Hasta el regimiento Granaderos de Quillota llegó, el fin de semana pasado, el Presidente Sebastián Piñera junto a los ministros y subsecretarios para realizar un consejo de gabinete ampliado. Durante la jornada expuso el Mandatario y, tras él, fue el turno de Roberto Izikson, gerente de asuntos públicos de Cadem. Frente a los presentes, entregó su visión para los próximos meses de gobierno.

Pocas horas antes que se desarrollara el encuentro, el Centro de Estudios Públicos (CEP), había revelado que la aprobación de Piñera era de 37%. Cifra similar al 41% de respaldo que arrojó la última encuesta Cadem.

Si bien Izikson asegura que el Mandatario cuenta con buenos números de respaldo, advierte que «el próximo año vamos a ver niveles de aprobación definitivamente más bajos que este año». Además realiza un análisis de la ex Nueva Mayoría y de las cifras positivas que han acompañado al alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, comparándolo incluso con los efectos de la ex Presidenta Bachelet, tras su primer gobierno.

-El Presidente Sebastián Piñera obtuvo un 37% de aprobación en la encuesta CEP siendo que empezó el gobierno con un 60% de respaldo. ¿Es un escenario esperable para su primer año de gobierno?

-Es muy esperable que un gobierno comience con alta aprobación presidencial. Es lo que los expertos denominan el periodo de luna de miel, donde hay una suerte de encantamiento producto de la renovación de expectativas y de confianzas que se generan en la campaña. En el caso particular del gobierno Piñera lo que vimos en los primeros seis meses es un inicio que, sin duda, es el mejor que ha tenido un gobierno desde el 90. Muestra que había una expectativa en relación al desempeño del gobierno muy alta que lo encumbró a ese 60%. Se mezcla a un gobierno muy bien alineado con la coyuntura, me refiero por ejemplo a las primeras señales en Carabineros y el cambio de alto mando, los Acuerdos Nacionales.

-¿Qué pasó con las expectativas?

-Durante los últimos tres meses se ha profundizado de forma significativa una frustración de expectativas asociadas a la idea de los tiempos mejores y, tengo la impresión que ahí el gobierno cometió un error que está tratando de corregir. El gobierno no logró adaptar a tiempo su promesa de «tiempos mejores» y no han llegado. Eso está súper demostrado por nuestras encuestas. Un 78% dice que no hay «tiempos mejores» en comparación a los años anteriores. Esos «tiempos mejores» no llegaron este año producto de la frustración de las expectativas económicas. Lo que ha ocurrido, y que el gobierno no logró gestionar de forma correcta, fue un clima adverso provocado por el cierre de empresas emblemáticas Maersk, Iansa, ahora el cierre de locales de Farmacia Ahumada. Administró muy mal el debate por suelo mínimo. Y en tercer lugar el aumento del precio de la bencina que llegó hasta casi mil pesos. Esas tres cosas instalaron un clima adverso que terminó frustrando las expectativas económicas.

Hay que hacer un ajuste en cómo el gobierno encausa las expectativas y ahí veo que está haciendo bien en cambiar el tiempo verbal de la promesas, es decir, estamos pasando de «tiempos mejores» a una promesa de ‘Chile en marcha'».

-¿Es posible volver a volver a los números que tuvo durante sus primeros meses de gobierno?

-Es posible en la medida de que ocurran dos cosas. Por un parte, que el gobierno siga haciendo los cambios necesarios para que la economía y la inversión sigan creciendo aunque no se vean los frutos en el corto plazo. La economía tiene que seguir su rumbo. Por otra parte, hay que hacer un ajuste en cómo el gobierno encausa las expectativas y ahí veo que está haciendo bien el gobierno en cambiar el tiempo verbal de la promesas, es decir, estamos pasando de «tiempos mejores» a una promesa de «Chile en marcha». Le permite decir estamos poniendo «Chile en marcha», crecimiento económica, inversión, aumento en las remuneraciones.

-¿Entonces, es más realista «Chile en marcha» que los «tiempos mejores»?

-Es más empático con el sentimiento de la opinión pública. El gobierno tiene que buscar que hacia el año 3, antes de las elecciones municipales ya esté instalada la idea de que Chile sí llegó a los «tiempos mejores».

-Hace unas semanas murió el comunero mapuche Camilo Catrillanca y, tras ello, se llamó a retiro a varios carabineros y el Gope salió de La Araucanía. ¿Eso ayuda a mejorar la percepción de la gente?

«Tiempos mejores» tiene una doble condición: las expectativas económicas y la expectativa de orden. Eso es el contraste de cómo se veía al gobierno anterior. Lo que hizo Catrillanca y la situación de las Fueras Armadas han generado una sensación de desorden institucional, que se ve reflejado en la aprobación de las instituciones. Son señales positivas para el gobierno pedirle la renuncia a los generales, en hacer los cambios en La Araucanía. Lo que hay que hacer es avanzar de forma mucho más decidida en la modernización tanto de carabineros, como de las FF.AA.

El gobierno tiene que buscar que hacia el año 3, antes de las elecciones municipales ya esté instalada la idea de que Chile sí llegó a los ‘tiempos mejores'».

-¿Cuál es el balance que hace del gobierno? Considerando que ya el próximo año se debería sacar adelante la reforma tributaria, previsional y laboral.

Un 40% que, es más o menos lo que ha tenido esta gobierno, es una buena aprobación, sobre todo si uno mira el contexto internacional. Ese 40% es la tercera mejor aprobación de un Presidente, solo superado por Vizcarra del Perú y Trudeau en Canadá, más abajo está Trump, May, Merkel, Macron y Macri. Hoy día gobernar con popularidad es un bien escaso en el mundo. Es una buena aprobación y el gobierno tuvo un buen año, pero sí un año de contrastes muy significativos. Un gobierno que partió con la mejor aprobación, pero que cierra con una de las aprobaciones más bajas producto del contexto. El gobierno, y principalmente Piñera, al final es en parte víctima de las propias expectativas que él genera.

Hay que ver es si (Lavín) logra transformar estos atributos que son muy bien valorados en un alcalde, en atributos que sean bien valorados para un candidato presidencial».

-¿Entonces el gobierno enfrentará las reformas con un escenario a su favor?

-El próximo año va a ser complejo para el gobierno porque, aunque es una buena aprobación el 40%, sabemos que el próximo año es más difícil. Es un año donde la desaprobación empieza a aumentar, se empiezan a frustrar ciertas expectativas, manejar la coyuntura se hace más complejo, los equipos están algo más acostumbrados al trabajo y quizás falta capacidad de reacción a la coyuntura. En general en los años dos la aprobación tiende a caer y cae a sus mínimos. Eso puede complicar al gobierno.

-Por lo tanto, el próximo año la aprobación podría ser  más baja.

El próximo año vamos a ver niveles de aprobación definitivamente más bajos que este año, pero está dentro de un proceso que es normal. Eso tiene un impacto sobre la capacidad de los gobiernos para poder avanzar en su programa, se hacen más complejas las negociaciones, pero al mismo tiempo incentiva al gobierno a llegar a acuerdos. En ese contexto, en la reforma tributaria principalmente, el gobierno va a tener que atraer a sectores especialmente de la Democracia Cristiana para allanarse a la aprobación del proyecto. En la reforma previsional veo que es más fácil llegar a un acuerdo.

-¿La oposición puede sacar beneficios de la baja de aprobación del gobierno?

-La oposición está viviendo una crisis significativa, no solo por la división y lo dijo muy bien Camila Vallejo, la oposición tampoco es mayoría en el Congreso porque evidentemente hay varias oposiciones. La oposición del Frente Amplio, de la Nueva Mayoría sin la Democracia Cristiana, los radicales juegan un partido distinto también, están los regionalistas. Hoy día, la oposición no tiene mayoría en el Congreso, el gobierno tampoco la tiene, pero eso le da una ventaja para poder negociar y poder aprobar sus proyectos. Además, cuando pierdes una elección de forma tan significativa, genera conflictos, es un proceso normal de rearticulación, que dura hasta más o menos comienzos del tercer año, cuando hay que empezar a tomar decisiones en relación a las listas municipales.

«Lavín está en temas que responden a necesidades de país desarrollado, ha superado el debate de país de clase media»

-El personaje político con la mejor evaluación fue Joaquín Lavín, ¿cómo se explica? ¿Se puede seguir proyectando?

-La gente no lo está evaluando como un político tradicional. Logra algo parecido a lo de la Presidenta Bachelet, especialmente después de su primer gobierno. La gente no lo evalúa como un político, sino que como un actor que está hablando en un tono distinto, está girando en un dial diferente. Si la política está en AM, Lavín está en FM. Y para sintonizar en el tono que están evaluando a Lavín hay que escucharlo de una manera distinta. Está en otros temas, no está en los de la política, está en los temas de los perritos, la inclusión social, en los temas ciudadanos. Son los temas más bien que responden a necesidades de país desarrollado, ha superado el debate de país de clase media. Eso ha sido muy exitoso.

La gente no lo evalúa como un político, sino que como un actor que está hablando en un tono distinto, está girando en un dial diferente».

-¿Eso lo ayuda a cimentar sus pasos a La Moneda?

-Falta mucho, porque evaluación positiva no significa intención de voto necesariamente, y lo que hay que ver es si logra transformar estos atributos que son muy bien valorados en un alcalde, en atributos que sean bien valorados para un candidato presidencial. Ahí también aparecen otros atributos que son importantes como, por ejemplo, autoridad, liderazgo, capacidad para enfrentar crisis. Son cosas que tienen un estándar presidencial que hay que ver si es que Joaquín Lavín logra transformar desde esta figura más cercana asociada a un alcalde a algo con más estatura presidencial o de estadista.

-En la oposición, la ex Presidenta Michelle Bachelet es la figura con mejor evaluación pero finalizó su gobierno con cifras bajas. ¿A qué se podría deber ese aumento?

-Dejamos de evaluar a la Presidenta Bachelet como Presidenta y ahora la evaluamos en un contexto diferente. Su nueva posición en la ONU sin duda que es un cambio tremendamente positivo para ella. No hay un buen recuerdo de su gobierno, pero creo que sí logró volver a conectar con la opinión pública.

«Si la figura de la ex Presidenta Bachelet sigue opacando a que surjan otros liderazgos, va a ser compleja la rearticulación del sector»

¿Que la ex Presidenta siga siendo el principal liderazgo de la oposición dificulta la aparición de nuevas figuras?

-La oposición necesita generar nuevos liderazgos y, si la figura de la ex Presidenta Bachelet sigue opacando a que surjan otros liderazgos va a ser compleja la rearticulación del sector, salvo que la Presidenta Bachelet esté disponible a volver a liderar un tercer proceso.

-Del sector, después de la Mandataria aparecen Heraldo Muñoz y el senador Ricardo Lagos Weber, que se les ha asociado a un perfil dialogante. ¿Ese es el camino que debería seguirla oposición?

-Parte de lo que quiere Chile es diálogo. Heraldo y Ricardo Lagos Weber lo han hecho bien en ese contexto, pero al mismo tiempo, Chile quiere posiciones claras sobre los temas que sean relevantes para ellos. O sea, cómo tienen la capacidad de liderar la agenda. Van en la ruta correcta y a ellos los he escuchado en esto de buscar volver a conectarse con los problemas de la gente y ofrecer un programa de gobierno que conecte con esa realidad.

Parte de lo que quiere Chile es diálogo. Heraldo y Ricardo Lagos Weber lo han hecho bien en ese contexto, pero al mismo tiempo, Chile quiere posiciones claras sobre los temas que sean relevantes para ellos. O  se,a cómo tienen la capacidad de liderar la agenda».

-¿Cuál es su balance para la oposición?

-En términos generales, que la Presidenta Bachelet está más cerca de no querer liderar un tercer proceso y abre ese espacio de que esta será la primera elección presidencial sin Bachelet y sin Piñera en 20 años. Lo que va a generar es que haya una intención de muchos de poder ser quien tome esa posta, la de Piñera o la de Bachelet. Eso va a generar tensiones sobre todo en la oposición y más aún si es que nadie logra despegarse de forma muy significativa, porque si estamos todos en el mismo barrio y no hay un liderazgo muy claro, lo que va a haber es mucha tensión entre ellos y que no va a ser bueno para la rearticulación. Además, a medida que avanza el tiempo van a tener que tomar decisiones estratégicas principalmente para las elecciones de alcaldes y gobernadores, eso es un factor de unidad, que ayuda a sanar heridas y a rearticularse.