“Just setting up twttr”. Ese fue el primer tweet de la historia. Y el primero de los miles de millones de tweets guardados en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos desde el 2006. En sus servidores están todos los mensajes hasta enero de este año, cuando se determinó aplicar una medida selectiva y conservar sólo los que este organismo considere relevantes, “en general, los tweets recopilados y archivados serán temáticos y basados en eventos, incluidos eventos tales como elecciones o temas de interés nacional en curso, por ejemplo, política pública», según explica el comunicado.
El criterio que use la institución para decidir qué merece ser archivado no está exento de polémica, pero todo indica que los textos de Trump ocuparán un lugar privilegiado. El uso que él hace de la plataforma la convierte en un espejo de su estilo de gobierno. En Twitter -con casi 54 millones de seguidores- discute sobre política mundial, realiza declaraciones en su rol de Presidente de la potencia más importante del mundo y se relaciona con los ciudadanos. Y también pelea con los medios, despide a su Secretario de Estado, comenta el rating de los programas de televisión, ataca y se defiende de los detractores.
Tras ser despedida de la Casa Blanca, Omarosa escribió “Unhinged: An Insider Account of the Trump White House”, en el que revela detalles que incomodan al Presidente.
Sin ir más lejos, esta semana Trump estuvo enfrascado en una lucha personal con una ex asesora llamada Omarosa Manigualt Newman, su protegida del reality “El Aprendiz”, quien tras ser despedida de la Casa Blanca escribió “Unhinged: An Insider Account of the Trump White House” (“Desquiciado: un reporte desde dentro de la Casa Blanca de Trump”). En él revela detalles que incomodan al Presidente y, como parte de la estrategia promocional, Omarosa entregó a la prensa grabaciones realizadas secretamente de conversaciones con Trump y algunos de sus asesores, como el jefe de gabinete John Kelly cuando le comunicó que sus servicios ya no eran necesarios.
A Trump la actitud de Omarosa no le gustó y dejó explotar toda su verborrea twittera: “When you give a crazed, crying lowlife a break, and give her a job at the White House, I guess it just didn’t work out. Good work by General Kelly for quickly firing that dog!” (“Cuando le das un respiro a una loca, escoria llorona, y le das un trabajo en la Casa Blanca, supongo que simplemente no funciona. ¡Buen trabajo del General Kelly por despedir rápidamente a este perro!”).
Y gracias a la “memoria” de Twitter quedó claro que referirse a determinadas personas como canes no es nada nuevo para Trump. The New Yorker recopiló algunos de estos episodios. El 2012 le dijo al candidato presidencial republicano Mitt Romney que “se atragantó como un perro”. Sobre Ted Cruz, uno de sus oponentes en las primarias republicanas de 2016, escribió: “Dormita como un perro una y otra vez”. Mientras el presentador George Will fue «expulsado de ABC como un perro».
La decisión de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos hace que se pierda un registro social de relevancia. El rol de las redes en la sociedad contemporánea debe ser documentado, conservado y protegido del olvido.
Una de las virtudes de Twitter es que funciona para ambos lados. Así como le da espacio a Trump, hace lo mismo con cada uno de nosotros. En 280 caracteres los ciudadanos pueden hablarle al poder como nunca antes. Trump fue inmediatamente acusado de “racista” y “sexista”. El escritor Stephen King twitteó: “El presidente de Estados Unidos llamó a una mujer PERRO. Déjenme repetir eso: él la llamó un PERRO. ¿Nos hemos vuelto tan entorpecidos con la desagradable y degradante retórica de Trump que esto no significa nada? Puede que le guste, tal vez no, ¿pero para llamarla PERRO?”. Por su parte, Peter Daou (considerado por The New York Times como uno de los blogueros demócratas más importantes de Estados Unidos), escribió: “Empecé mi día viendo a un presidente estadounidense usar las redes sociales para llamar a una ex asistente de la Casa Blanca, una mujer negra, una ‘escoria’ y un ‘perro’. POR LA MILLONESIMA VEZ: ESTO NO ES NORMAL; POR LA MILLONESIMA VEZ: EL PARTIDO REPUBLICANO NOS DEBE ESTA #Omarosa”.
Sin duda voces que merecen ser escuchadas y preservadas, pero que probablemente ya no tendrán cabida en el mismo archivo que las de Trump. La decisión de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos hace que se pierda un registro social de relevancia. Para muchos es este organismo el que, al ser una institución de servicio público imparcial, tiene la mejor posición para abordar la tarea. Afortunadamente el carácter democrático de la red permite que otros organismos e instituciones asuman una misión similar. Ojalá sea así. El rol de las redes en la sociedad contemporánea debe ser documentado, conservado y protegido del olvido.