Una estrecha amistad con una importante “trizadura” ha tenido la relación de dos décadas entre la Presidenta Michelle Bachelet y el recién asumido ministro del Interior, Mario Fernández, quien reemplazó al renunciado Jorge Burgos.
Ambos se conocen desde que durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle él se desempeñara como subsecretario de Guerra, y Bachelet era asesora en las Fuerzas Armas. Dichas labores marcaron la primera de varias similitudes que comparten: su pasión por los temas de defensa, área en la que son dos de los principales especialistas de la Nueva Mayoría.
En 2000, con la llegada de Ricardo Lagos al Gobierno, fueron colegas en el gabinete, Bachelet como ministra de Salud y Fernández de Defensa. Dos años después él fue cambiado a la Secretaría General de la Presidencia y ella lo reemplazó en Defensa, y se convirtió en la primera mujer latinoamericana en ese cargo, que tenía, además, un fuerte simbolismo por ser hija de un general de la FACH muerto en dictadura.
Ese cambio fue trascendental para su carrera política, ya que nació el “fenómeno Bachelet” luego de que en unas inundaciones apareciera encima de un tanque Mowag dirigiendo los operativos militares.
Mario Fernández, el anfitrión de Bachelet en Alemania
Fernández duró apenas un año en la Segpres y en mayo de 2003 fue nombrado por el Presidente Lagos como embajador en Alemania. Ese cargo sería clave para la relación Fernández-Bachelet, ya que ella viajó a ese país en octubre de 2003 en visita oficial como ministra de Defensa, un mes antes de renunciar para ser candidata presidencial. Él fue su acompañante protocolar en todo el trayecto.
El embajador la llevó a visitar la ciudad de Postdam, ubicada a 30 kilómetros de Berlín, donde vivió Bachelet en la década de los 70’ –entonces de la RDA- tras exiliarse del país. Bachelet conservaba gratos recuerdos de su estancia en dicho lugar, donde su madre Ángela Jeria laboró en el Museo Prehistórico, y ella iba diariamente a Berlín para trabajar como asistente de un médico.
“Tanto si le gusta o no al lector, el tiempo que pasé en Potsdam y en Leipzig fue muy feliz. Por supuesto tiene una relación muy directa con mi experiencia personal: tenía 23 años, pude seguir mis estudios, me casé y tuve mi primer hijo”, señaló Bachelet en agosto de 2006.
En ese viaje de 2003, la entonces ministra de Defensa compartió con Fernández dos de sus pasiones en común: el amor por Alemania y por la música. El ahora ministro hizo un doctorado en filosofía en la Universidad de Heidelberg, y tiene una completa colección de discos musicales, al igual que la Mandataria.
La píldora que quebró la relación entre Fernández y Bachelet
Sin embargo, el quiebre en la relación llegaría en 2008 cuando siendo Mario Fernández ministro en el Tribunal Constitucional acogió el requerimiento presentado por la Alianza que buscaba prohibir la distribución gratuita en los consultorios de la «píldora del día después». Ello fue un duro golpe para el primer gobierno de Bachelet, que buscaba garantizar el acceso en el sistema público de salud al medicamento de anticoncepción de emergencia.
Fernández hizo una extensa y muy argumentada defensa de su votación, producto de su más profunda convicción, en que señaló que “con la errada afirmación que no siendo el que está por nacer persona, podría afirmarse también que el inciso que prohíbe la aplicación de todo apremio ilegítimo, no afectaría a las personas”.
También planteó que la “dimensión jurídica de la dignidad se encuentra en la consagración positiva de los derechos fundamentales, entre ellos, del derecho a la vida. De lo dicho se desprende la gravedad que encierra la vulneración de la dignidad humana inmersa en la vida, especialmente cuando ella es accionada por el Estado”.
Sin embargo, ayer mostró su pragmatismo político y lealtad con el programa presidencial, al afirmar que “suscribía” al proyecto de aborto con tres causales que impulsa Michelle Bachelet y que se discute en el Congreso. “Estoy de acuerdo con las iniciativas del gobierno», agregó. En este tema discrepa del ministro Burgos, quien dijo que estar en contra del aborto en la causal de violación, lo que generó amplia polémica al interior del oficialismo.
El ministro conciliador
En el TC lo recuerdan como un ministro “muy conciliador que armonizaba posiciones antagónicas”, y que buscaba siempre generar consenso entre las partes antagónicas. También lo describen como alguien que votaba en conciencia los fallos, según sus convicciones personales y jurídicas, y no según su pertenencia política concertacionista.
De ello dio cuenta no sólo en el fallo de la píldora del día después, sino también en otros como la ley de isapres y en el rechazo a declarar inconstitucional un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para financiar el Transantiago que pedía precisamente el gobierno de Bachelet.
“Es el ministro que más ha votado en conciencia en el TC”, señalan fuentes del organismo que laboraron con él entre 2006 y 2011. Lo describen como alguien que trabaja por encontrar los puntos en común entre posturas divergentes, y que conversaba mucho para escuchar otras opiniones diferentes.
En ese sentido, lo ubican en la vereda contraria a cualquier actitud prepotente, intolerante o de “retroexcavadora”, término que instaló en la Nueva Mayoría el senador del PPD, Jaime Quintana.
Fernández, el opus dei alemán que se opone al divorcio
Esa fuerte convicción por el derecho a la vida del ahora ministro del Interior está en línea con su fuerte vocación católica, y con su pertenencia al opus dei, congregación religiosa a la que conoció cuando llegó de embajador en Alemania.
Según quienes lo conocen, el opus dei alemán es diferente al chileno, ya que no se identifica con la elite alemana, que es luterana, sino con sectores de clase media que sufrieron fuertes violaciones a los derechos humanos con la Segunda Guerra Mundial.
El entonces estudiante de filosofía viajó hasta España para conocer la vida y obra de Escrivá de Balaguer, el fundador del opus dei. Ese vínculo lo llevaría en Chile a hacer clases de derecho constitucional y ciencia política en la Universidad de Los Andes.
El ahora ministro se opuso a la ley de divorcio porque la Iglesia Católica también se oponía. “No tengo idea de las razones teológicas, yo no soy teólogo. Creo en todo lo que dice el cardenal. Él es mi autoridad religiosa», señaló en 2002 cuando pidió restarse de la discusión sobre la ley de divorcio, mientras se desempeñaba como ministro Secretario General de la Presidencia de Ricardo Lagos.
Pero la molestia de Bachelet por el voto en contra de Fernández por la píldora y el Transantiago se le pasaría cuando lo nombró embajador de Chile en Austria en 2014 y de Uruguay en 2015, en reemplazo del comunista Eduardo Contreras, quien acusó a la DC de haber sido un partido golpista.
Máxima sería su sorpresa cuando ayer lo eligió como su ministro de Interior a sus 68 años, y cuando ya veía la jubilación política en el horizonte cercano, ya que hacía más de una década había salido de la primera línea en política. «Me encuentro muy emocionado», fueron sus primeras palabras al asumir.