La ex ministra Mariana Aylwin se sumó este lunes a la extensa lista de los políticos extranjeros a los que el régimen de Cuba les ha negado durante sus casi seis décadas de existencia, el acceso a la isla por pretender reunirse con disidentes políticos y abordar las violaciones a los derechos humanos.

La militante DC quería viajar a La Habana para recibir un homenaje póstumo a su padre, el ex Presidente Patricio Aylwin, que le otorgaría la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, en una ceremonia donde le entregarían el premio Oswaldo Payá: Libertad y Vida.

A la actividad que se realizará hoy en la capital cubana, también estaba invitado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, pero se desconoce si el régimen lo dejará viajar. Al que le negaron también el ingreso ayer fue al ex presidente de México, Felipe Calderón, quien escribió en Twitter que «anhelo y me comprometo a luchar para que un día todos los latinoamericanos podamos vivir en libertad, justicia y democracia”.

Payá fue un destacado disidente cubano demócratacristiano que murió en 2012 en un extraño accidente automovilístico tras ser embestido, según el conductor del vehículo, el español Ángel Carromero, por un auto de la policía política castrista.

Tras la negativa del ingreso a Mariana Aylwin, el gobierno chileno aseguró que «hará presente a las autoridades cubanas su malestar» y que «llamará a informar» al embajador en La Habana.

La ex ministra recibió el respaldo de parlamentarios de diversas tendencias políticas, excepto del Partido Comunista, que la acusó de querer “provocar” al Ejecutivo con su visita, y de enlodar las relaciones de la DC con el PC, según afirmó el diputado Daniel Núñez.

Los vetados por el régimen castrista

En la larga lista de vetados por la dictadura cubana -entre los que destaca el senador Patricio Walker, a quien le han negado la visa cinco veces-, está el socialista Jaime Naranjo, quien como senador pretendió visitar la isla en 2003 para reunirse con el cardenal de La Habana y Oswaldo Payá, pero le negaron el ingreso dos veces.

El incidente escaló a una trifulca diplomática mayor, ya que la Cancillería chilena decidió aplicar el principio de reciprocidad y puso en duda las visas para la delegación cubana que asistiría el 11 de septiembre de 2003 a conmemorar el 30 aniversario de la muerte de Salvador Allende.  Incluso, hasta peligró la asistencia del cantautor Silvio Rodríguez, quien cerraría el evento en el Estadio Nacional.

El Presidente Ricardo Lagos levantó la voz y aseguró que “en materia de derechos humanos aprendimos que no debe haber fronteras. Los países tienen que ser muy transparentes en el tema de derechos humanos”.

En un duro contraataque, Fidel Castro dijo que si se vetaba a un solo miembro de la delegación no viajaría nadie, incluyendo Rodríguez. Finalmente, el evento se realizó con la presencia de los cubanos y al senador Naranjo recién lo autorizaron a viajar a la isla cuatro meses después, en enero de 2004.

En conversación con “El Líbero”, Jaime Naranjo aborda el vetó que le tocó vivir, el de Mariana Aylwin, la situación de los derechos humanos en el régimen cubano y de sus defensores en Chile.

– ¿Qué le pasó en su viaje a Cuba en 2003?

– Conjuntamente con los senadores Jorge Pizarro, Mariano Ruiz-Esquide, Carlos Ominami y Ricardo Núñez formamos un grupo para ver la situación de los DDHH en Cuba, ya que había diversas quejas. Sin embargo, a los cuatro restantes le autorizaron la visa y a mí me la negaron porque había intervenido en la sala del Senado denunciando la violación de los derechos humanos en Cuba. En septiembre de ese año se cumplían 30 años de la muerte de Allende, y la fundación y diversas organizaciones estaban preparando un homenaje en el Estadio Nacional, y el artista estelar era Silvio Rodríguez. Recuerdo que a fines de agosto o principios de septiembre se me acercó Isabel Allende y me dijo que por culpa mía la canciller Soledad Alvear había tomado la decisión de que si Cuba no me daba la visa no le iban a dar la visa a Silvio Rodríguez en represalia. Me acusó de ser el responsable de que Silvio no entrara, y le respondí que no tenía responsabilidad ni sabía de la decisión de Alvear. Carlos Ominami hizo gestiones en la embajada de Cuba y en enero de 2004 me permitieron ingresar a Cuba. Conversamos con el cardenal de La Habana, con Oswaldo Payá, y el presidente de la comisión de DDHH. Fidel Castro no nos recibió ni nos tomó en cuenta para nada. Nos hizo un desaire. Tuvimos una cena con Ricardo Alarcón, que era el presidente del Parlamento cubano, y fue una pelea a grito limpio. Nos enrostró cómo era posible que senadores socialistas cuestionaran los derechos humanos en Cuba. Llegó un momento en que pegué un golpe fuerte en la mesa y dije, ‘miren, o estos ataques se acaban o nos devolvemos a Chile inmediatamente’. Ahí los cubanos reaccionaron. Fue una situación bastante incómoda. El vicepresidente era Carlos Lage, que se portó estupendo con nosotros, pero después cayó en desgracia.

– Han pasado 15 años y se repite lo mismo con Mariana Aylwin. ¿Cómo ve esta situación?

– Es una actitud absurda del régimen cubano. No logran entender que en el sistema que tienen establecido se violan los derechos humanos, y esa parte no logran captarla, y no perciben que gente que tiene cierta simpatía con ellos, como yo, Ricardo Núñez y Carlos Ominami, no íbamos a cuestionarlos, sino que queríamos hablar el tema con ellos para hacerles ver que le estaba provocando daño a su imagen internacional esta actitud tan severa en derechos humanos. Les hicimos ver que conversamos con el cardenal de La Habana, con Payá y no había habido ningún problema, por lo que debían permitir que cualquier persona que visitara Cuba tuviera la posibilidad de conversar con esas personas, pero ellos son muy cerrados. Esta visita de Mariana no le afectaba en nada al régimen, por el contrario, ahora les va a crear problemas. Nadie en Cuba se iba a enterar de esa visita. A Mariana no la conoce nadie en Cuba, ni estaban enterados de que ella iba y existía ese homenaje a don Patricio.

– ¿Cómo debería ser la respuesta del gobierno chileno?

– Muy severa, muy severa.  Me parece bien que hayan llamado al embajador porque frente a ese tipo de conductas hay que actuar muy duro. Además, partiendo de la base que recibimos enorme solidaridad en épocas pasadas por las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en Chile, por consiguiente, se debe actuar en concordancia con esa solidaridad internacional.

Naranjo: «Partiendo de la base que recibimos enorme solidaridad en épocas pasadas por las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en Chile, por consiguiente, se debe actuar en concordancia con esa solidaridad internacional»

– ¿Qué opina de quienes respaldan al régimen cubano en Chile?

– La última vez que vino el Dalai Lama, en 2006, yo era vicepresidente del Senado y la embajadora de China visitó a todos los senadores y diputados para que nadie lo recibiera. Fui el único parlamentario que lo recibió y hablé contra las violaciones a los derechos humanos en China, y los parlamentarios de derecha y de todos los sectores miraron para el techo. Entonces, seamos consecuentes, tengamos una mirada concordante. En China, en Cuba y en otras partes se violan los derechos humanos, pero no sólo ataquemos a Cuba porque es chica y nos olvidamos de China porque es una potencia. ¿Has visto a algún parlamentario criticar a China? A nadie. El embajador chino se encarga de invitar a delegaciones para que viajen allá.

– Un diputado comunista acusó a Mariana Aylwin de intentar provocar al gobierno…

– Me parece lamentable que la gente no quiera ver algo que es tan evidente, porque pierde credibilidad en las posturas y posiciones. Hay que tener una sola mirada. Podrán ser amigos, tenerles simpatías a Cuba o China, pero cuando se tienen dobles lecturas se desacredita la política y se pierde perspectiva. Si queremos ser consecuentes con la lucha que dimos contra Pinochet por las violaciones a los derechos humanos, no podemos ponernos cegueras y anteojeras para mirar lo que ocurre en Cuba, China u otros países sobre este mismo tema.

Naranjo: «Si queremos ser consecuentes con la lucha que dimos contra Pinochet por las violaciones a los derechos humanos, no podemos ponernos cegueras y anteojeras para mirar lo que ocurre en Cuba, China u otros países sobre este mismo tema»

– ¿Por qué hay gente que sigue apoyando al régimen castrista 60 años después?

– Son como esos amores románticos en que se enamoran de alguien y lo ama a pesar de que lo ha engañado, insultado, maltratado, y sigue igual de enamorado. Esos amores románticos no tienen explicación racional. Son cuestiones sentimentales pero no se pueden explicar. No se justifica que guarden silencio. Puedo entender que alguna gente tenga amor platónico por Cuba, romanticismo puro, pero hay un momento en que hay que pisar la tierra.

Jaime Naranjo ante los defensores del régimen cubano: «Son como esos amores románticos en que se enamoran de alguien y lo ama a pesar de que lo ha engañado, insultado, maltratado, y sigue igual de enamorado. Esos amores románticos no tienen explicación racional»

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