El mundo está mirando los sucesos que ocurren en Chile, un país que por décadas ha sido puesto como ejemplo de la región y hoy vive cambios profundos, con un proceso constitucional en marcha y un flamante gobierno cuyo Presidente proviene de los movimientos sociales de izquierda y que tiene como principal aliado de su coalición al Partido Comunista.
En conversación con El Líbero en el programa “On/Off: Conversaciones Líbero”, la politóloga, líder de opinión y escritora guatemalteca Gloria Álvarez, señaló que la izquierda radical latinoamericana hoy está celebrando “con bombos y platillos que la ideología de la envidia y el resentimiento finalmente triunfó en Chile”. Se refirió también a la derecha de la región y sostuvo: “Ésta no entiende o no termina de entender que no defender la libertad total cuesta muy caro.” Además, aseguró: “El hecho de que tu país sea rico no es garantía de que no va a entrar el socialismo. Cuba era la nación más desarrollada de Latinoamérica en los años 50. Venezuela y Chile también. Tener prosperidad económica no es garantía de que el socialismo no te entre”.
En cuanto a la Convención Constitucional, aseveró que este proceso está siendo liderado por una minoría dentro de un gran país que ahora tiene el poder de cambiar las cosas realmente y que hay muchos chilenos que no se sienten representados por lo que está pasando en la constituyente. “Las masas simplemente van a obedecer a lo que termine ocurriendo dentro de esa constituyente. Mucha gente moldea su manera de pensar de acuerdo a eso, porque a nadie le gusta estar del lado perdedor”, dijo.
La politóloga se refirió al carácter indigenista que está adquiriendo el texto constitucional y entabló un paralelismo con el indigenismo guatemalteco. Guatemala es un país con más de 20 etnias y más de 20 idiomas en donde no hay una sola cultura indígena. Allí coexisten Kakchikles, Quichés, Mames, Kekchíes, entre otros grupos que no tienen una sola forma de pensar o de hacer las cosas. Según ella: “Lo que precisamente incorpora a los guatemaltecas indígenas a la modernidad son los mercados”, y explicó como ejemplo: “Un indígena refundido en una montaña de Huehuetenango tal vez no tiene acceso a agua potable porque son cuestiones estatales, pero tienen un teléfono celular. Si a ti te interesa ver avanzar a los indígenas o a cualquier grupo que ha sido oprimido a lo largo de la historia como lo fueron las mujeres, como lo fueron los afroamericanos, lo que te interesa es abrir aperturar los mercados”.
Álvarez se refirió, también, a los tantos “ismos” -tales como veganismo, indigenismo, animalismo- y a las nuevas políticas identitarias presentes no sólo en el proceso constituyente chileno sino también en la discusión mundial: “Creo que todos los seres deben ser libres y felices y vivir su vida como se les dé la gana. El que quiera comer verduras, que coma verduras; el que quiera comer carne, que coma carne”. Y agregó que: “Si quieres ser vegano, eres libre de hacerlo. Si quieres ser una mujer que dedica su vida entera a ser monja o a ser prostituta, eres libre de hacerlo. Porque en un sistema de libertad todo es permitido, siempre que sea entre dos adultos de manera consensuada y voluntaria. Esa es la maravilla de los contratos y del mercado, que en lugar de ponerte una pistola para forzarte en contra de tu voluntad, se trata de que todos transaccionalmente puedan convivir en libertad”, concluyó