Señor Director:

La figura de este 11 de septiembre es Lautaro Aquiles Ríos Álvarez: experto en Derechos Humanos y maestro de Derecho Constitucional. A sus 88 años, sigue vigente. Acaba de terminar su alegato, en el marco de la defensa de un ministro de la Corte Suprema, contra la acusación constitucional que algunos parlamentarios, en un berrinche de quinceañeros, han levantado. Con rigurosidad jurídica ha expuesto que no existe un notable abandono de deberes, cuando lo que un juez ha hecho es aplicar la ley.

Los periodistas, ávidos de sensaciones, no pueden entender que el mismo que ha defendido a víctimas de la dictadura, ahora esté del lado de magistrados que han dejado en libertad a los supuestos victimarios. Es entonces cuando don Lautaro se pone a su altura y les suelta una clase magistral, que convendría grabar en un disco duro externo: “Yo soy una víctima (…) El año 1984, (…) mi hija Alicia (que, según explicó, estaba terminando los estudios de Sicología en la Universidad Católica de Santiago) iba en su bicicleta un día y le pusieron una bomba debajo del sillín, que explotó con control remoto; y mi hija salió volando 10 metros, según el informe de la PDI, y quedó con el cuerpo despedazado. La reacción fue un tremendo shock para toda la familia, una situación que todavía estamos sufriendo y que para mí significó que yo por muchos años le tuviera un odio monumental a todo el aparato de seguridad ‒llamémoslo seguridad entre comillas‒ del gobierno, porque de ahí provenía el ataque (…) Sin embargo, poco a poco logré darme cuenta que el sentimiento de venganza no puede reemplazar al sentido de justicia y que incluso esta gente que está siendo condenada ahora ‒que quizás no es la que merecía la más alta condena, porque las cúpulas se murieron o quedaron ahí‒, también son poseedores de la dignidad humana. Todo ser humano por el hecho de ser un ser humano está dotado de dignidad; y esa dignidad significa respeto por su persona y respeto por sus derechos. Y cuando, en ese contexto, a estos seres que tuvieron la desgracia de estar en ese conflicto se les aplica algún beneficio, también tienen derecho a ese beneficio. El sentimiento de dignidad humana y de solidaridad humana hacen que uno se vaya un poco olvidando de los rencores personales y abra camino a una reconciliación que perdone, porque yo creo que de otra manera la vida tuya se hace imposible, se te hace un infierno. Hay una contradicción tremenda entre lo que sientes por un lado y lo que piensas, y eso no puede ser.” (…)

Y remató: “Chile necesita salir adelante, la solidaridad humana es universal.” Don Lautaro: me siento orgulloso de haber sido su alumno en la Universidad de Valparaíso. (Fuente: www.latercera.com)