Toda una vida en un año (2020) es de esas películas que sin duda vale la pena ver en esta cuarentena, a pesar de ser un filme nada pretencioso y recibir tras su estreno la dura crítica especializada que la acusó de “simplista”.

La verdad es que la producción, dirigida por Mitja Okorn, es bastante simple, efectivamente. No hay quiebres violentos en la trama y todos sabemos cómo va a terminar. Sin milagros.

Se cuenta aquí la historia de Daryn (Jaden Smith), un joven de esos con el que todo padre sueña alguna vez: inteligente, deportista y ambicioso. La perfección encarnada. El asunto es que las supuestas virtudes del joven no son más que las proyecciones de un padre (Cuba Gooding Jr.) que de manera fuertemente obsesiva quiere ver a su hijo en lo más alto.

Un día, mientras intenta ingresar a un concierto callejero, Daryn conoce a Isabelle (Cara Delevingne) y se enamora perdidamente de ella, a pesar de ser, a primera vista, todo lo que su padre seguramente no quiere para él. Comienza el clásico drama adolescente de «chico conoce a chica y comienza a cortejarla» de las maneras más ingeniosas posibles… hasta que ella cede, comienzan a salir y el amor irremediablemente se apodera de ambos. Sin embargo Isabelle se resiste… algo tiene.

Sin pecar de hacer spoiler, pues en el propio tráiler se expone el asunto, Isabelle confiesa ser víctima de un cáncer agresivo que no le da más de un año de vida. Daryn se viene abajo… pero por poco tiempo… y es ahí donde comienza la verdadera película: el joven perfecto y con un futuro prometedor decide dejarlo todo con tal de aprovechar esos meses con Isabelle y hacerle vivir todas las cosas que una pareja experimenta durante toda una vida.

La película se sabe que termina en tragedia y por eso es recomendable tener pañuelitos a mano, pero a lo largo de los 107 minutos que dura se van construyendo personajes muy interesantes con actuaciones sobresalientes. Destacan especialmente tres. Cara Delevingne demuestra que no es una chica sólo para filmes de acción trepidante y se empapa de un papel durísimo que sabe interpretar con precisión. (Paréntesis farandulero: la actriz decidió raparse para la filmación, lo que generó bastante revuelo en su aparición en los MTV Movie Awards. Además, cuenta la leyenda que quiso afeitarse sus características cejas, pero la producción de la película dijo que no podía darse ese gusto pues, ambas cejas son tan especiales, que están aseguradas…).

Por otro lado, Jaden Smith, hijo de Will Smith (quien produce la película), demuestra una vez más que no llega a un rol protagónico por ser hijo de papá, sino porque de verdad tiene muchísimo talento. El veinteañero, quien decidió raparse también su exuberante cabellera, es capaz de interpretar la vida de tantos jóvenes que tras su carcasa de perfección descubren a golpes que están viviendo la vida y los valores impuestos por otro, generalmente uno de los padres. Recorre con elegancia el arco dramático que significa dar un salto al vacío para vivir la propia vida.

Por último, aunque en segunda línea, el rol protagonizado por Cuba Gooding Jr. también sobresale. Un actor que no aparecía hace tiempo en las grandes producciones, encarna muy correctamente a un padre fuertemente obsesionado por cumplir sus propios sueños a través de su hijo y que, de un día para otro, cuando el castillo de naipes se desploma, se da cuenta que paradójicamente eso puede llevarle a perder a su hijo.

Toda una vida en un año vale la pena verla. Por las actuaciones antes descritas, pero sobre todo porque es otra historia que nos deja una moraleja para darle vuelta y, si es el caso, conversarla con los hijos adolescentes: la felicidad se construye protagonizando nuestra propia vida, aunque sea de la mano de la familia y la cultura. El camino es personal.

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Trailer aquí.

Periodista. Director de la Escuela de Periodismo de la U. Finis Terrae