«Hay ignorancia, se usan caricatura, una manera muy simplificada de entender la complejidad de las cosas». Así describe la ex ministra Mariana Aylwin lo que ve detrás de la frase que un sector instaló tras el estallido, «no son 30 pesos, son 30 años». «Tenemos mucha memoria, pero no de aquello que le da un sentido histórico a la trayectoria del país», señala la ex dirigenta DC a 30 años del retorno de la democracia que se concretó con la llegada de su padre, el Presidente Patricio Aylwin a La Moneda.

La líder de Progresismo con Progreso, el ex ministro José Antonio Viera-Gallo (PS), y el analista político Sergio Muñoz Riveros,  participaron junto a la periodista Magdalena Olea, en el especial que La Mirada Líbero en Agricultura realizó por los 30 años. En la oportunidad no solo subrayaron los avances logrados en la transición sino que también cómo este tema hoy adquiere mayor valor en medio de la crisis que vive el país.

Hace tres décadas, Aylwin participaba en una reunión sobre coyuntura en el ministerio de la Secretaría General de la Presidencia y colaboraba con los discursos de su padre -labor hacía junto a la historiadora Sol Serrano-. «Como asesora externa», aclara, «lo que me permitió tener una cierta libertad de mirada de ese tiempo».

Cambiar las reglas del juego de la Constitución, del sistema económico, eso se fue haciendo durante muchos años. Entonces, es una caricatura decir que aquí lo que hay es la continuidad de la dictadura de Pinochet y la continuidad de su modelo. Ninguna de las dos cosas es verdad», señala Mariana Aylwin.

Y hoy cuando un sector de la izquierda, incluso dirigentes que trabajaron en los gobiernos de la Concertación, reniegan de lo realizado, la ex diputada retruca ese discurso: «Hay una desvalorización de lo que fue la transición chilena. Es como si hubiese sido una transición espuria, con un dictador que se quedó gobernando supuestamente con su poder por 8 años más hasta que se fue al Senado, y que era un asesino, que además había impunidad. Ahí, el discurso de la ultra izquierda, que nunca creyó en la democracia, se fue expandiendo, y dejamos que se fuera expandiendo. Porque efectivamente hubo gente que no quiso que hubiera plebiscito (del 88), sino que querían, en lo posible, matar a Pinochet o creían que con pura movilización social iba a caer. Efectivamente la movilización social debilitó al gobierno, pero al final no era lo que se ambicionaba. Queríamos elecciones libres, queríamos nueva Constitución».

Aylwin agrega que se encontró una «salida dentro de la institucionalidad» que estaba en la misma Constitución del 80. «Esa fue una gesta muy heroica, no fue una transición espuria, fue la organización de la sociedad», remata. Y enumera: «Inscribir a 7 millones de chilenos en los registros electorales, derrotar el miedo, ganar el plebiscito del 88 en condiciones completamente adversas, ganar la elección un año y tanto después y poder hacer algunas reformas constitucionales que permitieron que el PC no estuviera proscrito».

Dsestime completamente a quienes buscan quitarle valor a lo realizado. «Cambiar las reglas del juego de la Constitución, del sistema económico, eso se fue haciendo durante muchos años. Entonces es una caricatura decir que aquí lo que hay es la continuidad de la dictadura de Pinochet y la continuidad de su modelo. Ninguna de las dos cosas es verdad».

Fue una gesta muy heroica, no fue una transición espuria, fue la organización de la sociedad», subraya Aylwin.

Sobre la era de la Concertación, Sergio Muñoz agrega: «Estamos hablando del periodo de mayor progreso en la historia reciente del país». Plantea que ese período «permitió que la centroizquierda, incluso la izquierda que gobernó con Salvador Allende se reivindicara como una fuerza política responsable. Y pienso en el Partido Socialista que gobernó con Aylwin, con Frei y Lagos, y que demostró que podía gobernar sin llevar al país a la crisis. La Concertación mostró que podía gobernar de manera fructífera». Y añade: «Se cometieron errores, hubo deficiencias, pero el camino que representó la Concertación se demostró que era el adecuado».

El también columnista subraya que desde le gobierno de Aylwin en adelante se buscó «articular de manera productiva la democracia y la economía de mercado, porque esa era la posibilidad de la inclusión social, en donde el país avanzó muchísimo. Entonces, el que hoy se ponga énfasis en aquello que no se hizo y que se deje de ver lo que sí se hizo, lleva a perder de vista los avances».

La Concertación permitió que la centroizquierda, incluso la izquierda que gobernó con Salvador Allende, se reivindicara como una fuerza política responsable», apunta Sergio Muñoz.

«Me siento muy interpretado por los dichos de Mariana y me duele cuando dicen  aquello de los 30 años», acota el ex ministro y ex parlamentario, José Antonio Viera-Gallo. Plantea que «en general, la generación que sigue es contestataria a la precedente». Sobre las actuales demandas, señala: «Es muy propio de los países que progresan, que en momentos de mayor progreso, hay mayor rebeldía. Cuando hay muchas dificultades para vivir, la gente no tiene tanto tiempo ni preocuparse tanto para protestar. Cuando yo tengo solucionado ciertos problemas básicos, obvio que puedo protestar».

Ante las dificultades la gente vuelve a su ideología, porque es lo más fácil, porque yo me creo un mundo propio y si la realidad no está de acuerdo con mi mundo, mala suerte, y así el mundo no avanza, no progresa», analiza Viera-Gallo.

Agrega un punto sobre el fin de la Concertación: «No se renovó a tiempo. El único intento de renovación no fue del todo exitoso, que está simbolizado en la figura de Michelle Bachelet». Agrega: «Hubo por parte de nosotros, y me incluyo por cierto -si bien la derecha impidió muchos cambios- quizás no la suficiente astucia o insistencia o voluntad para impulsar cambios».

Sobre la situación actual, Mariana Aylwin plantea que hoy es fundamental «el fortalecimiento de la democracia». «La búsqueda de acuerdos es lo que permite avanzar y ese fue básicamente el gran aporte de la Concertación». Pero constata que el país, en los últimos años, «se fue reideologizando y fue perdiendo la capacidad de buscar acuerdos. Entonces, hay quienes quieren imponer sus ideas sobre los otros y eso ha hecho que este país se estanque y no progrese. Al contrario de lo que pasó durante muchos años, que con problemas y con errores, se avanzó porque hubo capacidad de ponerse de acuerdo».

Punto en el que concuerda Viera-Gallo: «La política tiene que ser un poco más pragmática y más realista, y suele suceder no solo en Chile sino que en América Latina, que ante las dificultades la gente vuelve a su ideología, porque es lo más fácil, porque yo me creo un mundo propio y si la realidad no está de acuerdo con mi mundo, mala suerte, y así el mundo no avanza, no progresa». 

 Sobre los desafíos par el país, Muñoz destaca: «Estado de Derecho. Ese es el primer compromiso que permita unir a distintos sectores. Eso está más allá de las opciones del plebiscito. Estoy convencido que tanto los que están dispuesto a apoyar el apruebo o el rechazo, en algún momento tienen que entenderse, porque necesitamos pactar las reglas de la democracia hacia adelante, para que sea duradera, para que permita el progreso económico, el progreso social, el avance cultural del país».

*Versión editada para formato escrito. Si quieres revisar el especial completo pincha acá en La Mirada Líbero en Agricultura

 

 

 

 

 

 

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