No acostumbro a relacionar directamente proyectos políticos extranjeros para realizar una réplica en otros territorios, menos aún sabiendo que la elaboración de un discurso propio obedece a circunstancias especiales asociadas al desarrollo político y cultural de cada nación. Sin embargo, el caso de Vox en España es digno de revisar como antecedente para Iberoamérica y nuestro país.

Un sinnúmero de medios progresistas hacen eco de conceptualizaciones que suscitan temor en algunas élites ante la avanzada de organizaciones políticas o algunos outsiders del sistema que comienzan a proliferar, precisamente haciendo hincapié en tildarlos visceralmente como “ultraderecha”, sin mayor análisis de las políticas asociadas tras los discursos o soluciones a un problema público que se da en una nación. El sesgo ideológico es tal, que hemos visto en diversos canales de televisión o medios considerados de mayor impacto tildar a presidentes como Trump (EE.UU.), Bolsonaro (Brasil), Kurz (Austria) como un problema prácticamente apocalíptico en tanto al desarrollo que plantean para sus respectivas naciones.

¿Estamos cerca de ver eso en nuestro país? Diríamos que está más que ocurriendo. Think tanks como Nodo XXI, asociado al autonomismo o izquierda radical, plantean su preocupación ante la avanzada de discursos o revelaciones de preferencias que han hecho los diputados Urrutia, Flores, Urruticoechea o el mismísimo ex candidato presidencial José Antonio Kast, por denunciar que ha ido engendrándose una especie de policía del pensamiento, donde lo “políticamente correcto” ha sido insertado como una verdad inamovible por parte del progresismo chileno y no se puede hablar de disminuir gasto público, privatizar empresas, discutir sobre nuestra reciente historia, etc.

Prueba de lo anterior es que podemos visualizar que, desde el consenso de estabilidad democrática logrado hace treinta años, han surgido de forma reciente diversas organizaciones que están exponiendo, denunciando y revelándose ante lo que “antes no se podía decir”, todas con sus matices y formas, desde centros de estudios como CEL Chile, Foro Republicano, Cuide Chile, Res Publica, Ciudadano Austral, hasta organizaciones civiles como Padres Objetores, Cristianos Pro-Valores, Padres Ciudadanos, Defiendo Chile, o la misma Ola Celeste que han ido agrupándose discursivamente ante los avances del progresismo cultural (feminismo, políticas de adoctrinamiento educacional, libertad de cátedra) mediante publicaciones, búsqueda de firmas, convocatorias, entre otros.

Creer que la opinión pública es la opinión publicada mediante manipulación de expectativas de los ciudadanos es minimizar y esconder una realidad presente que deben detectar las fuerzas políticas con sensatez y prudencia. Seguido lo anterior, la estrategia de Vox es clarísima y reveladora. Según Abascal (presidente de Vox) las personas que los siguen no están con ellos por sus candidatos ni por sus siglas, sino por su compromiso con valores y principios, por lo que “son sólo una herramienta al servicio de la libertad y de los españoles”.

Si bien la situación en España es extremadamente compleja ante los escenarios de independentismo y despilfarro, nuestro país no está ajeno a problemas profundos sin solución como lo es el tema Araucanía, delincuencia, sistema judicial, violencia política en escuelas y liceos públicos, adoctrinamiento y un Estado que sigue aumentando su poder frente a los ciudadanos. Vox ya se refiere a todos estos síntomas -de violencia progresista- sin matices, siendo claros en confrontar a “los que enarbolan la bandera de la hoz y el martillo (…) violentos que son la vanguardia (…) que dominan los medios de comunicación”, apuntando luego al sentido común y la libertad. Se han definido como un movimiento cultural con señales claras sobre el mundo rural, la familia, bajas de impuestos y gasto público, privatización de empresas, cortar el adoctrinamiento educacional de niños, entre otras temáticas.

El discurso de Vox, que aparentemente se ha situado más cerca de las personas comunes y sus problemáticas reales, se vislumbra hoy como una alternativa que sigue las palabras de Orwell, “en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”. Si Vox está abriendo esas ventanas, ¿los chilenos estarán dispuestos a revelarse ante esta hegemonía progresista?

FOTO: AILEN DÍAZ/AGENCIAUNO