La negativa de la PDI a contestar públicamente ante la Comisión Especial Investigadora sobre Criminalidad en la Macrozona Norte si hay presencia de maras en Chile, encendió las alarmas sobre el posible accionar de estas organizaciones criminales en el país.

La ministra de Interior, Carolina Tohá, y el subsecretario Manuel Monsalve han salido a negar que estos grupos, por demás violentos, hayan arribado a territorio nacional o que algún organismo de investigación del Estado les hubiera alertado sobre su presencia.

Lo que sí, es que desde hace 9 años y desde el mundo de la academia se advertió sobre la posibilidad real de que esta mafia se instalara en el país.

«Los especialistas ya están hablando de un estado latente de maras en Chile». La observación, hecha con base en las entrevistas efectuadas para ese estudio, está contenida en el texto ‘Las maras: Una amenaza para la seguridad nacional’, investigación realizada por el licenciado en Seguridad y defensa, Ricardo Rodríguez Arriagada, y publicada por la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos en 2014.

Aunque el especialista aclara en el documento «que en Chile aparentemente no habría grupos mareros», sí fue enfático en señalar el probable nacimiento de estos grupos en el país.

«Hay es un estado embrionario de este fenómeno. Un estado larval de maras, es decir, pequeños brotes regados, minuciosa y lentamente», señala en la investigación.

Además de la penetración del narcotráfico y la permeabilidad de las fronteras, Rodríguez ya indicaba desde hace casi una década que «el desconocimiento del problema» convertía a Chile «en un espacio propicio para el desarrollo y arribo de las maras vinculadas al narcoterrorismo».

El peligro de que las pandillas chilenas se conviertan en maras

«En relación al número de pandillas en Chile, diremos que cada vez es más alto (…) Esta realidad se profundiza con la ignorancia y el desconocimiento voluntario. Entonces, la base existe. Son las pandillas, la violencia y la benevolencia de la ley». En consecuencia, a juicio del autor, existía «la posibilidad de que en un futuro mediato la pandilla actual escale a convertirse en mara con todo su derroche de violencia implacable».

En estos términos se señala en el libro el peligro de que las pandillas chilenas mutaran a maras. En su investigación, Rodríguez contabilizó un total de 131 bandas, ubicándolas incluso por región y comuna de acción.

A la pandilla ‘Vatos Locos’ era a la que supuestamente pertenecía un individuo que fue detenido el 3 de diciembre de 2013, por estar implicado en la comisión de un homicidio, el tercero en su historial delictivo. La captura está reseñada en el libro.

La vinculación de este caso con la hipotética llegada de las maras a Chile: el capturado tenía tatuadas en la nuca las letras V.L.S., siglas, que según la investigación de Rodríguez, quieren decir ‘Vatos Locos Salvatrucha’.

Chile en el «Triángulo embrionario latinoamericano de maras»

La facilidad de ingreso de extranjeros por el norte de Chile fue un aspecto que Rodríguez destacó en su estudio como uno de los factores que facilitarían el hipotético establecimiento de maras en el territorio nacional.

«Chile integra junto a Uruguay y Argentina lo que se ha dado a llamar Triángulo embrionario latinoamericano de maras», se afirma en el texto.

La investigación, que por estos días ha cobrado actualidad, advertía sobre la probable influencia en Chile de organizaciones criminales originarias de otros países. Esto, visto desde la realidad actual, encajaría con la presencia en suelo patrio del Tren de Aragua, organización delincuencial venezolana.

«Es posible pensar que Chile no está inmune a la influencia de estos grupos, puesto que en el pasado se ha producido una fuerte influencia de tendencias provenientes del extranjero», advierte el documento.

Este tema fue abordado el 16 de enero de 2023 en la Comisión Investigadora sobre Criminalidad en la Macrozona Norte. Entonces, el diputado PPD Jaime Araya, quien preside la comisión, planteó la amenaza de que las «maras» salvadoreñas se hubiesen instalado en el país.

«Para ser fiel a esa respuesta, pediría hacer en una reunión reservada, por favor», respondió el subdirector de Inteligencia, Crimen Organizado y Seguridad Migratoria de la PDI, Luis Silva.

La sesión reservada se citó para el 23 de enero. Tras la reunión hubo hermetismo. Araya apuntó que «uno no puede afirmar ni descartar hipótesis que se hayan planteado con anterioridad a la reunión. Me parece que tenemos que ser extremadamente cuidadosos en el secreto que hay en estas sesiones».

Ya en 2013 hubo chilenos entre los miembros de la Mara Salvatrucha detenidos en Italia

En el estudio de Rodríguez se ejemplifica con que desde hace casi 10 años hay evidencia de la presencia de chilenos en la Mara Salvatrucha.

El autor se refiere a una noticia publicada el 8 de octubre de 2013 por elsalvador.com, titulada ‘Capturan 25 pandilleros de la MS-13 (Mara Salvatrucha) en Italia’, en la que se indica que entre los arrestados no solo había salvadoreños, sino también chilenos, además de colombianos y ecuatorianos.

«Esta situación nos hace pensar que, si ya fueron detenidos chilenos en Italia, perfectamente este tipo de personas podrían retornar al país o ser deportados a Chile (…) y replicar el fenómeno mara», advirtió Rodríguez.

Signo de alerta para Chile: delitos empiezan a ser cometidos con más violencia, como hacen las maras

El especialista también indicó en su investigación que la violencia que se había empezado a verificar en la comisión de algunos crímenes en Chile, hace ya nueve años, era precisamente un sello característico de las maras.

Para elaborar el estudio Rodríguez entrevistó al diplomático Pablo Miguel Ángel, quien, según el documento, advirtió: «Varios casos de crímenes que han ocurrido por un simple robo, y que anteriormente no existían en Chile, demuestra que es el típico actuar de las maras. Hay que tener mucho cuidado desde el momento que estas maras llegan y pueden diversificarse y pueden ser caldo de cultivo en los sectores más pobres del país».

En la misma consulta Ángel agregó que «teniendo en cuenta el alto número de menores de edad que realizan ilícitos utilizando armas de fuego, el presente tema debería ser considerado».

En ese mismo sentido, Walter Oyarce, que es presentado en la investigación como subcomisario de la PDI, planteó que las autoridades debían estar atentos a los mareros y que debían contar con «elementos encubiertos» y «equipos especializados con dedicación exclusiva para monitorearlos».

Desde la publicación, Oyarce aseguró que era importante saber «cómo hablan, cómo se comunican, dónde buscarlos, contactos internacionales», así como «mantener una constante coordinación con Interpol, ya que a través de ellos se puede saber cuál es la ruta y hacia dónde se están moviendo los integrantes de estos grupos y de esta forma monitorear permanentemente a sus integrantes».

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