«Si la situación de la derecha es preocupante, la situación de lo que eran los partidos de la Nueva Mayoría es aterradora». Así describe el ex ministro secretario general de la Presidencia y militante DC, Genaro Arriagada, el actual escenario de los partidos del bloque opositor.

Asegura que el gobierno de Sebastián Piñera hay que «mirarlo, no hay que despreciarlo». Destaca, además, que el Mandatario está «abandonando las banderas de la derecha» y está mirando hacia el centro. Y sobre su colectividad, Arriagada valora la gestión de la mesa directiva liderada por Fuad Chahín. Si bien mantiene constantes conversaciones con el ex diputado por La Araucanía, precisa que «no tengo ningún cargo en la DC».

El ex secretario de Estado aborda con «El Líbero» la crisis de la centroizquierda y el escenario de la Democracia Cristiana en el 61 aniversario de la colectividad.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre la Democracia Cristiana?

Si uno mira las puras cifras electorales, la situación ni es tan mala porque sigue siendo el tercer partido del país. Primero Renovación Nacional, la UDI y después, bastante más abajo, la Democracia Cristiana. Pero con más votos que el Partido Socialista, menos parlamentarios, pero más votos. El problema es principalmente político y eso hace que la Democracia Cristiana haya tenido un proceso de decadencia electoral a lo largo de los años, muy fuerte.

-Entonces, ¿se termina generando un desgaste interno en la colectividad?

-Esto sería muy grave si la Democracia Cristiana fuera la única colectividad en crisis. En Chile hay una crisis generalizada del sistema de partidos. Yo vengo diciendo esto desde el año 1997 cuando escribí el libro «¿Hacia un big bang del sistema de partidos?» y donde decía que esto iba a estallar. Ahora, esa crisis la podemos dividir en dos: la crisis de los partidos que va desde la Democracia Cristiana hacia la izquierda y, otra que es menos evidente, pero que se está acumulando, que es la la que va desde Evópoli hacia la derecha. La crisis de la derecha está oculta bajo esta cosa maravillosa que es estar en el poder y en consecuencia es menos evidente en ellos.

-Pero la crisis se ha tendido a asociar más en los partidos de la ex Nueva Mayoría.

-La derecha en este momento está fraccionada en unas cuatro corrientes que son una derecha protofacista y autoritaria populista que la representa bien José Antonio Kast. Esa derecha obtuvo en la última presidencial casi 8% de los votos, más que la Democracia Cristiana. Además, representa una tendencia mundial, que yo la encuentro muy peligrosa, pero que tengo que reconocerla. Después, hay otra donde está el otro Kast (Felipe), que es Evópoli. Es una derecha liberal, muy abierta a temas nuevos. Surgen estos dos polos que son fuertes, y a continuación, hay dos partidos que tienen problemas orgánicos, que son Renovación Nacional y la UDI. El camino para la derecha no es fácil. Esa es mi impresión. Hay que pensar que llevan solamente 120 día de gobierno y tienen siete candidatos presidenciales.

La situación nuestra es muy dramática y no tiene visos de arreglarse pronto».

-En la Nueva Mayoría también son varios los nombres que han sonado para las presidenciales.

Si la situación de la derecha es preocupante, la situación de lo que eran los partidos de la Nueva Mayoría es aterradora porque es mucho más delicada. Tenemos varias fuerzas que es imposible que convivan en una unidad. Tenemos, a lo menos, tres sectores dentro de la centroizquierda que son más o menos equivalentes en poder electoral. Uno, es un polo más bien demócrata cristiano radical, que no digo que esté conformado, pero que se puede conformar. Y la suma del Partido Radical y la Democracia Cristiana hace la bancada de diputados más poderosa de la Cámara y son alrededor de un 15% de los votos. En consecuencia, es una fuerza significativa. Más a la izquierda, está la suma del Partido Comunista con el Partido Socialista, que juntos son, más o menos, un 15% de los votos. Y al otro lado, en permanente ebullición, está el Frente Amplio. Ahí hay 14 partidos con un 16%, 17% de los votos. Estamos divididos en tres y a eso le agregamos el PPD, que no se sabe dónde va a estar, porque si uno escucha a Heraldo Muñoz va a estar más cerca del centro y si uno escucha a Francisco Vidal va a estar más cerca de la izquierda. La situación nuestra es muy dramática y no tiene visos de arreglarse pronto porque para arreglarse tienen que haber cortes muy profundos.

La suma del Partido Radical y la Democracia Cristiana hace la bancada de diputados más poderosa de la Cámara y es alrededor de un 15% de los votos. En consecuencia, es una fuerza significativa».

-¿A qué se refiere con «cortes muy profundos»?

-Durante un tiempo largo, y eso fue una de las causas de la actual crisis, el país se tendió a crear arbitrariamente un sistema bipartidista, la derecha -Chile Vamos- y al frente la Concertación, y entre medio el sistema binominal que lo permitió. Creo que la política chilena tiene que caminar a lo que Andrés Allamand llama una política de cuatro esquinas y, a mi juicio, de cinco esquinas. ¿Qué sería esa política?: Una derecha cavernaria, como dijo Vargas Llosa, y una derecha liberal, esas serían las dos esquinas de la derecha. Al otro lado, uno podría decir que hay, a lo menos, dos esquinas, una centro izquierda y una izquierda. Ambas con perfil propio y definido. Y es probable que surja una tercera esquina que es el Frente Amplio, si logra constituirse como partido político y no como esta especie de caos orgánico en que vive hoy. Si seguimos en esta cosa blandengue donde no tenemos acuerdos, nos podemos entender, pero no vivir en el mismo domicilio.

-¿Y ahí es donde apunta a que «una alianza que va desde la DC hasta el PC equivale a su derrumbe electoral y político»?

Creo que Fuad Chahín tiene razón, no hablemos de alianzas. Vamos a las elecciones de concejales porque son las que van a medir la fuerza de cada bloque o de cada partido. De aquí hasta las elecciones de 2019 preocupémonos de armar bien nuestras listas, medirnos y a continuación pensamos en alianzas. Hoy día hay que pensar en la identidad propia. Nosotros no tenemos puntos de acuerdo, es decir, no hay justificación para plantear prematuramente un acuerdo con partidos con los cuales no tenemos una situación similar.

-¿Llegar a las elecciones de 2020 sin una alianza?

-Las elecciones municipales, mientras con mayor identidad las enfrentemos, mejor. No soy partidario de hablar de alianzas antes, sino después de las elecciones de concejales.

«Para la Democracia Cristiana la unidad por la unidad con el Partido Comunista es la ruina»

-La nueva mesa de la DC ha señalado que esperan que se realice una segunda vuelta en las municipales. ¿Concuerda con que es lo más conveniente para el partido?

Hoy, la gente de Evópoli, del Frente Amplio, la Democracia Cristiana, probablemente el PPD, estamos de acuerdo en una reforma electoral que permita las segundas vueltas en las elecciones de alcaldes y de gobernadores. Eso le permitiría sincerar el sistema político y no ponerle esta camisa de fuerzas. La necesitamos desesperadamente para alcaldes y gobernadores. Creo que eso debiera pasar, es decir, pasaríamos de una política de dos grandes alianzas a una política de cinco grandes actores.

-¿Cómo evalúa la gestión de la nueva directiva de su partido?

-Tengo la impresión, de que producido el último acto de nuestra decadencia electoral que fue la pasada elección, empieza a haber una dosis importante de racionalidad en la DC. Está dando demostraciones de buenas maneras, tanto en su bancada de senadores como en su bancada de diputados, donde muestran habilidades para el propósito de vivir juntos. Eso es sí o sí, porque si la Democracia Cristiana continúa dividida el riesgo de que se inicie una caída libre es muy grande. 

El Partido Socialista está con un dilema muy grande, le tiene pánico a girar hacia el centro, vale decir, a revivir un eje con la Democracia Cristiana porque piensa que ese giro hace crecer al Frente Amplio».

-El Partido Comunista tuvo su Comité Central el sábado y ahí se hizo referencia a generar acuerdos desde la DC hasta el FA. ¿Eso se podría considerar como gesto de entendimiento hacia la Democracia Cristiana?

-El Partido Comunista hace 40 años que viene cometiendo errores. El año 77 cuando se pasó a la lucha armada, después toda la lucha contra la Alianza Democrática, luego, la negativa a la estrategia que conducía al plebiscito a la que se sumaron tardíamente unos dos meses antes. Y hoy sigue planteando una cosa que es imposible, que es la unidad por la unidad. La verdad es que para la Democracia Cristiana la unidad por la unidad con el Partido Comunista es la ruina. Y si el Partido Socialista se aliara solamente con el Partido Comunista se suicida. ¿Por qué razón? Porque hoy día una alianza comunista-socialista sería muy mal vista por muchos sectores del país. El Partidos Socialista necesitaría otros actores, porque el PC tiene 4,3% de los votos en Chile, es muy poco. Y con 4,3% de los votos no se determina el cuadro de pactos políticos.

-En ese caso, ¿el PS necesita de la DC para evitar la polarización?

El Partido Socialista está con un dilema muy grande, le tiene pánico a girar hacia el centro, vale decir, a revivir un eje con la Democracia Cristiana porque piensa que ese giro hace crecer al Frente Amplio. Pero por el otro lado, el Partido Socialista, en su propósito de girar hacia el Partido Comunista y hacia el Frente Amplio, empieza a perder a raudales votos en el mundo del centro. En consecuencia, el Partido Socialista está en un dilema que es aún más dramático y más difícil de resolver que la Democracia Cristiana. Lo que pasa es que lo encubren bajo una propuesta imposible que es la unidad desde la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio.

«Al gobierno de Piñera hay que mirarlo, no hay que despreciarlo»

-Usted señaló en una columna que con la «unidad me matan y con el camino propio me muero». ¿Cuál debiese ser el camino de la DC?

-Si no hay cambio fundamental en la política, esa es una trampa mortal. Hay un viejo ejemplo que es el nudo gordiano, es cuando a Alejandro Magno le piden que desate un nudo que nunca nadie había podido desatar. Y Alejandro Magno, en vez de llegar y empezar a trabajar con las manos, agarra la espada y lo corta. Aquí hay que cortar esto, pero si seguimos pensando en términos binominales vamos a un desastre mayor. Aquí hay que pensar en términos cuatrinominales a lo menos. Porque si seguimos pensando en términos binominales, el dilema que yo planteaba en esa columna -que la unidad me mata y con el camino propio me muero- es cierto, pero la manera de evitarlo es terminar con el binominalismo.

Nosotros preocupados de la corbata, de la frase de Varela, de la insensatez de Valente… la verdad es que damos pena, así no se hace una oposición».

-¿Considera que el Presidente Piñera está desplazando a la Democracia Cristiana del centro?

-No creo que solo a la Democracia Cristiana. He sostenido que el gobierno de Piñera hay que mirarlo, no hay que despreciarlo. No soy parte del gobierno de Piñera, no voté por él, pero no desprecio lo que está haciendo políticamente. Él está abandonando muchas banderas de la derecha y está mirando hacia el centro. Eso nos crea, a las personas que nos ubicamos en la centroizquierda o en el centro, un desafío muy grande. La aproximación de Piñera a los temas de infancia, a los de familia, la mayor apertura de la derecha hacia la agenda valórica, hablan de un giro hacia el centro. Eso debiera preocuparnos mucho porque uno ve que la derecha es bien flexible en los principios, particularmente cuando ve una oportunidad de poder. Aquí tenemos una autodenominada derecha social, que es la de Ossandón; vemos una creciente preocupación de Evópoli; todo el activismo que está desarrollando Lavín, que es el político de la UDI mejor posicionado en las encuestas; el activismo que está desarrollando el ex ministro Alfredo Moreno. Y nosotros preocupados de la corbata, de la frase de Varela, de la insensatez de Valente… la verdad es que damos pena, así no se hace una oposición.

-¿Y esa buena lectura que está haciendo el gobierno les dificulta la posibilidad de volver a La Moneda en cuatro años más?

Creo que es todo muy prematuro, tenemos cuatro meses de gobierno. El futuro está muy abierto. Aun si el gobierno tuviera muy buenas tasas de crecimiento económico la experiencia indica que las altas tasas no siempre favorecen al que las crea. Nosotros ganamos el plebiscito del 88 y la economía chilena estaba creciendo al 9% bajo Büchi. Pretender que la sola tasa de crecimiento va a determinar el resultado de la elección de 2022 es un error, además el mundo está muy turbio, hay muchas inseguridades.