Esta semana se realizó en La Habana la primera ronda de conversaciones entre los gobiernos de EE.UU. y Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas -quebradas el 3 de enero de 1961-, tras el histórico anuncio que realizaron en diciembre pasado el presidente Barack Obama y el general Raúl Castro.

Joaquín Fermandois, historiadorJoaquín Fermandois, historiador chileno, experto en relaciones internacionales e historia moderna,  académico de la Universidad Católica, e investigador del proceso revolucionario cubano, incluso  antes de que Fidel Castro se tomara el poder en 1959, analiza para “El Líbero” la relevancia histórica y política de este inédito acercamiento entre los dos países en 55 años.

Fermandois ha escrito varios artículos críticos del régimen castrista, pero también del embargo económico, comercial y financiero que impuso Estados Unidos el 19 de octubre de 1960 a la isla en represalia a las masivas expropiaciones, sin compensación, realizadas por el gobierno de Castro a las propiedades de ciudadanos y empresas norteamericanas, en pleno contexto de la Guerra Fría.

-¿Cuál es su reflexión sobre este anuncio de restablecimiento de las relaciones?

-La política aislada de EE.UU. tenía un origen histórico, que es un reflejo a sus necesidades e intereses. La gente pasa por alto que el embargo no es un resorte a disposición de la Casa Blanca porque hay leyes entre medio, está el Congreso. También está la expropiación que Castro llevó a cabo en 1960, que es más en dinero que lo que ha salido en la prensa (US$7 mil millones). Siempre cuando hay acuerdo se perdona una parte de la deuda.

-¿Qué pasa con la oposición de los exiliados cubanos en EE.UU?

-Los exiliados han tenido mucho poder porque tuvieron mucho éxito en EE.UU. Es una clase media que mantuvo la memoria de Cuba y fueron norteamericanos destacados, y tienen dos senadores y otros antes también. Por tanto, es cierto que entre los mismos cubanos en EE.UU. hay divisiones, y en el pueblo cubano, hasta donde sé, mucho más de la mitad no están con uno u otro. También pasa al otro lado. El embargo se había convertido en algo estéril, era objeto de rechazo en América Latina, incluso en sectores conservadores de derecha. He escrito mucho contra el embargo, salvo casos excepcionales.

-Ud.  señala  que el embargo se hizo por un contexto histórico que ya no está. Por lo tanto,  ¿levantar el embargo es razonable para la política exterior de EE.UU.?

-El embargo tenía varios motivos. Uno era la expropiación sin compensación, otra fue el tema político. Un tercero, que tiene cierta  justificación moral, es que toda la política de Cuba era dirigida contra EE.UU., que era el enemigo. Dicho eso, también hay otro factor, en estos últimos 10 años EE.UU. es un socio comercial de Cuba en sectores que no tienen embargo, como alimentos y medicinas. El embargo entraba en la ideología cubana, que decía que el contacto económico con el imperialismo era a favor del imperialismo y cumplía con su discurso de no tener relaciones con el imperialismo. Algo así pasó con la Unidad Popular, que tenía una estrategia antinorteamericana, antimperialista en el largo plazo pero quería en su política concreta seguir siendo ayudado por EE.UU., que fue cortando la ayuda. Algo así pasa con Cuba. El embargo desde hace mucho tiempo no tiene sentido. Se ha comprobado que, en general, la mayor intensidad de contactos debilita a las dictaduras, en general, no siempre, hay bastante excepciones, la mitad de los casos pasa.

-¿EE.UU. debería pedirle algo a cambio al régimen, como el respeto a los DD.HH.  antes de restablecer relaciones diplomáticas?

-Ha pedido algunas cosas, el tema de que no haya tanta persecución a los disidentes, porque eso es un tema muy sensible dentro de EE.UU. Debería ser un tema para los gobiernos latinoamericanos pero no se atreven a pronunciarse al respecto.

-¿Los derechos humanos podrían ser un obstáculo en las negociaciones?

-Es un tema. El régimen no puede permitir mucha disidencia. Es un régimen muy cerrado.

Cuba-¿Cómo  concilia, entonces, EE.UU. el interés de restablecer relaciones diplomáticas con la defensa a los derechos humanos?

-Va a ver un tira y afloja. Van a encarcelar gente, y por la presión norteamericana van a soltar de apoco.  Va a ver un juego del gato y el ratón por un tiempo.

-Hasta que…

-Hasta que pasen los Castro. No sé qué va a pasar después. Pero cambios van a tener que haber.

-¿Este acercamiento es una victoria política para el régimen de los Castro, que logró sentarse frente a EE.UU. en igualdad de condiciones luego de 54 años?

-Es una victoria ambigua para ambos. Los que criticábamos el embargo decíamos que esto le quita al régimen de los Castro parte de su patrimonio, de tener de blanco al imperialismo.  La última excusa se va. Poca gente la creía, pero las ficciones tienen un papel. Ni siquiera ahora van a tener la ficción. Y los gobiernos de EE.UU hace tiempo que querían hacer esto. Hasta donde sé, es La Habana la que no ha querido. Si ahora quiso es porque se preparan para un nuevo escenario.

-¿Cuál escenario?

-Que no estén los Castro pero que la doctrina continúe, con algunos cambios. Quieren ir ablandando el territorio.  Ha habido muchas negociaciones antes. Henry Kissinger en 1975 estuvo a punto de llegar a un acuerdo. También Clinton, pero Castro derribó dos avionetas más allá del límite de la soberanía cubana. Fue un acto barbárico hecho a propósito. Esos regímenes viven de cómo estar en estado de guerra. Si no están en estado de guerra se les va la justificación.

-¿Este acuerdo fue posible porque no estaba Fidel Castro en escena?

-Eso no sabría responderlo porque Fidel mostró flexibilidad en muchas situaciones. Se dice que Raúl es menos ideólogo que Fidel, no lo creo mucho, lo que pasa que tiene menos discurso. Pero es un hombre cerrado. Creo que  trata de encontrar una estrategia de supervivencia del régimen. Los hermanos Castro tienen claro que su fin biológico está cerca.

-¿Y el fin del régimen lo ve cerca?

-Hace tiempo que vengo diciendo que apenas mueran los Castro, pero se niegan a morir. Este tipo de dictadores que juegan con su muerte tiene vieja historia. Cuando murió Kim en Corea del Norte dije voy a esperar hasta mañana para confirmar. A veces juegan con la muerte para ver cómo reacciona la gente. Si alguien muestra cara de felicidad ya está purgado. Son viejas estrategias de la tiranía. Pienso que tiene que cambiar, como el modelo chino, pero que el aparato siga igual. Es posible que eso se produzca en Cuba. Quiero a Cuba y no quiero un desastre después de los Castro. Quiero que cambie ordenadamente, que no sea un Haití,  no creo que sea tan desastroso, pero podría ser como Rumania, que es un mundo de mafias.

-Este acercamiento de los Castro se da en contexto de que Venezuela se quedó sin recursos. ¿Hay  simple pragmatismo de sobrevivencia?

-Especulamos eso también, pero  no es que EE.UU. vaya a ayudar a Cuba económicamente, pero tener  relaciones con EE.UU.  facilita las inversiones,  si se levanta el embargo. También países europeos van a tener tranquilidad para invertir.

La Habana, Cuba-¿Qué gana el pueblo cubano con este acuerdo?

-Creo que de apoco más oportunidades materiales. Los disidentes podrían ganar, acentúo el condicional, podrían ganar más espacios.

-¿Por qué?

-Porque el régimen de Castro va a tener menos excusas para perseguirlos.

-¿Este acuerdo podría verse como la legitimización de EE.UU. al régimen de los Castro?

-No tiene por qué.  Aparece al comienzo sí, en primer instante. Castro gana eso, pero en un contexto de ocaso del sistema. Es un reconocimiento diplomático, pero que existía en la práctica a través de la Oficina de Intereses. Es como nosotros con Bolivia.

-¿Cuba debería reintegrarse a la OEA, entonces?

-Ellos no quieren, quieren destruir a la  OEA, que ha entrado mucho en irrelevancia.  Cuba puede seguir con su tesis  de no querer ingresar a la OEA, no la necesita, salvo que se le exija como contrapartida, pero no sería una exigencia lógica.

-¿Este acercamiento podría ayudar a la democratización de Cuba?

-Sí, podría, en condicional. Al régimen se le limita la doctrina de vivir con un enemigo. Castro lo dijo en el 59, “una revolución si no tiene un enemigo perece”. Este enemigo se le empieza a disolver. No sé cuántos cubanos creen en eso, el 90% no, pero a veces importa que el aparato crea, o que tenga ese discurso. Si ya no lo puede tener, las revoluciones comienzan cuando los propios que gobiernan han perdido fe en su legitimidad. Creo que no hay excepción a esa palabra sabia.

-En una mirada histórica,  ¿cómo se evaluará este acercamiento, como el golpe de gracia al castrismo o como su legitimación?

-Pienso que puede ser presentada como una victoria de los Castro pero es maquillaje y propaganda. No es victoria y no es derrota total tampoco. Es un intento para que el régimen sobreviva, o que algo del régimen sobreviva. La otra alternativa, que a Fidel Castro le interesaba era el desastre total, que después de ellos quedara un desierto, un país fallido. Es una posibilidad, que quieran desmantelar todo. ¿En el futuro los cubanos qué van a decir? Cuál fue nuestra época de oro, cuando fuimos  mundialmente conocidos? Con Castro. Y a Fidel ese aspecto histórico le importa  mucho. Es un hombre que se juega por la historia.

-¿Qué pasará con los discursos, movimientos y líderes antiimperialistas en América Latina ahora que Cuba se acerca a EE.UU.?

-Les quita fuerza. No es que lo haga desaparecer porque es una tentación latinoamericana fuerte, pero les quita fuerza, energía, porque se dan cuenta de que no pueden crear una alternativa marxista o que se le parezca o neomarxista como el sistema de Chávez que sea viable.

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