Como en las viejas películas de espionaje, en The Coldest Game (El juego más frío) se entrelaza el ajedrez, las matemáticas, la traición, el whisky, el vodka y la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el límite de uno de los episodios más tensos de la Guerra Fría, como lo fue la crisis de los misiles en Cuba (1962) que tuvo a la humanidad al borde de la Tercera Guerra Mundial.
El escenario es Varsovia, la capital polaca sometida al dominio comunista que será el teatro de cinco partidas de ajedrez entre el representante soviético y el norteamericano. Este último es representado por Josh Mansky (Bill Pullman), un viejo profesor universitario de matemáticas cuya genialidad contrasta con su aficion al alcohol. Sin proponérselo, se verá inmerso en la misión de transferir una información clave que puede detener o provocar el enfrentamiento nuclear entre las dos superpotencias.
Evidentemente lo que esta en juego en Varsovia es mucho más que una partida que medirá la genianidad de dos mentes brillantes. Es la escenificación tanto de la lucha geopolítica, pero también de la propaganda comunista que busca en el resultado imponer la superioridad de su ideología. Trama en que, al igual que las clásicas películas del pasado, aparecerán los matones de la KGB y la resistencia polaca ante la opresión totalitaria.
Junto a la transferencia de información, está el choque de fuerzas entre las dos potencias que en paralelo preparan sus barcos, cohetes y tropas para iniciar un enfrentamiento en el mar Caribe.
Estrenada el 2019 y disponible en Nexflix, para algunos quizás el guión puede resultar algo simple e incluso obvio. No es así. La película por momentos hace giros impredecibles, nos involucra en descubrir quiénes están a un lado u otro y el desenlace mantendrá alerta hasta el final.
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