Todo empezó con una columna de Mary Anastasia O’Grady publicada en el Wall Street Journal (WSJ) el pasado 2 de noviembre. Titulada “El ‘milagro’ de Chile va en reversa”, la miembro del consejo editorial del diario norteamericano hizo un crítico análisis sobre la situación que atraviesa nuestro país bajo el gobierno de la Nueva Mayoría, y en su texto –que fue ampliamente difundido por la prensa local- lanzó frases como “Bienvenidos al Chile de Michelle Bachelet, en el que la libertad es un problema porque perturba el mundo feliz de igualdad de los socialistas. Aprender más ahora o ganar más después son síntomas de injusticia a los ojos de la presidenta y los militantes de su partido”.

La respuesta por parte del Gobierno no tardó en llegar, y el encargado de enfrentar a la influyente columnista fue el embajador de nuestro país en Estados Unidos, Juan Gabriel Valdés. Con fecha 11 de noviembre, el ex canciller publicó una carta en el WSJ titulada “Chile está trabajando para crecer, pero con justicia social”, en la que intenta desacreditar las críticas de O’Grady y explicar el rumbo de Chile. Por ejemplo, señala que el país ha crecido de forma sostenida por más de dos décadas, que se ha reducido la pobreza de forma extraordinaria, pero que nuestro desarrollo económico ha hecho “más visible de que tenemos uno de los niveles más altos de desigualdad en el mundo”.

En la misiva, el diplomático también sostiene que el Congreso aprobó por unanimidad una reforma tributaria y que el Gobierno ha ingresado la reforma educacional con el ánimo de que “nuestros estudiantes disfruten los mismos derechos que los estudiantes norteamericanos: acceso a un sistema educativo gratuito y de calidad”.

Valdés refuta otro de los pasajes de la columna de O’Grady, donde hace referencia a que los nuevos impuestos “ahogarán” a la clase inversionista y que las reformas en general están “desplomando” la inversión: “Simplemente no es cierto que la caída de nuestra economía esté siendo provocada por las reformas. La caída sigue el patrón que están experimentando todos los países que exportan commodities”.

Finalmente, el embajador en EEUU remata: “Una mirada ideológica no es la mejor manera de observar a Chile, menos aún cuando parece reflejar una fijación nostálgica con un período triste de nuestra historia que hemos escogido dejar atrás”.

Pero el debate no terminaría ahí. Si bien la carta del embajador no tuvo mayor repercusión en los medios de nuestro país, sí la leyeron en el Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), think tank que decidió enviar otra misiva al WST para rectificar algunos de los puntos planteados por el militante del PS.

Titulada “El libre mercado impulsa el progreso de Chile” y firmada por Luis Larraín y Susana Jiménez el pasado 21 de noviembre, la carta señala que la desigualdad que existe en Chile no es la más alta del mundo, y tampoco de la región, donde Chile se ubica en el lugar 12° de entre los 18° países de América Latina y el Caribe según un informe de Naciones Unidas. En ese sentido, recalca que si a esos cálculos se le hacen los ajustes metodológicos recomendados, nuestro país queda como el tercer país menos desigual.

Al igual que Valdés, Larraín y Jiménez también destacan la drástica caída que han tenido los niveles de pobreza en Chile “pero lo que el embajador no dice es que ese es un resultado de las políticas de libre mercado implementadas en nuestro país en las últimas cuatro décadas”.

Finalmente, el director ejecutivo y la economista senior de LyD refutan otros tres aspectos de la carta del ex canciller: En primer lugar, que la reforma tributaria haya sido aprobada por unanimidad (“hubo votos en contra”); en segundo lugar, la explicación del embajador de que los estudiantes chilenos merecen educación gratuita y de calidad (“el acceso gratuito a educación escolar ya está garantizado, como en Estados Unidos. Y no existe nada en la reforma educacional para mejorar la calidad”); y en tercer lugar, que las reformas no están afectando en la caída de la economía (“El Banco Central y renombrados analistas han declarado públicamente que la caída de Chile en los meses recientes no puede ser explicada sólo por las situaciones externas”).

El texto concluye con que “Chile necesita un debate serio sobre políticas públicas. Argumentos deficientes y el esfuerzo por desacreditar a aquellos que se atreven a criticar, no contribuyen al progreso económico y social”.

 

FOTO: SEBASTIÁN RODRÍGUEZ/AGENCIAUNO

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