es mucho peor que el coronavirus, ya que sus daños son estructurales. Concuerdo con Sebastián Edwards, “Chile se está cayendo a pedazos” desde el 18 de octubre. No hay forma de evitar esa caída sin que se recupere la amistad cívica, es una condición absolutamente necesaria. Y aquí está el punto; los complejos efectos del coronavirus podrían contribuir a recuperar en algún grado esa civilidad perdida, y ya con eso tendríamos algo que agradecerle a la peste. Deberían menguar también los episodios de violencia, y lo más importante, mostrarnos que las consecuencias de la fragilidad humana y los problemas sociales que aún tenemos sólo los podemos enfrentar unidos. Podemos tener diferencias en los caminos a tomar, pero deberíamos estar de acuerdo en el lugar al que queremos llegar; un Chile con mejor calidad de vida para todos. Pienso que la gran mayoría comparte consensos básicos, y para que se abran esos espacios de acuerdo sólo se requiere aislar a esa izquierda radical e hiperideologizada que promueve el camino de la destrucción. Albergo la esperanza de que estos días de cuarentena nos faciliten el reencuentro, ya que sólo haciendo un frente común le haremos frente a este fuerte shock de corto plazo.

No esperemos que las soluciones vengan sólo del Estado, como dice Serrat, que “hoy sea un gran día depende en parte de ti”, y en parte muy importante yo creo.