Greta Thunberg llegó a América tras dos semanas de travesía. La activista -quien se encuentra convertida en una verdadera celebridad- es la figura emblemática de los jóvenes frente a los efectos del calentamiento global y hace unos días cruzó el Atlántico a bordo de un yate provisto de paneles solares para así evitar el efecto que producen los aviones en la atmósfera. Invitada especial de la ONU, participará este 23 de septiembre en la Cumbre del Cambio Climático. Su presencia ha sido clave en la difusión de este evento que marca el inicio de un viaje que la llevará por Sudamérica hasta Chile, país donde asistirá a la próxima COP 25.
Si bien el medio de transporte permite que la joven sueca pise suelo norteamericano sin dañar el medio ambiente, constituye también una poderosa y planificada estrategia mediática. Durante la travesía escribió varios mensajes a sus 1.145 millones de seguidores en Twitter, donde se dejaban ver fuertes tormentas que debieron ser sorteadas por el hijo menor de Carolina de Mónaco, Pierre Casiraghi, y el experimentado marinero alemán Boris Herrmann. Arriba del velero también viajó el papá de Greta y el cineasta Nathan Grossman, quien realiza un documental.
A las 16:00 del miércoles, el velero Malizia II desplegó una gran vela en la bahía de Manhattan en la que se leía “Unidos tras la ciencia”, mientras era escoltado por 17 embarcaciones, una por cada objetivo de desarrollo sostenible impulsado por la ONU. Tras desembarcar bajo una suave lluvia, mandó un claro mensaje a Donald Trump: “Le pido que escuche a la ciencia, porque obviamente no lo hace. Si nadie ha podido convencerle todavía, no voy a poder hacerlo yo ahora. Así que me centraré en convencer a la gente”.
La “niña del clima” –que es vegetariana, viaja en tren y no compra ropa nueva- ha sido incluso nominada al premio Nobel de la Paz. Con respuestas simples y directas conquistó al público y logró acaparar la atención de gran parte del planeta. Bajo su halo la lucha por frenar los devastadores efectos del cambio climático ha tenido un impulso que ningún líder, investigador ni estudioso había logrado. Al erigirse como una suerte de Juana de Arco, logró llegar a la gente, pese a no estar exenta de controversia. Así quedó demostrado con el “Lado B” de su travesía, el que de acuerdo con un informe publicado en el diario alemán Taz genera más gases de efecto invernadero que si simplemente hubiese tomado un vuelo comercial. Esto se explica, entre otros factores, por el hecho de que el yate regresará a Europa tripulado por otros marineros, los que que volaron a los EE.UU. para recogerlo, trayectos aéreos que se suman al que Greta deberá tomar para volver a Europa.
Greta logró la fama gracias a la “causa verde”. No la buscó. Lo que partió con la imagen de una pequeña sentada afuera del parlamento de Estocolmo terminó en un fenómeno. Su pancarta decía «Skolstrejk för klimatet», o «huelga escolar por el clima». La foto de esa sencilla manifestación para protestar contra la inacción frente al cambio climático se viralizó. Durante las tres semanas de huelga, su protesta se hizo cada vez más mediática y gracias a la prensa internacional logró que más jóvenes se sumaran a su causa. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Katowice, vino la frase que la catapultó a la fama: «Dices que amas a tus hijos por encima de todo. Sin embargo, les robas su futuro».
Los medios de comunicación generaron una narrativa en torno a la figura de Greta. Transformaron su lucha en un guión de Hollywood, cuya protagonista es una pequeña niña con el síndrome de Asperger –lo que, según ella, la hace pensar que las cosas son “blancas o negras”- que se codea con los líderes de la Unión Europea, se reúne con el Papa Francisco y el Presidente de Francia, Emmanuel Macron; y que conversa sin ninguna timidez con Barack Obama o Arnold Schwarzenegger. Una joven capaz de articular discursos en un lenguaje simple y directo y que muestra cómo el pensamiento crítico no está reservado para las altas esferas de los intelectuales: “Nuestra biosfera está siendo sacrificada para que los ricos de países como el mío puedan vivir lujosamente; pero el sufrimiento de muchos está pagando los lujos de unos pocos”, “Oigo a la gente decir que el cambio climático es una amenaza para su existencia; pero actúa como si no pasara nada”, “Si unos pocos niños pueden ser noticia en todo el mundo por no ir al colegio, imagínense todo lo que podríamos conseguir si realmente nos lo propusiéramos”.
Frases simples pero efectivas que apelan a la emoción y el sentido común, y que gracias al apoyo de los medios de comunicación lograron alcanzar a un público masivo. Pero que si no son respaldadas por políticas públicas concretas, por compromisos efectivos, quedarán tan solo en el guión de un largometraje cuya protagonista verá cómo inexorablemente se desvanece su minuto de fama. Greta pasará a engrosar la lista de las estrellas fugaces que hicieron mucho ruido, pero que, a poco andar, los mismos medios que la crearon la remplazaron por otra niña, con una historia golpeadora y emocionante, que acaparará titulares mientras que las medidas que realmente producirán el cambio siguen en lista de espera.