Hace exactamente un año y, como todos los viernes, la revista Qué Pasa llegó a los escritorios de las distintas autoridades de La Moneda. Es 6 de febrero de 2015 y la mayoría de los habitantes habituales del palacio está de vacaciones. La Presidenta Michelle Bachelet descansa desde hace cuatro días en su casa en el lago Caburgua junto a su madre. Su hijo Sebastián Dávalos y su nuera Natalia Compagnon, van en camino a la casa de veraneo de la Mandataria. El país está en manos del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo.

portada qp CavalEn la portada de la revista aparecen tres temas destacados. El principal, una entrevista a Camilo Escalona con foto del ex timonel del PS. Arriba, una nota sobre Enap. Y abajo, con pequeñas letras negras sobre un fondo amarillo, se anuncia “el millonario negocio inmobiliario de la nuera de Bachelet”, reportaje del periodista Juan Pablo Sallaberry que fue leído en las primeras horas de la mañana por los pocos que estaban en La Moneda.

“El 16 de diciembre de 2013, un día después del triunfo de Michelle Bachelet en segunda vuelta, parte de la familia más cercana de la Presidenta recibió otra buena noticia. En esa fecha el Banco de Chile emitió un documento informando la aprobación de un crédito por más de US$ 10 millones a Exportadora y de Gestión Caval Limitada, empresa que es propiedad de Natalia Compagnon Soto, la nuera de la mandataria, y en la que entonces trabajaba como gerente de Proyectos, su esposo, Sebastián Dávalos Bachelet”. Así comenzaba el reportaje impreso en la página 30 de la revista bajo el título “Un negocio Caval”. Las alarmas se prendieron de inmediato con ese primer párrafo. Ante los ojos de quienes estaban en La Moneda resultaba tremendamente perjudicial para la imagen del gobierno y de la Presidenta que su nuera consiguiera un multimillonario crédito bancario el día después de su triunfo en la segunda vuelta.

La vocería y los llamados

Esa mañana el ministro José Antonio Gómez, que estaba como vocero subrogante, hizo un punto de prensa en una sala de La Moneda. Nadie le preguntó sobre Caval. El tema de la agenda era el apoyo de RN a una funa que haría la organización “Paz en la Araucanía” a la Presidenta Bachelet, molestos porque la Mandataria no había visitado de forma oficial la región durante todo su mandato. En el gobierno respiraron tranquilos. La atención de los medios aún no se centraba en el millonario negocio que fraguaba la empresa de Natalia Compagnon.

La Presidenta de la República, firma indicaciones al proyecto de ley que sustituye la ONEMIMientras eso ocurría, en Caburgua la Presidenta ya había sido alertada sobre el reportaje. Antes del mediodía la había llamado personalmente Peñailillo para informarle de la gravedad del asunto, contactos que se repitieron los siguientes días. Según quienes conocieron el primer diálogo, la orden de Bachelet fue clara: bajarle el perfil al tema, decir que se trataba de un negocio entre privados y que no había nada irregular.

Pero Dávalos estaba inubicable. Según él mismo señaló en entrevista con El Mercurio el 15 de febrero del año pasado, ese día iba viajando a Caburgua y sus dos celulares estaban sin señal. En La Moneda intentaron varias veces contactarlo para conocer su versión de los hechos y saber qué tan involucrado estaba en los negocios de su señora. Pero todos los intentos fueron infructuosos.

Entonces desde el gobierno se contactó a su jefa de gabinete, Erika Silva, que por esos días pasaba sus vacaciones en Chiloé. Ella también intentó contactarse sin suerte con Dávalos y a las pocas horas volvió a Santiago para monitorear el vendaval que se avecinaba.

“Había que buscar la manera de que esto se enfrentara comunicacionalmente desde el gobierno de la mejor manera. Ese era mi trabajo como jefa de gabinete: controlar los impactos mediáticos de la dirección sociocultural, en este caso, de Sebastián Dávalos” dijo Silva meses después en entrevista con The Clinic.

A Peñailillo le urgía pedirle a Dávalos una declaración de patrimonio y de intereses a la brevedad, puesto que esta no existía. Dos meses antes, en diciembre de 2014, Contraloría había determinado que para su cargo de director sociocultural de La Moneda no era necesario publicar esos documentos. Pero a juicio de quienes estaban a cargo de manejar la crisis, ambos papeles eran clave para su defensa.

Habla el hombre clave

El mismo 6 de febrero en la tarde, “El Líbero” publicó en exclusiva una entrevista con Sergio Bustos, el hombre que destapó el caso Caval al demandar a la empresa de Compagnon y Mauricio Valero por el no pago de sueldos y bonos por sus gestiones para conseguir el crédito con el Banco de Chile.

Sergio Bustos Baquedano 1En la entrevista, Bustos entrega un dato desconocido hasta ese momento y que remeció a La Moneda. Al ser consultado si fue Natalia Compagnon la que se reunió con altos ejecutivos del Banco de Chile para tramitar el crédito, dijo: “Claro, pero no fue solamente Natalia, fue más gente. Hay más gente que intervino”.

– ¿Gente vinculada a Natalia Compagnon?

– Exacto. Hay mucha gente VIP.

– ¿Cómo su marido?

– Hoy no lo puedo decir.

La declaración de Bustos remeció a La Moneda. La prensa ya se había percatado del reportaje de la revista Qué Pasa y de la entrevista a Bustos e interpeló al propio Peñailillo por el tema. El ministro contestó de acuerdo al plan establecido horas antes con la Presidenta: “No he leído la noticia, bueno no sé, no le podría responder de lo que está hablando, pero que no le quepa ninguna duda de que en estas materias siempre va a haber total transparencia”.

En la noche de ese viernes, revista Qué Pasa publicó otro dato desconocido en su cuenta de Twitter. En la reunión para gestionar el crédito con el Banco de Chile la contraparte de Compagnon había sido el vicepresidente de la institución, Andrónico Luksic. Y el domingo, la institución bancaria detonó otra bomba que dejó atónitos a Peñailillo y a los que estaban manejando la crisis: a través de un comunicado, Banco de Chile informó que en la reunión no sólo había participado Compagnon. En ella había estado presente Dávalos, antecedente que en el gobierno se desconocía hasta ese momento.

Los días finales

El lunes 9 de febrero se reunió en La Moneda un petit comité integrado por Peñailillo, Gómez y Carlos Correa Bau, entonces director subrogante de la Secretaría de Comunicaciones del gobierno. Al encuentro también se invitó a Erika Silva para que le insistiera a Dávalos que mandara sus declaraciones de patrimonio e intereses. El ambiente era fúnebre. Con la bomba del día anterior ya eran varios los que pensaban que el tema había mutado: Ya no sólo era un negocio éticamente reprochable. Ahora se estaba ante un eventual “tráfico de influencias”.

A la salida del comité, Gómez habló con la prensa siguiendo el libreto de bajar el perfil al tema. “El hecho de que una empresa o un banco reciba a alguien es problema de ese banco, no es un problema del gobierno. Estamos hablando de fechas anteriores al inicio del gobierno. Por lo tanto no me vengan a decir aquí que hay una relación entre el gobierno y esa circunstancia (…). Respecto de si el señor Dávalos va a hacer sus descargos o no, ese es un tema personal”, señaló.

Sebastián Dávalos Bachelet presentando su renuncia en La MonedaPero ese mismo día el plan sufrió una fisura. En entrevista con radio ADN, el ministro subrogante de Hacienda, Alejandro Micco, metió el dedo en la llaga al señalar que “sin duda alguna no todo el mundo tiene acceso de llegar al presidente del banco”. En ese sentido, sostuvo que había que “equiparar la cancha para que todo el mundo tenga la capacidad de que, si se tiene un proyecto, tener la posibilidad de conseguir financiamiento, porque están los canales para hacerlo”.

Recién el martes en la noche Dávalos mandó su declaración de intereses y de patrimonio, donde figuraba como dueño de un par de propiedades y una moto. Pero el tema ya había calado hondo y todos los esfuerzos por revertir la tormenta fueron inútiles. Finalmente, como ha declarado Dávalos en distintas ocasiones, el miércoles decide renunciar a su cargo y regresa a Santiago para preparar su declaración pública. Peñailillo ya lo tenía todo diseñado: su orden fue que el director sociocultural del gobierno renunciara desde su casa, lo que molestó a Dávalos. El conflicto escaló hasta la Presidenta, quien revirtió la orden del ministro del Interior. Su hijo asumió en La Moneda y debía renunciar en La Moneda. A Peñailillo no le quedó otra que ceder.

Ese jueves, Dávalos llego al palacio presidencial y leyó un comunicado donde anunciaba su renuncia.

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