El asesor en comunicaciones, Antoni Gutiérrez-Rubí, detecta una gran «carga emocional» en la emergencia mundial provocada por el coronavirus. «Esta es una crisis sanitaria que tiene unas consecuencias sociales, económicas y también políticas que tendrán un enorme impacto emocional (…). Esta crisis pone a examen la inteligencia emocional de nuestros liderazgos, aquellos que no sepan empatizar, entender las dudas, el miedo, la ansiedad, las preocupaciones, entender los estados de ánimo de sus ciudadanos, aunque legítimamente tenga la capacidad de gobernar, no tendrán la legitimidad adicional que se necesita en una crisis de estas características, la capacidad de comprender y gestionar el abanico profundo de emociones», dijo este miércoles en el diálogo «El liderazgo político bajo las actuales circunstancias mundiales» de la Cátedra Ampuero de la Universidad Finis Terrae.

Gutiérrez-Rubí es autor de una veintena de libros, entre ellos Gestionar las emociones políticas (Gedisa, 2019), y varios artículos en los diarios La Vanguardia, El País, Univisión y otros medios de comunicación. Destaca por ser fundador y director de Ideograma, consultora de comunicación con más de 34 años y con sede en Barcelona (España), con sucursales en Chile, Argentina, Ecuador y República Dominicana. Así, la función de Ideograma se centra en «estrategias globales», prestando servicios de comunicación a gobiernos, políticos, entidades sin ánimos de lucro, empresas, entre otras organizaciones. De ahí que sea un profundo conocedor de las lides políticas. Hoy, el asesor recomienda optar por los liderazgos «empáticos», los cuales se diferencia de los «simpáticos», como una fórmula de acercamiento a la ciudadanía. «No estamos hablando de capacidad de persuasión, estamos hablando de capacidad de comprensión, que es otra cosa».

«Esto va a ser clave para gobernar la complejidad en la que estamos en este momento», explicó en la conversación, a distancia, moderada por el director de El Líbero, Eduardo Sepúlveda, y que contó con la participación del embajador de Chile en España, Roberto Ampuero, y del rector de la Universidad de Finis Terrae, Cristián Nazer Astorga.

Hay dentro del Rechazo y el Apruebo una división emocional en la sociedad chilena, de expectativas  respecto al plebiscito».

Para el experto en comunicaciones es primordial desmontar los prejuicios relacionados con la «emociones» en el terreno político. «¿Por qué son importantes las emociones políticas? En primer lugar, porque se subestiman, como las tendencias. Desde la política hay una mirada un poco displicente a lo emocional, basado en prejuicios: uno, que las emociones son materiales de segunda categoría, que son menos importantes que lo racional, son menos relevantes. Ese prejuicio es fruto de la ignorancia. Nuestro cerebro es profundamente emocional, nuestro cerebro piensa lo que sentimos… El segundo prejuicio tiene que ver con que las emociones son pasajeras, son superficiales», detalla.

Así, Gutiérrez-Rubí evalúa el escenario de Chile, a casi un año de las protestas de 2019 y a pocos meses del plebiscito. «Hay dentro del Rechazo y el Apruebo una división emocional en la sociedad chilena, de expectativas  respecto al plebiscito. Eso no es un tema menor porque después del estallido social ha venido esta pandemia, que ha dejado un manto de miedo y preocupación, de ansiedad en la gente».

Según su lectura de las encuestas, las emociones asociadas al Apruebo y al Rechazo son equidistantes. «El apruebo está concentrando mayor positividad, confianza, expectativa del futuro. Y los electores que están con el Rechazo están transmitiendo y mostrando mayor preocupación, tristeza, enojo. Por tanto, hay dentro del Rechazo y el Apruebo una división emocional en la sociedad chilena, de expectativas respecto al plebiscito», razona.

Detectar a tiempo las tendencias que van a llegar permite dos cosas: uno, prepararte adecuadamente para el cambio, entender lo que va a venir, comprender a fondo el cambio y ganar un tiempo imprescindible».

Su enfoque está en la detección y comprensión de las tendencias emergentes. Considera que no es necesario «medirlas», sino «valorarlas». «Creo que las tendencias son más o menos importantes en función de su porcentaje de penetración en el momento en que se detectan. No, una tendencia no es importante por su porcentaje, sino por la velocidad y la aceleración con la que crece, con la que va a llegar, con la que va a cambiar y modificar la realidad que hoy (…). Detectar a tiempo las tendencias que van a llegar permite dos cosas: uno, prepararte adecuadamente para el cambio, entender lo que va a venir, comprender a fondo el cambio y ganar un tiempo imprescindible», explica.

Consultado en cómo no caer en la tentación del populismo, indica que un servidor público debe saber decir no. «Cuando yo hablo de atender, entender y comprender, no hablo sencillamente de dejarse llevar por una ola». 

El experto advierte los inconvenientes de ignorar una tendencia emergentes en la política: «Si el cambio llega con toda su energía y no te pilla preparado, te pones a la defensiva, levantas muros e intentas evitar que el cambio te supere, te contamine, te desborde o te renueve». Agrega que esto «no se detecta con encuestas», sino con otro «tipo de análisis que permita mirar más allá» y es indispensable realizar una «lectura atenta de las conversaciones y estados de ánimos de la gente, establecer nuevas relaciones causales».

Destaca que son importantes porque una «política orientada al servicio público, al interés general, no puede estar ajena, a un margen, desconectada de las demandas sociales».

«Aceptemos que las ideologías nos dan las respuestas, pero este es el momento de las preguntas»

El consultor político advierte que no se puede «gobernar solo», aunque también cree que el afán de los líderes por obtener reconocimiento de la sociedad a cualquier coste suele ser contraproducente. «Cuando se tiene una profunda convicción en unas ideas, en unos valores, en unos principios: más unidad que nunca, porque la presión por querer que la sociedad se parezca a ti, te acabe dando la razón, te aleja definitivamente del servicio público». Y acota: «Aceptemos que las ideologías nos dan respuesta, son una mirada o arquitectura ética, política, con la que uno tiene respuesta (…) Estamos en un mundo donde lo importante es la pregunta, no la respuesta que ya tenemos; la respuesta que nuestra ideología nos arma y nos ofrece, y nos da tanta seguridad».

Opta por una política que sea capaz de construir un relato colectivo, entendiendo que la nación «empieza en la casa», en «mi barrio», en «mi ciudad». «La política que no se ocupa de la cotidianidad de la gente, no tiene la capacidad transformadora ni la capacidad solidaria que se necesita cuando se quiere servir al interés general». Opina que una «gran lección de las emociones» es «volver a ver el metro cuadrado, el espacio mínimo y personal» de los ciudadanos para pensarlo políticamente. «Pensar, por ejemplo, en un tema central en nuestras sociedades contemporáneas como la soledad. Hay temas que son absolutamente determinantes en la vida de las personas, los que muy pocas veces la política da una mirada, un mensaje. Voy a poner solo dos ejemplos: la soledad y la alimentación», en todas sus dimensiones.

De acuerdo con esta premisa considera como «muy saludable» esta oleada política que emerge de abajo hacia arriba.

La política que no se ocupa de la cotidianidad de la gente, no tiene la capacidad transformadora ni la capacidad solidaria que se necesita cuando se quiere servir al interés general».

Respecto al liderazgo del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, que recientemente se declaró «socialdemócrata»; el experto prefiere no referirse al caso específico. «Me parece que, en general, y no hablo de este caso, sino de otros, prestamos atención a la parte más chistosa. Deberíamos, en general, alejarnos de las reacciones inmediatas. Yo evito ver el mundo, comprender lo complejo, en base a reacciones, porque estoy seguro que me voy a equivocar; sería bueno más escuchar las ideas de fondo. La política contemporánea tiene que hacerse más preguntas».

Cree que en las redes sociales son como las «cámara de eco» y el reforzamiento de los sesgos: «Es cierto que el 10% de los usuarios protagonizan el 90% de las conversaciones, que hay una sobrerrepresentación de las polarizaciones, alimentadas por el algoritmo de las compañías y de las redes sociales que te quieren ir enganchado, estimulando una paciencia cognitiva muy limitada de cuatro  o cinco segundos, y la única manera que tienen es a través del reforzamiento de sesgos y estimulando la cámara eco».

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