Joseph Ramos, ex decano de la Facultad de Economía y Negocios, profesor de dicha casa de estudios, doctorado en economía en la Universidad de Columbia, admite haber votado por la Presidenta Michelle Bachelet, pero le puso nota 3 a la situación económica del país el año pasado. Ahora analiza para “El Líbero” la inédita destitución, en 25 años, de un ministro de Hacienda, como fue el caso de Alberto Arenas, y los desafíos de su sucesor Rodrigo Valdés; las proyecciones económicas y la reforma laboral, entre otros temas.
-¿Cuál es su análisis de la salida de Arenas y la llegada de Valdés?
-Creo que fue un paso positivo, porque el ministro Arenas desafortunadamente generó insuficiente confianza en los agentes económicos, y estaba perjudicando la recuperación económica. Por el lado más positivo, creo que es difícil de haber encontrado alguien mejor que Rodrigo Valdés. Tiene una preparación estupenda, no solo graduado de la U. Chile, es doctor en el MIT, director de estudios del Banco Central, asesor principal en políticas macro en el primer gobierno de Bachelet, alto cargo en el FMI, trabajó varios años en BTG-Pactual, en EE.UU. Tiene una variedad de experiencia más capacidad que creo lo deja en muy buen lugar. Obviamente, lo importante del cambio va más allá de la persona. Es de esperar que esto permita una actitud más clara de Hacienda de que el crecimiento es tan prioritario como la equidad. Creo que se había desperfilado el tema del crecimiento. Por otro lado, el cambio de cara permite que, tal vez, sea creíble una búsqueda proactiva de acuerdos con el sector privado, que creo que es fundamental para que todos rememos juntos. Crecimiento no es a expensas de otras cosas, sino remando juntos en la misma dirección. Valdés no tiene el pasado de la discusión de la retroexcavadora, pero eso se tiene que producir en los hechos. Es difícil que la reacción del sector privado, de todos los analistas y de los economistas pudiese ser mejor.
-¿Cómo se recupera la confianza para volver a crecer?
-Con un cambio de actitud. Por ejemplo, en la reforma laboral es importante que haya una visión de Hacienda y no sólo de Trabajo. Creo que si se puede tratar de destrabar la aprobación o desaprobación de muchos proyectos de inversión, que dan vueltas en las comisiones de medio ambiente, salud, comunidades, Contraloría. No digo que haya manga ancha sino que se apruebe o se rechace rápido y no en dos años. Eso significa que el sector público tiene que trabajar literalmente 24 horas al día. Cuál es el problema, en tres turnos, y saquemos esto rápido. Una actitud así no solo es buena en sí, sino que muestra que se toma en serio el crecimiento. Que se liciten los proyectos de Obras Públicas, viviendas, hospitales, escuelas, que se construyan en dos y tres turnos de trabajo. Hay que mostrar inquietud por sacar las cosas rápido.
-Ud. dice que Hacienda debe entrar en la reforma laboral. ¿Qué debería cambiar en el proyecto?
-Hay al menos tres puntos preocupantes. El tema de los remplazos. La verdad es que no se ha abusado de reemplazos en el pasado, y como dice un dicho en inglés, si no está roto para qué arreglarlo. Una cosa sería si se estaría abusando del reemplazo, pero no es el caso. No considero un abuso del reemplazo que, si los cajeros automáticos no tienen plata, entonces frente a una huelga no se pueda contratar gente para reemplazar esos trabajadores. Ninguna empresa quiere trabajar con reemplazantes, y mientras más calificada la gente, menos. Pero hay operaciones urgentes que se tienen que hacer. Lo mismo en el Metro, en Codelco. Los mineros no son remplazables, pero los micreros que llevan los trabajadores del campamento a la mina se votan en huelga, y no se podrían reemplazar con el nuevo proyecto.
-¿Cuál es el segundo aspecto que no le gusta de la reforma laboral?
-Me parece definitivamente contraproducente extender los beneficios sólo a los sindicalizados. Cualquier gerencia de recursos humanos en el mundo dice que tener dos personas recibiendo diferente remuneración haciendo lo mismo es malo. Es más, uno podría llevarlo a la justicia y alegar discriminación. Actualmente, a los que se le extiende el beneficio tiene que pagar el 75% de la cuota, si quiere subamos a 90%, para evitar que unos hagan el esfuerzo y otros no, pero algo así mantiene el equilibrio.
-¿Lo tercero?
-Creo que no está claro cuál es el piso negociador. Si es el último contrato en términos nominales no veo problemas, pero si se entiende el mismo reajuste de IPC más el aumento hay un problema, porque la economía no siempre está bien y tiene recesión. Estos no son momentos buenos. No digo que Hacienda debe tener la última palabra, pero sería bueno escuchar voces en estos temas dentro del Gobierno en aras del crecimiento, y no solo las voces que están en el gobierno hablando en aras de la desigualdad.
-¿Cómo ve los indicadores macroeconómicos para este año?
-No muy buenos. Aunque creciéramos al 2,7%, la última estimación de los expertos del Banco Central, es mejor que el 1,9% del año pasado. Pero es bastante por debajo del crecimiento de los últimos 30 años, en torno 5%, y de lo que es el PIB potencial. No es un buen resultado. Desafortunadamente, el leve repunte que se dio en el cuarto trimestre del año pasado, respecto del tercero y de enero-febrero de este año, en marzo vamos en otra dirección. En enero crecimos 3%, en febrero 2%, en marzo 1,6%. Justo cuando el paciente había salido de la UTI a la UCI empieza a subir la fiebre de nuevo. Desafortunadamente la economía depende de cierta estabilidad y certidumbre, y eso introduce una incertidumbre, que debilita la fuerza de la recuperación. Creo que vamos a tener suerte de llegar a 2,7%.
-¿Ve o no recuperación de la inversión y el consumo este año?
-Lo que más me preocupa es el consumo porque no veo una recuperación de la inversión hasta que se recupere el consumo. Si bien el año pasado fue producto de la caída en la inversión, el precio del cobre, la discusión confrontacional de la reforma tributaria y la incertidumbre que se generó, hacia fines de año el consumo se frenó. En el tercer trimestre no creció en absoluto. La gente se empezó a asustar y eso es muy dañino. Había empezado a repuntar el consumo pero ahora ha vuelto, está creciendo al 1% -1,5%. Eso es muy débil. Uno invierte cuando se está acercando a cerrar las holguras de capacidad, y se han creado holguras de capacidad ociosa por los lentos crecimientos del año pasado y éste. Pienso que el consumo es lo primero y depende micho de las confianzas de los consumidores sobre el devenir económico. El consumo va a crecer 2-3%, eso es muy lento.
-¿Qué tan fuerte es esta recaída de febrero y marzo?
– Pienso que se va a detener. La economía crecerá en torno al 2,7%, lo que dice que los meses venideros van a tender a ser mejores, pero el hecho de se haya vuelto a desacelerar significa que la fuerza de la recuperación será más débil.
-¿Cuál es su estimación para el desempleo este año?
-Una de las cosas más afortunadas es que el empleo se ha portado relativamente bien, dado el frenazo del año pasado. Creo que no se despidió tanta gente como correspondía por el desempeño económico, por consiguiente, pienso que aunque la economía crezca 2,7% y fuera suficiente para mantener el desempleo atajado, dado que hay un bolsón de gente que se mantuvo en la empresa sin despedir, la recuperación del empleo será menor y el desempleo subirá medio punto respecto del promedio 2014.
-¿Medio punto más según la encuesta de desempleo del INE o de la U. Chile, que tienen diferentes resultados?
-En cualquiera de las dos.
-Sobre el debate de inactivos que han aumentado en la del INE, ¿tiene alguna reflexión?
-No lo he mirado de cerca. Pero diría que la creación de empleo asalariado, que es lo que más miro, en la última cifra del INE denota un crecimiento decente. En la U. de Chile sucede lo contrario. Son datos que uno no puede juzgar por un mes, pero la Chile está levantando una luz amarilla, por no decir roja, que el INE no tiene. Vamos a ver si se mantienen estos datos. Hoy es medio ambiguo. Si uno ve las cifras del INE no es un problema serio, si se tiene a la Chile sí.
-¿A quién creerle?
-Hay un margen de error. Según el INE a mitad del año pasado crecía la cuenta propia mucho y el asalariado poco, ahora es al revés. Prefiero ver la tendencia no de un mes sino de seis meses, algo más largo.
-Este año gastaremos 9,8% y creceremos 2,7%, el año pasado fue 6,5% versus un crecimiento de 1,9%. ¿Le preocupa el deterioro en las finanzas públicas?
-No veo un problema fiscal. Un un momento como este amerita una política contracíclica. Si el fisco gastara menos estaríamos creciendo menos, pero el problema que me preocupa es que el gasto público no ha logrado gatillar gasto privado. El desafío de una política contracíclica es que la inyección de recursos fiscales gatille gasto privado, que es el 80% de la economía, y eso no ha ocurrido. El problema es que se ha estado gastando y no ha gatillado eso. Mientras no gatille eso tiene impacto sobre el déficit mayor.
-¿Cómo ve la recaudación tributaria con el menor crecimiento?
-Se recaudará menos, cuánto no sé. Mi preocupación como recaudación tributaria es ojalá que se gaste en lo que se suponía que iba a ser, en la calidad de la educación, no en la gratuidad o el fin del copago, y mi temor es que se va gastando antes de llegar a la vena, que es la calidad.