«Los llamados ya se hicieron, la empresa está intransigente, por nuestra parte damos por cerrado el proceso de negociación con la empresa. Creemos que no hay ningún avance significativo para nuestra gente. Que se atengan a las consecuencias, filo«, dijo Alejandro Villatoro, presidente del Sindicato N° 2 de Maersk, al Canal 2 de San Antonio, el 20 de octubre del año pasado.

Era el noveno día de la huelga legal que habían comenzado los trabajadores de la empresa danesa. Minutos antes, y con encapuchados que estaban cortando la carretera con barricadas como telón de fondo, el dirigente sindical señaló al canal de televisión: «Hoy día vamos a dejar todo en la calle, vamos a hacer todo lo posible para que la comunidad entienda que es una lucha justa. Hablamos con Carabineros y si hay enfrentamientos vamos a tener que enfrentarnos, pero nuestra gente está preparada para eso. Tenemos la motivación y creemos que por lo que estamos luchando es justo, hay que darle hasta que duela y empezar a radicalizar nuestra manifestación».

En el mismo despacho, Carlos García, presidente del Sindicato N° 1, si bien concordó con Villatoro en que la empresa no quería negociar, su tono fue diferente al del otro dirigente. «Los llamo nuevamente para que nos sentemos a conversar pero ahora con un diálogo honesto, franco«, pidió García  y señaló que el gerente general, Ronnie B. Jensen, «tuvo una conversación con nosotros y se mostró bastante llano a entender la problemática que existe».

La huelga se extendió por catorce días, hasta el 25 de octubre del mismo año. García dijo ese día que «no era el mejor escenario pero dadas las condiciones la gente toma la decisión de aceptar en primera instancia» la propuesta. Ocho meses después, la multinacional cerró la planta ubicada en San Antonio. Mil 200 trabajadores debieron ser finiquitados.

Tanto ex ejecutivos como el Gobierno han comentado diferentes causas para explicar el cierre la empresa: desde razones de competitividad, pasando por falta de insumos para fabricar los contenedores llegando, incluso, a considerar a la huelga que realizaron los trabajadores en 2017 como uno de los factores que incidió en el término de Mearsk en Chile. Si bien, esto fue descartado por el último gerente general de la firma, el rol de los empleados sigue estando presente en la discusión.

Pese a la breve historia de los sindicatos de Maersk, esta estuvo marcada por varios desencuentros que llegaron, incluso, a amenazas de muerte.

En 2015 se produce el primer quiebre entre los trabajadores

El 27 de noviembre de 2014, en San Antonio, los trabajadores de la empresa Mearsk fundaron el Sindicato N°1 de la firma. Para esto, solicitaron asesoría a la sede provincial de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)  Además de esta ayuda, el concejal comunista de San Antonio, y dirigente gremial, Luis Órdenes, se adjudicó un proyecto para certificar a 60 trabajadores de la zona en Indura, firma especializada en la comercialización y desarrollo de soluciones con gases y soldaduras. Varios de ellos lo hicieron para trabajar en la compañía danesa, incluso uno de los que sería dirigente del Sindicato N°1.

Pese a ello, la asociación sindical optó por no afiliarse a la central.

A comienzos de 2015, la agrupación firmó su primer contrato colectivo con la empresa, que se logró de mutuo acuerdo entre los trabajadores y la firma danesa. Según explican participantes del proceso, Maersk accedió a las peticiones realizadas por el sindicato. Sin embargo, un grupo de socios consideró que era un mal convenio y decidieron descolgarse del sindicato. 

Tal fue el quiebre que, meses después, liderados por Alejandro Villatoro, militante del Partido Comunista, crearon el Sindicato N°2 de Maersk que, según cercanos al proceso, «tenía una postura política de izquierda» que el sindicato N°1.

Huelga de 2017: Mientras un sindicato negociaba, el otro ya estaba cortando la carretera

Un nuevo proceso de negociaciones entre la empresa y los trabajadores se dio en 2017. Según cuentan participantes de las conversaciones, ambos sindicatos intentaron llegar a acuerdos de forma separada. Nuevamente, el N°1, encabezado en esos momentos por Carlos García, intentó generar un frente común pero la idea no prosperó. Esto generó que se presentarán propuestas diferentes, algo que, en parte, incidió en el inicio de las movilizaciones.

«En la negociación colectiva tuvimos la postura de no ira una huelga, queríamos llegar a un acuerdo, de forma pacífica y con una salida lo más limpia posible», recuerda un miembro del Sindicato N°1.

Pero ese deseo no se cumplió. Maersk entregó una última oferta y ambas organizaciones realizaron asambleas de forma simultánea para decidir si la aceptaban o no. Mientras los trabajadores encabezados por García discutían el acuerdo, el sindicato a cargo de Villatoro votaban por ir a huelga.

Miembros de la organización de García señalan que era una buena propuesta, pero que el Sindicato N°2 «iba predispuesto a iniciar una movilización, independiente de la oferta», explican. Además, indican que había grupos infiltrados en el Sindicato N°1 que incitaron a los socios a votar a favor de la huelga y los convencieron de que era un «pésimo contrato».

Por ese motivo, cuentan, en la organización se aprobó la paralización con un 100% de los votos, pese a los intentos de los dirigentes y del abogado que los asesoraba para aprobar la oferta de Maersk.

La huelga no solo significó la paralización de la empresa, también provocó que la firma danesa retirara varios de los beneficios que en un comienzo había aceptado. Eso, cuentan trabajadores de Maersk, ayudó a que el ambiente se tensara aún más.

La paralización comenzó el 11 de octubre. En esa jornada, García y el resto de su directiva seguían tratando de llegar a un acuerdo con la empresa, mientras sus asociados se encontraban trabajando en la planta -debido a que la ley otorga un plazo de 5 días para continuar negociando antes de asumir completamente la huelga-. Simultáneamente, el Sindicato N°2 se encontraba afuera de la fábrica, cortando la carretera. Ese momento fue uno de los mayores puntos de inflexión.

Según cuentan algunos dirigentes, quienes querían seguir negociando se vieron presionados por los trabajadores que ya estaban movilizados. Términos como «vendido», encerronas en la calle y en la fábrica e incluso amenazas de muerte, provocaron que, finalmente todos se sumaron a la huelga.

Fue en esa paralización en la que Villatoro dijo a la televisión local: «Hablamos con Carabineros y si hay enfrentamientos vamos a tener que enfrentarnos, pero nuestra gente está preparada para eso». 

El desgaste a causa de las movilizaciones y la postura de la empresa generó que los trabajadores bajaran sus demandas. La empresa presentó su última oferta y se reunió con ambos sindicatos. Esto generó que se creara, por primera vez, una mesa tripartita entre los dos sindicatos y la compañía. En ese momento que se produjo el quiebre definitivo entre las organizaciones de trabajadores.

Antes de la reunión los dirigentes de ambas agrupaciones firmaron una carta que publicaron en medios locales y que decía que se comprometían a no extender los beneficios a los trabajadores no sindicalizados.  La empresa presentó dos ofertas para el bono de término de conflicto. La primera era de $750.000, expandiendo los convenios a los trabajadores no asociados, la segunda era de $650.000 manteniendo los logros solamente para los sindicalizados.

El Sindicato N°2 aprobó la primera propuesta, arrastró en su decisión al  N°1 y, de paso, afiliaron a su agrupación al 80% de los no sindicalizados. Con este escenario, los dirigios por García se sintieron traicionados y le pidieron explicaciones a Villatoro. Pero ya la relación estaba prácticamente cortada. Incluso, tras el término de la paralización, no existía diálogo entre los dos grupos de trabajadores. Si bien compartían un container  como oficina, los representantes de los sindicatos con suerte se saludaban.

Término de Maersk en Chile: las diferencias que continúan

El 14 de junio el gerente general de Maersk en Chile, Ronnie Jensen, anunció a los más de 1.200 trabajadores de la empresa que la firma terminaría sus operaciones en el país ese mismo día. Pese a eso las diferencias entre los sindicatos continuaron.

Por ejemplo, el martes 19 de junio, dirigentes de ambas asociaciones asistieron a la comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados. Algunos de los legisladores presentes señalan que si bien ambos tenían una postura conjunta para buscar soluciones para los trabajadores de la empresa, tanto Villatoro como García defendían sus intereses de manera independiente y sin hacer referencia al otro presidente. Aunque estuvieron sentados uno junto al otro.