Señor Director,

Parece ser que la norma que se va imponiendo en las declaraciones y comentarios políticos últimamente se deriva del Far West: etiquete primero y pregunte después. El primero que etiqueta al otro con algún epíteto, existente o inventado, gana. Nada se le aporta a la ciudadanía con tanta etiqueta, se busca más que nada impedir que  siga participando en la discusión; etiquetado es callado o ignorado. Vilipendian las etiquetas, insultan y desprecian, pero son la etiquetas, no soy yo. De algún modo la etiqueta evita al etiquetador la responsabilidad del juicio que emite; la etiqueta se hace pasar por descripción, por fundamento. No es culpa del que la pone lo que dice la etiqueta, ella es merecida por el sólo hecho de proferirla, nada tiene que demostrarse. Quizás es tiempo de crear una nueva etiqueta junto a las tantas de reciente irrupción (injerencista, negacionista, etc.). Propongo que como ciudadanos nos habilitemos para espetar ¡Etiquetista! a todo aquél que nos quiera hacer callar a etiquetazos.