«Hemos dado bastantes gestos y ahora es el momento que vamos a tener que radicalizar la movilización», afirmó este miércoles Pablo Klimpel, vocero de los trabajadores eventuales del puerto de Valparaíso que mantienen una movilización que se ha extendido por más de 20 días. La decisión se concretó la tarde de ese mismo día cuando trabajadores encapuchados cortaron la avenida Errázuriz con barricadas, lo que motivó que Fuerzas Especiales de Carabineros disolviera la manifestación.
Aunque la radicalización del movimiento no solamente se expresó a través de la interrupción del tránsito de una de las avenidas principales de la ciudad, sino que también contra otros trabajadores del puerto que han sido amenazados e, incluso, apedreados.
En otro registro, en el que se escuchan varias voces masculinas, un hombre afirma: «Están todos funados, van a morir de a uno, cabeza por cabeza«. En el audio se pueden escuchar insultos de grueso calibre contra los trabajadores y en el que también dicen saber en dónde viven algunos de de ellos.
«A un compañero le han dicho: ‘No vayas a trabajar, acuérdate que tienes hijos‘», afirma un líder sindical que prefiere mantener su nombre bajo reserva, quien además cuenta que a otro portuario los manifestantes le apedrearon la casa de su ex señora, quien al momento de los hechos se encontraba en el interior del inmueble junto a su hijo, quienes no resultaron heridos a raíz de los fragmentos de los vidrios de las ventanas de la casa que fueron destruidos.
Sobre este punto, Daniel Lozano, presidente del Sindicato 1 de TPS, señaló a través de una nota de prensa que «es inaceptable, es que ya estemos escalando a un escenario de violencia, como apedrear casas donde hay niños y mujeres solas, reventar autos. Son actitudes matonescas y cobardes ante las cuales estamos absolutamente en contra«. Y agregó: «Las denuncias ya están efectuadas, lo que estamos diciendo es verídico no queremos agravar la situación de los eventuales, pero esto no lo podemos dejar pasar o tolerar, este no es el camino al diálogo, no es el espíritu que se vive en Valparaíso. Esto se radicalizó».
Según comentan líderes sindicales, la situación ha presentado una escalada de violencia, ya que durante los primeros días de la movilización no hubo este tipo de problemas. Pero ahora, según cuenta un dirigente de los transportistas, se han visto impedidos de poder realizar sus funciones de manera normal. «Nos han tirado piedras y en el camino hacia el puerto han lanzado aceite quemado con la intención de que los camiones se vuelquen», comenta. Y añade que han tenido que bajar al puerto con protección policial porque en una ocasión los manifestantes apedrearon un vehículo de carga y le quebraron sus parabrisas.
La ofensiva de Klimpel para destituir a la directiva del Sindicato N° 1 de Estibadores
La lucha entre los trabajadores no ha sido solamente a través de amenazas y agresiones, también se ha generado una confrontación por el control del Sindicato Nº1 de Estibadores de Valparaíso, al que pertenecen los portuarios que se encuentran en paro por más de 20 días. La iniciativa ha sido encabezada por Pablo Klimpel, vocero de los trabajadores movilizados, quien está vinculado al Frente Amplio y a la Unión Portuaria de Trabajadores, organización que ha apoyado públicamente las demandas impulsadas por el dirigente.
Fue el dirigente quien, el 30 de noviembre, cuando las movilizaciones ya habían comenzado, envió una carta a la Inspección del Trabajo de Valparaíso solicitando la censura de la mayoría del directorio del Sindicato Nº 1 de Estibadores de Valparaíso. Klimpel, en la misiva, acusaba un «notable abandono de deberes» al «no representarnos en la movilización que actualmente las bases sindicales estamos desarrollando en el Puerto de Valparaíso«. En el texto también argumentaba que se había generado «faltas a la probidad, al no otorgar de manera transparente el real estado financiero del sindicato, dificultando el ejercicio de la comisión revisora de cuentas».
«Roberto Rojas, el presidente del sindicato, no está de acuerdo con el movimiento«, explica Ronald Frederik, secretario del Sindicato Nº 2 de TPS, quien acusa que Klimpel inició la paralización «a espaldas él y que, con engaños a la gente, juntó a un grupo de trabajadores para hacer el bloque del puerto» y que califica la acción del intento de censurar a la directiva como un «golpe al sindicato».
Esta postura es respalda por otros dirigentes sindicales, quienes remarcan el hecho de que Klimpel, hace dos años, compitió contra Rojas para presidir la organización de trabajadores, perdiendo contra el actual presidente del organismo -que resulto reelecto-, pero alcanzando los votos suficientes para poder ingresar a la directiva. Otro punto que mencionan los dirigentes sindicales es el hecho de que Klimpel es trabajador de la concesionaria Terminal Cerros de Valparaíso (TCVal), cuyos trabajadores alcanzaron un acuerdo con la empresa la semana pasada.
En medio de este escenario se produjo la dimisión del director de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV), Raúl Celis, quien en su carta de renuncia confirmó la escalada de violencia que se ha vivido en el sector. Celis señala en su misiva que existe «un bloqueo por parte de un grupo reducido de personas que intentan obstaculizar el ingreso de los trabajadores de TPS, quienes han debido contar con el apoyo de la fuerza pública para poder cumplir con sus tareas habituales«. En el mismo texto el ex intendente de la V Región, especifica que se tiene que «contar con el apoyo permanente de funcionarios de Carabineros y de la Armada de Chile para la normal operación del puerto«.
A raíz de esta violencia, la Confederación de Trabajadores Portuarios de Chile llamó el viernes a la intervención del gobierno en el conflicto. «Necesitamos que el gobierno interfiera en esta movilización que ya está escalando a actos delictivos graves, como el ataque a casas de trabajadores, autos particulares y ahora último un vehículo, el cual fue seguido, encerrado y apedreado con trabajadores en su interior«, afirmó el organismo.
En la misma línea, Lorena Vegas, directora del Sindicato Nº 1 de TPS, agregó que «estamos agotados, cansados tanto física como sicológicamente porque si bien se están atendiendo las naves no ha sido bajo las condiciones normales». La dirigente remarcó: «Tememos día a día por nuestra integridad física y la de nuestros compañeros. Sin embargo, nosotros queremos trabajar porque es nuestro derecho, tenemos familias que alimentar pero no podemos continuar con estas acciones vandálicas».