Ad portas de dejar atrás el 2014, «El Líbero» pidió al economista Sergio Melnick y al filósofo Max Colodro que analizaran desde sus diferentes ópticas el año político que termina. ¿Qué opinan de la instalación del nuevo gobierno, del oficialismo, del rol de la oposición y de la agenda de reformas? Acá sus respuestas.

Sergio Melnick: 2014, el año en que se perdió el rumbo

Sergio MelnickEn el 2014 se instala el nuevo gobierno con enormes expectativas, pero basado en la menor participación de votantes de la historia. La primera mano del partido se vio en los nombramientos desafortunados que causaron gran polémica y debieron revertirse. Los problemas fueron todos  internos de la coalición gobernante que dio la primera señal de que algo no cuajaba bien. La oposición por su parte estaba destrozada sin atinar, y lo estaría todo el año. Treinta años de progreso y convivencia estaban próximos a cambiar.

La primera medida fue populista, marcando el tono de lo que vendría: un bono en efectivo fue declarado un derecho social, que comprometió U$ 500 millones a perpetuidad. El gabinete fue decididamente débil, y una pugna evidente entre la vieja Concertación y la Nueva Mayoría sería la real disputa, la que pronto llegó a los medios porque en realidad nunca hubo un programa, sino una colección de slogans y buenas intenciones. Pero los gobiernos no son teóricos, son prácticos, es “el cómo” lo que determina los resultados. Es el síndrome del Transantiago. Ahí empezaron las grandes diferencias de la Nueva Mayoría, que serán insalvables durante todo el período.

La reforma tributaria estaba mal diseñada, debió ser corregida entera y aun así quedó mal. La reforma educacional ha sido una improvisación tras otra. La reforma al binominal un traje a la medida para la nueva izquierda en formación. La reforma laboral es en realidad un pliego sindical que anuncia mayor desempleo. La economía se desplomó fundamentalmente por la incertidumbre generada por todas estas improvisaciones, y un ministro que perdió su credibilidad técnica a poco andar. Ofreció un crecimiento del 3.5%, y terminará con la mitad. Dijo que la economía iría de menos a más y fue de menos a peor. El MEPCO fue mal diseñado, debió ser cambiado a los tres meses, y la inflación dobló. Peor aún, a pesar de la reforma tributaria presentó un Presupuesto deficitario estructuralmente, el que será aún mayor al término del período ya que la recaudación será aún menos. A la par, el gobierno desató una campaña anti empresarial evidente, avalada por la propia Presidente al mantener en su cargo al embajador de Chile en Uruguay, cuyos dichos fueron repudiados por todo el país menos por su propio partido. La inversión se paró y el desempleo empezó a subir, bajando el crecimiento del consumo a un tercio del año anterior.

En este año vimos a la Cámara de Diputados pasar proyectos sin siquiera estudiarlos detenidamente; vimos varios escándalos empresariales muy activados por el gobierno; vimos a ex presidentes criticando al actual gobierno; vimos instalarse la doctrina de la retroexcavadora, que en los hechos fue avalada por el gobierno y ahí se perdió el rumbo de la convivencia y los acuerdos, que es la base real del progreso de un país. Se inició nuevamente el camino de la polarización, de los buenos y los malos, que nunca tiene buen pronóstico.

Max Colodro: 2014, el año del quiebre

max colodroTermina el primer año de la actual administración; un año marcado por la instalación de una agenda de reformas que ha provocado en la sociedad chilena la división más profunda de las últimas décadas. El país está hoy tensionado por los cambios en curso, crispado por un ambiente de incertidumbre no previsto por la autoridad al comienzo de su gestión.

Durante 2014 la reforma tributaria se conjugó con un escenario externo complejo, en el que concluye el ciclo de altos precios de los commodities y llega a su fin la política de estímulo monetario impuesta por EE.UU. Resultado: una caída en la inversión interna y un frenazo en el crecimiento que no se observaba desde la recesión de 2009. La crisis de expectativas generada por un cambio tributario cuestionado por su evidente debilidad técnica, continuó luego profundizándose con la presentación de un proyecto de reforma educacional que ha asustado a la clase media, al poner en entredicho la viabilidad del sistema particular subvencionado. Y terminó de consolidarse ahora con la presentación de una agenda laboral fuertemente criticada por vastos segmentos del sector privado y de la dirigencia empresarial.

El año que se inicia estará en definitiva marcado por la profundización de esta voluntad transformadora del oficialismo y por las tensiones derivadas de ella. La batalla del presente es en rigor una contienda sobre visiones de país contrapuestas, sobre proyectos de sociedad que no tienen, hasta el día de hoy, bases para una posible convergencia. Chile se enfrenta a un quiebre profundo, acentuado por la falta de diálogo y de vocación de entendimiento que convergen desde ambos lados del espectro político. La encrucijada actual, y que persistirá sin duda en el tiempo que viene, es la que se conjuga entre el imperativo del cambio y la necesidad de estabilidad, entre la capacidad de buscar acuerdos y el deseo de avanzar sin buscarlos ni encontrarlos.

 

FOTO: AGENCIA UNO

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