El jueves 21 de mayo, mientras la Presidenta Michelle Bachelet entregaba su Cuenta Pública ante el Congreso pleno, el rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), monseñor Víctor Manuel Fernández, daba a conocer en Buenos Aires un documento escrito por 12 intelectuales de Perú, Bolivia y Chile que proponían darle salida al mar al vecino país. Justo el día en que los chilenos celebran sus Glorias Navales.

Dicho encuentro podría haber pasado como un simposio académico más, si no fuera porque el sacerdote bonaerense que lo organizó es muy cercano al Papa Francisco, y se encargó de enviarle el “Acta de Buenos Aires” –como la calificaron- al Pontífice, quien recibirá a la Presidenta el próximo viernes 5 de junio.

Éste sería uno de los dos temas polémicos que abordará Francisco con la Mandataria, según Carlos Pagni, columnista argentino de los diarios La Nación de Buenos Aires, y El País de España,  quien aseguró ayer que “esta propuesta informal será tratada cuando Francisco reciba a Bachelet”.

Ante la consulta de este diario, el rector señaló que él organizó las reuniones académicas y, que  “no fueron solicitadas por el Papa”, pero que éste fue “informado al respecto y respondió que «la universidad tiene libertad académica».

La carta coincide, además, con el viaje que realizará Francisco a Bolivia entre el 8 y 10 de julio, y que según el Presidente Evo Morales, le pidió información sobre la demanda de ese país contra Chile. El Mandatario le pasó un ejemplar del “libro azul” que contiene antecedentes sobre la demanda interpuesta en 2013 en la Corte Internacional de Justicia, y cuyo fallo se conocería durante el último trimestre de este año.

Según analistas en relaciones exteriores consultados por este diario, el Pontífice jesuita ha tenido una preocupación histórica por resolver los más importante conflictos políticos de América Latina. Y en ese contexto, fue el principal mediador en el acercamiento entre EE.UU. y Cuba, y ha seguido con atención las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia con la guerrilla de las FARC, país al que visitará en 2017.

Incluso, conocedores del Papa mientras hizo clases en el Colegio Máximo de Buenos Aires mencionan que frecuentemente señalaba a sus alumnos que le afligía la  «injusticia» de que Bolivia no tuviera acceso soberano al mar.

El segundo polémico tema que abordaría el obispo de Roma  con Bachelet sería por el proyecto de ley que busca despenalizar el aborto en caso de violación, inviabilidad del feto o riesgo de vida para la madre, que envío al Congreso en enero pasado.

Esta situación le produce  a la Iglesia Católica un “profundo pesar”, según le manifestó al obispo de Temuco, Héctor Vargas, quien lo visitó este fin de semana en el Vaticano.

En la misma línea, el cardenal Ricardo Ezzati  ha sido muy explícito en rechazar dicho proyecto de ley, y ha señalado que no se puede obligar a la eliminación de un niño en gestación y no descartó que se pueda excomulgar a parlamentarios que voten a favor de esta iniciativa.

Documento: “El reencuentro de Bolivia con el mar es una de las tareas urgentes”

El “Acta de Buenos Aires” propone una agenda de integración trinacional con cooperación efectiva en las áreas fronteriza, regional y nacional, que permita construir una memoria histórica común, enseñar en las escuelas una visión plural de los acontecimientos, consolidar políticas de integración cultural y desarrollar políticas públicas para las poblaciones de frontera. Construir una memoria histórica implica resaltar el pasado ancestral común e implementar una política de reconciliación trinacional respecto de la Guerra del Pacífico”.

También plantean “reinventar las tradiciones, crear y difundir los lugares de la memoria, resignificar las conmemoraciones oficiales y concebir la frontera como un lugar de encuentro”. Así como enseñar en las escuelas una visión plural de los procesos históricos, promover una cultura de la paz en diversos espacios educativos, consolidar políticas de integración cultural presupone la articulación de centros de formación académica, y desarrollar políticas públicas para las poblaciones de frontera promueve el bienestar, la seguridad interna de aquellas, entre otras propuestas.

“Finalmente, dado que la aspiración a la unidad americana es uno de los legados más valiosos de la Independencia, una agenda de integración trinacional, que incluya el reencuentro de Bolivia con el mar, es una de las tareas urgentes. Por lo tanto, proponemos a los gobiernos y a los actores sociales implicados comprender la aspiración boliviana como un proceso que requiere de mecanismos que resguarden consensuadamente las expectativas y los intereses de nuestros tres países”, concluye el documento firmado el 21 de mayo.

El rector de la UCA, quien  propuso al ex Presidente de Uruguay, José Mujica, de mediador en el conflicto, plantea que el documento propone un “camino amigable, sincero y honesto de diálogo fraterno, que no excluye ni suplanta los procedimientos más formales y los intereses del camino diplomático, sino que tiene otro estilo, otro lenguaje y otros ritmos. Tampoco excluye los derechos y los intereses de Chile, porque se sitúa bajo el fecundo esquema del “ganar-ganar”. Por eso el rector eleva esta propuesta. Celac y Unasur podrán discernir cuándo sería el momento más prudente, antes o después de una respuesta del Tribunal de La Haya, o incluso más allá de dicha respuesta”.

En esa línea, plantea que ello “no implica cuestionar el Tratado de Paz de 1904, porque de ninguna manera se pretende volver a la situación geopolítica previa a dicho Tratado, cuando Bolivia poseía 400 km. de costa. Pero sí supone contar con la buena voluntad para negociar pacientemente un acuerdo que no sólo permita otorgar a Bolivia una salida al mar soberana, aunque reducida y acotada, con el menor costo posible para Chile. También implica el desarrollo trinacional de una región fronteriza, que podría convertirse en un modelo de reconciliación y de integración para el mundo”.

Cuatro son los intelectuales chilenos que firmaron el “acta de Buenos Aires” que propone “el reencuentro de Bolivia con el mar”, Jorge Magasich Airola –ver entrevista más abajo-, Luis Castro Castro, Eduardo Cavieres Figueroa y Cristina Oyarzo Varela.

Magasich es doctor en historia, arte y arqueología por la Universidad Libre de Bruselas, y autor de varios libros sobre historia de Chile contemporánea traducidos al inglés y portugués; Castro es profesor del Instituto de Historia y Ciencias Sociales en la Universidad de Valparaíso e investigador de la historia de Tarapacá de los siglos XIX y XX; Cavieres es Premio Nacional de Historia 2008; y Oyarzo es titulada del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, y realizó su tesis de magister con el trabajo “Factores externos en la formación del estado plurinacional de Bolivia. Un estudio de caso”.

Jorge Magasich, historiador chilenoJorge Magasich, historiador: “Chile tiene mucho que ganar dándole salida al mar a Bolivia”

El doctor en historia, arte y arqueología de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y profesor en esa ciudad desde 1991,  Jorge Magasich Airola, es uno de los cuatro autores del “Acta de Buenos Aires”, y anteriormente participó en la iniciativa “madre”, el “Acta de Lovaina”, dado que esa universidad acogió por primera vez a intelectuales de Perú, Bolivia y Chile que plantearan los beneficios de darle acceso soberano al mar al vecino país.

-¿Por qué se decidió hacer este documento de apoyo al mar para Bolivia?

-El comienzo fue en la Universidad de Lovaina, recogiendo  una iniciativa de inmigrantes latinos, entre los que estaba. Se organizó un seminario con intelectuales de Bolivia, Chile y Perú en noviembre de 2006, y concluyó con el acta de Lovaina, de seis páginas, que propone en concreto cómo resolver el problema de la demanda marítima boliviana. Para participar en la reunión había una condición, aceptar que la demanda era razonable, que a partir de ahí todo se podía discutir. Había que tener una postura abierta. Esto desembocó en el primer documento que es firmado por intelectuales de los tres países. Por supuesto que es un ejercicio académico, no somos representantes ni delegados de los gobiernos, pero es una iniciativa de la academia hacia la sociedad, que intenta contribuir a solucionar un problema que aflige a los tres países.

-¿Por qué fue retomada nueve años después?

-Fue retomada por dos universidades, Universidad Nacional de Lomas de Zamora y la Pontificia Universidad Católica de Argentina, gracias a las gestiones del profesor Leonardo Jeffs, quien no pudo asistir al encuentro del pasado 21 de mayo en Buenos Aires porque está muy enfermo. Es uno de los chilenos que más sabe de Bolivia, y él contactó a profesores argentinos para reeditar esta iniciativa. Finalmente lo organizó la Universidad Católica de Argentina, puesto que el Papa irá a Bolivia a principios de julio. Ellos querían una reflexión en ese sentido, ese es el marco. Las invitaciones las cursaron las universidades, Lovaina en 2006 y la UCA en 2015,  y han invitado a intelectuales que se han interesado y han escrito en relación a este problema. Con el mismo principio, la UCA adoptó la misma metodología de Lovaina, que fue muy reflexionada.

-¿Cuál ha sido su participación en ambas instancias?

-Participé en las dos. En la primera como consejero y en el equipo que desarrolló la metodología, con un cuestionario previo. El acta de Buenos Aires se firmó el 21 de mayo, una pura coincidencia porque los argentinos no estaban enterados de las Fiestas Navales. Nos dimos cuenta de que no se podía avanzar más que el acta de Lovaina en proposiciones prácticas, que presenta todas las variantes posibles de corredor, enclave, quienes son los dueños. Ir más allá que eso es difícil y muy técnico y en función del contexto porque en 2006 las relaciones estaban mejores y hoy está el conflicto en el tribunal de La Haya. Decidimos reivindicar su espíritu y su contenido. Reivindicamos las proposiciones. Los gobiernos se pueden  interesar y van a encontrar una reflexión de cómo solucionar este problema.

-¿Qué cambios se hicieron en esta propuesta de Buenos Aires?

-Nos abocamos a otros aspectos, se analizó lo que los pueblos pierden no solucionando este problema, y lo que ganan. Se estudió la enseñanza de la historia de los países y la gran proposición es una agenda trilateral, insistimos mucho en el tri, porque si hay tres que hicieron la guerra en el siglo XIX tres tienen que terminar sus remanentes. La mejor solución es entre tres, no entre dos. Proponemos una agenda trilateral que contemple el reencuentro entre Bolivia y el mar. Insistimos que los tres países ganan con el acuerdo.

-¿Qué gana Chile?

-Si no se hace vamos a prolongar un conflicto latente que puede degenerar, no se sabe qué pasará en 40 años. Se van a prolongar prejuicios, tensiones e intercambios prácticamente  nulos. Si esto se soluciona, vamos a poder estimular los intercambios culturales, educaciones y comerciales. Pueden hacer negocios, incluyendo el gas. Se van a normalizar las relaciones diplomáticas, reducir los gastos militares y destinar esos presupuestos a temas sociales. Vamos a tener una paz consolidada. Chile tiene mucho que ganar dándole salida al mar a Bolivia.

-El texto habla  de “reencuentro con el mar” y no de soberanía. ¿Por qué?

-En el de Lovaina se habla de soberanía, en el de Buenos Aires no. Hay dos soluciones clásicas, corredor con la frontera de Perú y Chile, que requiere acuerdo con Perú, y ese corredor puede ser totalmente boliviano. Otra opción es que el corredor pertenezca a una entidad de las tres naciones y la administre y al final sea boliviana. No nos pronunciamos por una de esas alternativas.

-¿Los intelectuales propusieron al ex Presidente  Mujica como mediador?

-Fue una decisión personal del rector Fernández, que es muy próximo al Papa. No se discutió entre los 12 que firmamos el documento.

-¿El Papa está interesado en este tema?

– Sé que el Papa recibió el acta de Lovaina y probablemente esté interesado en iniciativas de este tipo.

-¿A quiénes más les mandarán la carta?

-Es bueno que la conozcan todos los presidentes de América Latina. Probablemente la Presidenta Bachelet también tenga la carta. Se entregó a las tres embajadas en Buenos Aires.

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