«Esperemos que prevalezca la buena voluntad y los 155 convencionales se comporten. El país estará observando», comenta el analista político y columnista Sergio Muñoz Riveros al ser consultado sobre la primera sesión de la Convención. Los días previos al inicio del proceso constituyente han sido agitados. El llamado a «no subordinarse» al acuerdo del 15-N; la petición de indulto para detenidos tras el 18-O; el rechazo al decreto firmado por el Presidente Sebastián Piñera; el llamado a movilizarse y a «rodear» la Convención, son algunas de los hitos que han marcado «la previa».
El autor de ensayos y libros como «La democracia necesita defensores», de Ediciones El Líbero, y próximo a publicar un segundo libro con la editorial, señala: «Si la Convención no respeta la institucionalidad, en los hechos optará por dejar de respirar, puesto que su existencia depende de que actúe dentro de la ley».
-Tomando en cuenta los dichos de varios constituyentes sobre no respetar las normas, el llamado a una marcha, la petición de que no haya fuerzas policiales en la Convención, y el aumento de las asignaciones, en su opinión, ¿se está desprestigiando el proceso constituyente antes de comenzar?
-Hay un clima muy poco auspicioso para la Convención. Se suponía que este proceso era el camino de la paz y la concordia en el país, pero la mentalidad jacobina que expresan no pocos convencionales va creando una atmósfera tóxica, que en nada contribuye a la instalación y funcionamiento de la Convención. Si esto parte mal, con actos de violencia incluso, será difícil que la carga se arregle en el camino.
Se confirma, como decía Giovanni Sartori, que la propensión de alguna gente a exagerar la causa que defienden termina convirtiendo esa causa en su opuesto. Es exactamente lo que está ocurriendo. La Convención no es una asamblea constituyente, no tiene poderes ilimitados, tiene que operar dentro del marco establecido en la Constitución vigente.
Es una señal peligrosa que algunos grupos busquen crear el domingo 4 un ambiente de intimidación como el de 2019. El Gobierno tiene el deber de asegurar el orden público.
Se suponía que este proceso era el camino de la paz y la concordia en el país, pero la mentalidad jacobina que expresan no pocos convencionales va creando una atmósfera tóxica, que en nada contribuye a la instalación y funcionamiento de la Convención».
-¿Cuáles son los riesgos de que se desprestigie la Convención? ¿Qué significa que se rompa la institucionalidad y se “anule a sí misma”, como plantea en su columna de La Tercera?
-Si el espíritu refundacional se termina imponiendo en la Convención, no se podrán crear las condiciones necesarias para un debate razonado y respetuoso sobre un nuevo texto constitucional, que favorezca el entendimiento nacional. Si, además, la Convención se convierte en un foco de agitación, de protestas por cualquier cosa, de puestas en escena, será mucho peor. Creo que la mayoría del país no quiere eso. Eric Palma, profesor de Derecho en la Universidad de Chile y asesor de la Lista del Pueblo, dijo que los protagonistas de este proceso serán los ambientalistas, los pueblos originarios, el feminismo, la diversidad sexual y los representantes populares. O sea, esas serían las fuerzas de vanguardia frente a las cuales todos los demás deberíamos inclinarnos. Es como decir que la igualdad es buena, pero algunos son “más iguales” que otros, como decía Orwell.
-¿Qué ocurre si en la aceptación del cargo los constituyentes no se sujetan al texto del decreto y le incorporan elementos externos? ¿La investidura es válida?
-La asunción del cargo de convencional se formalizará con una aceptación mínima de lo que indique la secretaria del Tricel. Los desplantes o los gestos son secundarios. Esperemos que prevalezca la buena voluntad y los 155 convencionales se comporten. El país estará observando.
-¿Qué puede ocurrir si la Convención no respeta la institucionalidad y las autoridades no reaccionan?
-Los poderes del Estado no se han disuelto. Tienen deberes que no pueden dejar de cumplir. La Convención no es un suprapoder que puede darse sus propias normas. Todo el proceso debe enmarcarse dentro de las disposiciones de la reforma constitucional de diciembre de 2019. Si la Convención no respeta la institucionalidad, en los hechos optará por dejar de respirar, puesto que su existencia depende de que actúe dentro de la ley. Si intenta asumir poderes que no le corresponden o adopta acuerdos que van más allá del marco fijado, serán completamente nulos. Un amigo abogado me indicó que eso se llama “nulidad de derecho público”.
Si la Convención no respeta la institucionalidad, en los hechos optará por dejar de respirar, puesto que su existencia depende de que actúe dentro de la ley. Si intenta asumir poderes que no le corresponden o adopta acuerdos que van más allá del marco fijado, serán completamente nulos».
-En su opinión, ¿de qué manera afecta que los poderes del Estado no participen o se hayan restado de la primera sesión?
-Lo mejor habría sido que la instalación de la Convención hubiera sido un acto de Estado. No será así por todos los equívocos que se han acumulado. Quienes creen que esto acrecienta la relevancia y la autonomía de la Convención, se equivocan medio a medio. Es el Estado de Chile el que hace posible esta instancia de encuentro. La exaltación refundacional quizás no deja ver la realidad.
-Considerando que el domingo se izará la bandera de Chile junto a las otras diez de los pueblos originarios, o de las “diez naciones” como han llamado algunos constituyentes, y que se agregarán elementos externos a los emblemas nacionales declarados en la Constitución actual, ¿Qué implicancias tiene para la institucionalidad y el Estado unitario?
-Espero que el domingo no se generen situaciones que ofendan los símbolos de la nación chilena, en primer lugar, la bandera. Hay que pedirle a alguna gente que parece estar muy excitada, que por favor no exageren, que no olviden que este proceso tiene lugar dentro del régimen de libertades y debería contribuir a reforzar los factores de integración nacional. El funcionamiento de la Convención le va a costar mucho dinero al Estado de Chile, y los ciudadanos no van a entender que esos recursos no se usen debidamente.
-¿Cree usted que habrá condiciones para un buen proceso de elaboración de una nueva Constitución? ¿O es más bien escéptico?
-No espero gran cosa de esto. El hecho de haber creado un segundo parlamento fue una pésima decisión. Le ha hecho mal al país la tendencia a fantasear con las propiedades casi sobrenaturales que tendría un nuevo texto constitucional. Eso es ilusionismo puro, que después se paga con dolorosas frustraciones. Todo pudo ser más breve si el Congreso no hubiera regalado su potestad constitucional. En fin, son muchos los errores, comprendidos los del Gobierno, que sacó muy mal las cuentas. Los negociadores del acuerdo del 15 de noviembre de 2019 no creo que sean merecedores de una medalla.
A estas alturas, me conformaría con que este asunto no causara demasiados estropicios. Será crucial sostener la estabilidad y la gobernabilidad. En 145 días más, vamos a elegir un nuevo Presidente de la República y nuevos senadores y diputados, con las normas de la Constitución vigente naturalmente. Sea que la Convención salga adelante, sea que no llegue a puerto, las autoridades que elegiremos en noviembre representarán la continuidad institucional. No puede haber dudas al respecto.