Señor Director:

Una gran polvareda se ha levantado frente a la consulta ciudadana realizada por algunos municipios del sector oriente de la capital respecto a la restricción horaria a menores. Al respecto, creo que darle esa tarea al gobierno como garante de un toque de queda con el argumento de proteger los derechos de la niñez o adolecescia es en sí mismo una falacia. Ese deber y derecho es de los padres, quienes deben ser los responsables de educar y de consensuar con sus hijos la hora en que ellos circulan por las calles.

Chile no está un estado de excepción o de emergencia como algunos alarmistas quieren hacernos creer, típico de las campañas del terror, como para implementar una medida tan drástica que vulnera la libertad de los padres de escoger a qué hora sus hijos transitan por las calles. No se necesita un estado para que decida por los padres; creo que esa facultad, y en buena hora, en una democracia como la nuestra le debe seguir perteneciendo a ellos y no al estado.

Con una consulta ciudadana que contó con menos del 9% del padrón potencial se pretende dictar una ordenanza desde municipios que quieren imponerse inclusive por sobre derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución.

Cargarle al estado ser babysitter de los jóvenes en vez de utilizar los escasos recursos con los que cuenta para velar por la lucha en contra de la delincuencia, creo que es un retroceso como país respecto a la madurez que tenemos para poder mantener la libertad de los padres para decidir por sus hijos. La pregunta es si queremos que el estado tenga ese rol o si son los padres quienes deben decidir sobre cómo educar en libertad a sus propios hijos.

Es populista decir que una restricción horaria a menores de 16 años de edad es la solución, pero caer en esa dinámica es sumarle al estado un rol que la propia sociedad en ese mismo momento pierde. Algunos hablan del curfew islandés como ejemplo y quieren hacer una mala copia de éste, sin pensar en que tenemos realidades muy distintas, imitando a medias sus mismas políticas públicas sin considerar que van acompañadas de una integralidad y profundidad mucho mayor. Nuestra realidad en Chile es que tenemos padres que hoy tienen el deber y el derecho de educar a sus hijos respecto a qué horario pueden permanecer fuera de sus casas y ojalá que así siga siendo. No necesitamos un gran hermano ni menos a capitán América.