El ex rector de la Universidad de Chile y actual decano de la Universidad Central, Luis Riveros Cornejo se muestra preocupado por la situación que está viviendo el país. En entrevista con El Líbero, realiza un profundo análisis social y económico de cómo la sociedad chilena contribuye a la propagación del coronavirus debido a su «poca solidaridad» y «empatía» por los demás.

«Hay un alto grado de analfabetismo cultural en nuestra sociedad, y esto no se radica solamente en los más pobres, también está en los dueños de helicópteros, dueños de avionetas, organizadores de todo tipo de evento sociales, que no son de los más pobres del país, pero también desobedecen, porque los chilenos creemos que las normas están hechas para los demás no para uno mismo» sostiene el académico.

También se refiere a los rebrotes de violencia ocurridos, por ejemplo, en la comuna de El Bosque, y los señala como «prefabricados». Respecto a la oposición dice que «ha estado ausente. La veo sin propuestas, la veo criticando».

-En su cuenta de Twitter usted escribió: «Hacinamiento en Santiago y otras comunas metropolitanas: el resultado de una inmigración sin políticas responsable. Foco de mayor pobreza y contagio que se hace peor con la extensión de la cuarentena». ¿Cuánto cree que esto ha afectado en el trazado de casos de Covid y también en cuarentenas efectivas?

-Está más que demostrado que el hacinamiento es una de la vías por las cuales se va haciendo más persistente. La pandemia se expande, obviamente, y además con esta noticia de que las autodefensas son menores de lo que se pensaba y que, por lo tanto, esta pandemia se puede ir repitiendo como sucesivas oleadas, es más preocupante todavía. Y si a eso le sumas no solo el hacinamiento, sino la conducta un poquito refractaria a la disciplina social y a la solidaridad social que han manifestado amplios sectores de la población chilena. Si uno pone todo esto obviamente que lo que vamos a tener es un escenario muy creciente y muy complicado en términos de la expansión y del control de la pandemia, porque está demostrado que la única manera de controlarla es por la vía de restringir la capacidad de infección de unos a otros.

-Durante este gobierno se han tomado medidas en materia de inmigración para «ordenar la casa», ¿cuándo se desencadena como problema?

Esto se viene desencadenando a pasos progresivos, no creo que haya un punto que uno pueda identificar. Obviamente aquí uno de los factores centrales es el tema de las cuarentenas, porque muchos llamaron porque hubiese cuarentenas totales a partir de marzo, pero está visto que las cuarentenas tienen un costo en la población también, en los que no pueden salir a generar sus ingresos. Entonces si «cerramos el país» durante dos meses, obviamente que los resultados de eso en materia de bienestar, de la familia, es un resultado simplemente inabordable. Por lo tanto, se optó por este esquema de cuarentenas parcializadas, y naturalmente no tuvieron todo el efecto que se hubiese esperado producto de esta capacidad de desobedecer que tenemos los chilenos y que se ha visto también en otros países. Hoy día mismo estaba viendo un reporte sobre la Plaza de Armas y la cantidad de gente que anda caminando, incluso muchos de ellos sin mascarilla. Y todos tienen una razón: uno iba al dentista, otro tenía que hacer trámite en un banco, entonces digamos, no hay manera de controlar eso.

Hay un alto grado de analfabetismo cultural en nuestra sociedad, y esto no se radica solamente en los más pobres».

-¿Usted cree que en el gobierno de la ex Presidenta Bachelet se tuvo una política migratoria con menos control y hoy día estamos viendo esas consecuencias?

-En gran medida. No hubo una política, porque esto que llegaran aviones cargados de haitianos y que no se sabía cómo entraron al país ni qué recursos significó todo eso, eso no es una política. Y lo que vi yo después fueron cantidad de haitianos vendiendo Súper 8 en las calles. No hubo una política, y al contrario, tampoco hubo una organización, una mirada a esa política en función de lo que eso iba a demandar del aparato social. Porque ciertamente demandaron un bono, demandaron ayuda, demandaron apoyo. De hecho la propia educación pública estuvo diseñada para la población inmigrante. Lo cual está muy bien, pero al amparo de una política. No hubo una política, ese es el gran problema. Hoy día tenemos el problema aquí presente y eso ha ahondado los problemas de pobreza y los problemas de hacinamiento.

No hubo una política, y al contrario, tampoco hubo una organización, una mirada a esa política en función de lo que eso iba a demandar del aparato social. Porque ciertamente demandaron un bono, demandaron ayuda, demandaron apoyo».

-¿Y en ese contexto se genera el actual hacinamiento y la pobreza?

-Yo sé muy bien que el hacinamiento viene de antes. Vengo de un barrio donde había cités y donde la gente vivía un par de familias en una casa. Eso lo conozco en vivo y en directo, pero no lo que estamos viendo últimamente, que son 50 que viven en una casa bajo un mismo techo, que se hacen camas sobre camas para poder dormir. Eso nunca lo vi. Estamos hablando de un 10% de incremento de la población chilena producto de la inmigración. Y una inmigración que en gran medida también es ilegal. Todo colapsa, los servicios de salud colapsan y eso es un problema que se va acumulando. Yo no discuto esto debe ser una política que tiene que ser puertas abiertas, pero tiene que haber una política efectivamente que me permita diseñar cómo me preparo yo como país para recibir la inmigración y darle condiciones aceptables. Muchos hoy están en el comercio informal, están ligados a actividades ilícitas, realmente se construyó un problema sobre la base de, a lo mejor, un buen propósito, de tener población inmigrante, enriquecer culturalmente al país, pero eso no tuvo una política explícita.

Yo sé muy bien que el hacinamiento viene de antes. Vengo de un barrio donde había cités (…), pero no lo que estamos viendo últimamente, que son 50 que viven en una casa bajo un mismo techo, que se hacen camas sobre camas para poder dormir».

-¿En esta crisis, más que falta de medidas, usted ve un problema de sociedad?

-Hay un alto grado de analfabetismo cultural en nuestra sociedad, y esto no se radica solamente en los más pobres, también están los dueños de helicópteros, dueños de avionetas, organizadores de todo tipo de evento sociales, que no son de los más pobres del país, pero también desobedecen, porque los chilenos creemos que las normas están hechas para los demás no para uno mismo. Tenemos además todos estos rasgos de falta de solidaridad, de empatía social, y «es mi problema, es mi problema, el resto no me importa». Esa visión del mundo tiene mucho que ver con el tipo de educación que entregamos. Estamos enfrentando los costos de una educación muy mal diseñada en temas ciudadanos, ausente en temas ciudadanos.

-¿Y qué le parece cómo se ha manejado a nivel de testeo la pandemia en el país?

-No sacamos nada con tener buenos sistemas de testeos y un gran número de testeos, que yo creo que eso está bien llevado a cabo, si al final no podemos controlar el comportamiento de la gente en un mínimo discurso de solidaridad social, entendimiento social, obviamente que los efectos de propagación de esto va a ir mucho más allá de lo que pensábamos. Al comienzo de esto, en marzo, se pensaba que por ahí por julio, agosto ya estaríamos al otro lado, hoy día ya está claro que eso no es así.

A la oposición la veo ausente, la veo sin propuestas, la veo criticando. Es muy fácil ir a Espacio Riesco y decir ‘miren las camas están muy juntas, no me gusta’. Eso no es hacer oposición».

-Se podría decir que todo es muy contradictorio porque muchos políticos que en un comienzo pedían cuarentena total ahora están preocupados por las consecuencias de esta medida en la población.

Exactamente, creo que hemos hecho muchos discursos sobre esto, al final del día casi todo el mundo se ha convertido en epidemiólogo y se le ha hecho poco caso a la opinión informada y disciplinada de los científicos. Entonces, claro, por eso se dicen cosas y hoy día se dice lo contrario.

-Y según su opinión, ¿cómo se puede abordar esta problemática en medio de esta crisis?

-Lo único que hay que hacer es tratar de financiar la mejor subsistencia posible de la población. Yo en ese sentido estoy de acuerdo con lo que plantearon un grupo de economistas de oposición que es bien transversal y que recomendaron hacer uso del fondo de estabilización social, que son más o menos 5% del PIB, Además el país, como sostuvo Andrés Velasco, tiene espalda y disciplina fiscal que ha tenido por años. El país también puede contraer deudas, y diría que hay que hacer todo lo posible para poder aminorar el costo social que esto está teniendo y va a seguir teniendo.

-En materia económica, ¿cómo ve el rol del Estado en este minuto, sabiendo que los recursos son limitados y las necesidades múltiples?

-Creo que el Estado tiene que encabezar esto y tiene que hacer una política de endeudamiento, porque son compromisos a futuro, sumado al uso de los recursos que el Estado también tiene guardados para emergencias de estabilización económica y social. Los recursos están, recursos hay, ahora, el tema es que no podemos decir «hay recursos, entonces gastémoslos el próximo mes». El tema es que hay que pensar de aquí a más de un año, y las propuestas de estos economistas, que yo la encuentro muy razonable, es «pensemos en los próximos 18 meses».

-¿Qué opina de la iniciativa de ayuda social implementada por el gobierno como el bonos covid, el Ingreso Familiar de Emergencia, las cajas de alimentos?

Desde luego aquí hay una debilidad en el aparato administrativo, social. Por ejemplo, todas estas políticas que tienen que ver con créditos a las medianas y pequeñas empresas, han funcionado con lentitud. Del mismo modo en todo lo  que tiene que ver en el reparto de recursos. Afortunadamente tenemos un buen sistema para hacerle llegar el dinero a la gente, pero igual la gente tiene que ir a hacer cola… Cola frente al Banco del Estado para que la gente pueda sacar la plata de su Cuenta Rut, siempre estas cosas se trancan en algún punto. Las políticas están bien diseñadas, pero se trancan, y hay cosas que son difíciles de programar, como por ejemplo, la entrega de estas cajas.

En los actuales hechos de violencia hay una utilización política más o menos clara».

-¿Cómo ha visto a la oposición en esta crisis?

-Ausente, la veo sin propuestas, la veo criticando. Es muy fácil ir a Espacio Riesco y decir «miren las camas están muy juntas, no me gusta». Eso no es hacer oposición. Oposición es tener propuestas distintas y que ayuden y complementen. Por lo menos ya empezó un diálogo, pero es insólito que uno tenga que decir qué bueno que hubo un diálogo entre la oposición y el gobierno. Se ve tan difícil la unidad nacional para poder enfocar esto que tiene por destino proteger al pueblo de Chile y ponernos de acuerdo. Existen puras desconfianzas entre unos y otros, los del lado A, los del lado B. Y como digo, yo creo que la oposición necesita tener un programa.

-¿Como ocurrió en otros países, como Portugal, por ejemplo?

-Yo escuché el discurso del presidente del Partido Socialista en Portugal, que es oposición, y él dijo: miren, aquí no hay oposición, estamos todos en gobierno, porque aquí hay que salir adelante juntos. Ese es el discurso que la gente quiere escuchar, no este discurso de la crítica fácil, porque a la autoridad es fácil criticarla y ya tendremos oportunidad de evaluar si lo hizo bien o lo hizo mal, pero esta política tan chilena que es el chaqueteo, tirarle la chaqueta para abajo al ministro de Salud… Eso no ayuda para nada, es desorientador, y causa este problema en la población que cree que le están ocultando algo, que hay más que no le han dicho y por lo tanto, incentiva a la protesta, el desencanto, y obviamente junto con eso el desprestigio de los poderes del Estado, que se venían cayendo desde antes.

-¿En ese escenario cómo ve el futuro del un «gran acuerdo nacional»?

No le veo muchas perspectivas francamente, por la falta de diálogo, y para que haya diálogo tiene que haber una mesa con propuestas concretas. ¿De qué vamos a conversar y en qué nos vamos a poner de acuerdo? Yo veo que eso existe. Los partidos políticos se han transformado en el gran monopolio del país: ellos deciden todo, cortan todo, si ellos se juntan y firman un papel, eso es lo que se va a hacer. La gente no tiene ninguna participación, eso se ha perdido, por eso veo que hay pocas posibilidades de que se tenga éxito y lo encuentro lamentable. Yo me inclinaría porque estas cosas tengan éxito y podamos salir adelante, porque hay tantas cosas que tendremos que hacer juntos.

-En estos momentos, ¿extraña a la Concertación?

-Se extraña la Concertación. La Concertación tuvo muchos defectos, pero tuvo el gran mérito de ser justamente una Concertación, y fue capaz de dialogar con la oposición, lograr acuerdos que fueron muy acusados y apuntados con el dedo por tener acuerdos con la derecha, pero hubo acuerdo y el país progresó, y hoy día la situación que tiene Chile es tan distinta a la de otros países porque durante muchos años tuvo disciplina, tuvo organización, tuvo políticas fiscales que son acordes con la realidad y la mirada al futuro. Tuvo crecimiento, hubo mejora en la distribución del ingreso. ¿Faltó mucho? claro que faltó mucho.

-Y en relación a lo rebrotes de violencia que se han visto, por ejemplo, en la comuna de El Bosque, ¿usted solamente los asocia al hambre o también puede haber utilización política?

-No, yo veo que hay una utilización política más o menos clara. Sé que la gente tiene problemas, ciertamente. Y si a usted le dicen «mire usted tiene problemas, le falta para esto y para lo otro, bueno salga a la calle y tire unas piedras». Entonces, claro, esto genera este ambiente de violencia, que creo que es extraordinariamente prefabricado, honestamente. Lo que he visto y las denuncias de quienes son las personas a cargo, los que agitan. El narcotráfico es un gran tema, sobre el cual yo se re poco, pero todo lo que escucho es bastante preocupante, cómo se han ido adueñando de esto y cómo eventualmente esto le está permitiendo ganar terreno en materias que son conexas al negocio, que ellos lo ven como una forma de intervenir. Es como el caso mexicano años atrás, cuando en realidad el narcotráfico se hizo cargo de varios estados en el país.