Esta semana hablaremos de algo más liviano, pero no por ello menos importante. Eso sí, no puedo dejar de mencionar y, por qué no, felicitar a los canales de televisión. Y es que esta semana (por fin) los canales entendieron el verdadero sentido de hacer televisión y de tener tribuna para “mover montañas” si es necesario. Bien por las tres campañas impulsadas, tanto #JuntosPorChile (Mega, TVN, Hogar de Cristo y las radioemisoras asociadas a Archi), “Chile Ayuda a Chile” (Canal 13, Techo) y la del Desafío Levantemos Chile que ha impulsado CHV. Todas resultaron exitosas e irán en directo beneficio de nuestros compatriotas afectados por los incendios. ¿Ven que se puede trabajar en conjunto, ocupar la plataforma de los medios y ser un aporte?, sin tanto voyerismo y con más conciencia social. Felicitaciones a los ideólogos de estas iniciativas.

Dicho esto, vamos al grano. Esta semana voy a hacer mención a un actor joven. Según dicta Wikipedia (si los políticos lo usan de fuente, ¡cómo yo no!) tiene tan solo 23 años. Me refiero a Simón Pesutic, que como bien sabemos es hijo de un grande: Mauricio Pesutic (inevitable referirse a este gran actor y director con palabras de halago, pues en su carrera ha interpretado a grandes personajes. Cómo olvidar al Chingao en «Amores de Mercado», por ejemplo).

Con tan magno padre, era irremediable que hablaran de Simón como un “aparecido”, gracias a su exitoso papá. Sin embargo, este actor “de oficio”, como le oí decir por ahí -dado que no tiene estudios formales-, en su corta carrera ha demostrado que es un verdadero y legítimo “hijo de tigre”. El talento sí se puede llevar en las venas, ya que este “James Dean” chileno (sí, si tiene un parecido al actor estadounidense) en sus cortos años ha participado en cinco telenovelas, de las cuales dos han sido en roles protagónicos. Como olvidar a Freddy “Rucio” Pérez en Pobre Rico (su primer protagónico) por el cual ganó incluso el premio a “Mejor actor juvenil” en Revista TV Grama. Sin embargo, a mi juicio la teleserie que lo catapultó como un “galán” es el personaje que interpreta en Sres. Papis, pero es de la camada de galanes con cuento, bien actuado y no solo “una cara bonita”.

Julián Álvarez -el joven padre que cría a su hijo solo, tras morir su pareja– es un rol que llevó a Pesutic a un nivel mayor en la actuación. Si bien, tiene “algo” de sus antiguos papeles (el chiquillo ondero, simpático y agraciado), logró transmitir una historia con contenido. Primero, habla del ser padre joven, de la crianza de un hijo sin experiencia ni dinero. Y segundo, abarca temas tan complejos y que son reales en muchos jóvenes, como es el alcoholismo.

Como ya habrán notado, veo Sres. Papis (de vez en cuando), pero más me gusta seguir las conversaciones que genera en redes sociales, como Twitter. Es esta plataforma donde uno puede “seguir el pulso” de lo que opinan de los personajes la “gente de a pie”. Y a Julián, lo aman y lo odian. Pues digamos que el cabro es algo “pastel”. Pero son estos contrastes los que evidencian la calidad del trabajo de Simón, dado que no sólo  queda en que es un niño lindo por el que suspiran las jovencitas (y las no tan jóvenes, también).

Un galán con cuento, un buen actor. Uno de los integrantes de esta “nueva camada” de actores jóvenes que brotan en las áreas dramáticas, de los cuales algunos quedan en el camino, mientras que otros se convierten en figuras como Zabaleta, Valenzuela y, por qué no, Pancho Melo. Simón Pesutic pinta para galán y le queda cuerda para rato (al contrario de sus compañeros de Sres. Papis, por cierto). Así que a los galanes maduros y repetidos de las teleseries, a cuidarse chiquillos, les salió competencia y de la buena. Pesutic tenía que ser, hijo de tigre.

 

Vasco Moulian, académico UDD