A diferencia de lo que hizo en 2014, cuando parte importante de su exposición la dedicó a su programa de gobierno (ver subtítulo), ayer la Presidenta Michelle Bachelet centró sus palabras ante la Asamblea General de Naciones Unidas en temáticas de carácter mundial, como la situación que atraviesa Siria; el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba; y las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC.
Sobre el primer tema señaló que Chile acogerá a refugiados de la guerra civil en Siria y que a contar del próximo año se integrará a las operaciones de paz de la ONU en África. Del segundo dijo que felicitaba tanto a Cuba como a Estados Unidos por el “paso histórico muy importante para nuestra región y para el mundo”. Y del tercero que “nos alegran extraordinariamente los últimos acuerdos entre el gobierno de Colombia y las FARC, que son una muestra de voluntad para tener posibilidad de llegar a un buen acuerdo. Colombia y su pueblo cuentan con nuestro acompañamiento activo en este proceso que, confiamos, los llevará a una paz duradera”.
Pero el extracto de su discurso que llamó más la atención fue la velada alusión que hizo a Bolivia, a sólo cuatro días de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya decidiera ratificar su competencia para pronunciarse sobre la demanda marítima de La Paz: “Nuestro país es consciente de la responsabilidad que todos tenemos de velar por el buen funcionamiento del sistema internacional. Un elemento esencial es el principio del apego al derecho internacional que incluye el estricto respeto a los tratados como una garantía de paz y estabilidad internacional. Ello requiere respetar lo pactado así como no hacer un uso indebido de los mecanismos que hemos diseñado para resolver pacíficamente las diferencias que realmente pudiesen existir”.
2014: Énfasis en programa de gobierno
El 24 de septiembre de 2014 la Presidenta Bachelet llegó a Nueva York a participar de la Asamblea General de Naciones Unidas con una aprobación del 49% -hoy tiene 24%- y con la reforma tributaria, uno de los principales pilares de su programa de gobierno, recién aprobada por el Congreso.
Y su entusiasmo por la agenda local se notó en su discurso ante los líderes mundiales. Si bien se explayó sobre temas de interés mundial como el calentamiento global y los conflictos armados, en esa ocasión leyó un texto de siete páginas en el que puso especial énfasis en explicar algunos puntos de su programa, como la reforma educacional, la lucha por reducir los niveles de desigualdad, las reformas políticas y su intención de elaborar una nueva Constitución, todos argumentos centrales de la campaña que la llevó a La Moneda por segunda vez.
“Creemos que la desigualdad es una de las mayores amenazas para el desarrollo de los países y para la seguridad internacional. Ella repercute negativamente sobre la paz social y reduce las posibilidades de avanzar hacia un desarrollo que termine con la exclusión y la miseria, causas a su vez de resentimiento y de violencia”, dijo en esa oportunidad.
Algunos párrafos más adelante se centró en la situación específica del país: “Hemos recientemente aprobado una reforma tributaria para asegurar mayor equidad y sustentabilidad fiscal de los recursos necesarios para llevar adelante una reforma educacional que asegure calidad, gratuidad y oportunidad para todos (…). Chile no llegará al desarrollo con el lastre de la desigualdad, y eso lo sabemos todos. Y por eso que la reforma tributaria tuvo un apoyo transversal”.
Y también dedicó algunas palabras a anunciar las otras reformas que su gobierno impulsaría: la electoral y la constitucional. “Ya aprobamos la ley que permite el voto de los chilenos que residen en el exterior. Está avanzada la reforma que modifica el sistema electoral, y que evita las actuales distorsiones y, por ende, va a motivar la participación ciudadana, porque ahora sí que cada voto va a ser significativo. Y queremos avanzar hacia una nueva Constitución de raíz y contenidos plenamente democráticos” sostuvo.
Pero en ese discurso, al igual que en el que brindó ayer, también hubo espacio para hacer una crítica velada a Bolivia por la demanda marítima que había interpuesto en La Haya. “Queremos reafirmar nuestra convicción sobre la necesidad de respetar la estabilidad de las fronteras. El derecho internacional es claro y tajante: cualquier acción destinada a afectar los tratados de límites vigentes, abre espacios para la incerteza jurídica y puede afectar la estabilidad y la paz internacional”, señaló.