«Un minuto José Miguel, me toca hacer de mala», dice la diputada Karol Cariola (PC) sonriendo, mientras el senador José Miguel Insulza (PS) termina de desarrollar su idea sobre política internacional y la crisis del coronavirus. La parlamentaria comunista fue una de las moderadoras del debate que sostuvieron -el pasado viernes- dirigentes de la oposición chilena con el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, en el contexto del Grupo de Puebla.

Escenas como esta se pueden ver en el video de la teleconferencia que publicaron en el Facebook del Grupo de Puebla.

Junto con Cariola, los otros encargados de dar la palabra y controlar los tiempos fueron Carlos Ominami (ex PS) y el ex diputado y ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami (PRO). De hecho ME-O actuó como «dueño de casa». Él definió en la bienvenida los objetivos del debate: que los líderes del Grupo de Puebla «nos empujen, nos provoquen» a representantes de la centroizquierda de Chile a un «esfuerzo unitario de articulación política» como «la unidad que Fernández logró en Argentina».

El encuentro congregó a 28 dirigentes de la centroizquierda e izquierda chilena, desde sectores de la DC hastas el PC, pero aquello no fue finalmente un reflejo de unidad del sector. Las palabras de Fernández al comienzo de la videoconferencia, y la presencia de los representantes de la oposición, solo tensionaron las cosas. «Zanjen diferencias para recuperar el poder” fueron los consejos del presidente trasandino. A nivel internacional, también participaron los ex mandatarios de Brasil, Dilma Rousseff; de Ecuador, Rafael Correa (ambos con procesos por hechos de corrupción), y de España, José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros.

Todos, fundadores del Grupo de Puebla, considerado como el nuevo referente de izquierda que podría reemplazar al Foro de Sao Paulo. 

«Separarnos significó que los otros (en referencia a la derecha) se hicieran fuertes», sostuvo Fernández. «Me pone muy contento lo que está pasando en Chile (…). Todos unidos triunfaremos», señaló como despedida.

El hecho fue considerado como injerencia de un país extranjero en los asuntos del país y generó que la cancillería chilena citara al encargado de negocios de Argentina, Carlos Mascías, para expresarle la «profunda extrañeza» de lo sucedido. Y ayer el Presidente Sebastián Piñera sostuvo una conversación de 45 minutos con su par argentino. Según se informó, hablaron sobre el impacto del coronavirus en ambas regiones y sobre la agenda de integración regional.

Pero si el asunto diplomático pareció bajar de tono con esta conversación, en la interna de la oposición, las cosas están lejos de calmarse. Tras la polémica videoconferencia, el senador PPD Felipe Harboe -que no fue parte de este encuentro- tuiteó: «¿Argentina como modelo? ¿Kirchnerismo como estilo y práctica política? ¿De verdad algunos quieren eso para chile? Bien pobre la aspiración. Avisen cuando hagan videoconferencia con Merkel, González, Sanders, Obama, Sánchez, Starmen, Valls, Borrel u otros más interesantes a seguir».

En línea similar a Harboe, el presidente del PPD, Heraldo Muñoz, no compartió que se realizara la actividad «no es conveniente conversar asuntos internos con el Presidente Fernández».

En un tono más molesto el diputado Miguel Ángel Calisto le pidió explicaciones al timonel de la colectividad, Fuad Chahin, para que señalara que la colectividad «no es parte de este espectro». Esto, porque las voces «más duras» de la colectividad, sí estuvieron en la cita como los senadores Yasna Provoste, Francisco Huenchumilla, la integrante de la mesa, Cecilia Valdés y la ex ministra de Bachelet, Laura Albornoz.     

También condenaron la actividad ex líderes de la Concertación como Mariana Aylwin, Soledad Alvear, Gutenberg Martínez, entre otros. En una carta difundida el sábado plantearon: «Resulta desconcertante ver a políticos de trayectoria democrática participando en una reunión que dificulta las posibilidades de llevar a cabo el necesario diálogo interno para abordar el sufrimiento que el Covid-19  y sus efectos está significando para millones de compatriotas. Es una actitud que se aparta de la tradición de responsabilidad política de la centro izquierda democrática y de su distancia de los populismos que se manifiestan en la Región».

En el PS, la molestia la representó el ex ministro Segpres y ex embajador de Chile en Argentina, José Antonio Viera-Gallo (PS). Tildó el diálogo de «incomprensible». Y subrayó: «No a la política de fronteras ideológicas».

Las referencias al estallido de octubre

Luego de la intervención de figuras extranjeras, como uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Aloizio Mercadante, quien hizo referencia a Chile señalando que la juventud que fue a la calle cambió la política en el país, fue el turno del senador y ex candidato presidencial de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier. Junto con criticar las medidas que ha implementado para enfrentar la crisis, señaló: «Esta crisis, que en el caso de Chile se vincula con explosión social, deja en evidencia las debilidades estructurales del tipo de desarrollo que el país ha sostenido todos estos años». También dijo que «el gobierno está tratando de aprovechar esta crisis para recomponer su legitimidad política».


Con más autocrítica se mostraron los senadores Guido Girardi (PPD) y José Miguel Insulza (PS).  El senador por Santiago Poniente expuso que durante el siglo veinte la izquierda fue exitosa «que aportó a la democracia, a los derechos humanos y a la igualdad», pero que actualmente no tiene proyecto y que «quedó obsoleta, anacrónica, y no entendemos los desafíos que vivimos». Por su parte, Insulza sostuvo que «tenemos que ser capaces de hacer una política unitaria que convoque a la gente», y subrayó que «nos faltan propuestas».

Más duro se mostró el diputado Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social) quien dijo: «Lo que no hemos logrado desde adentro, lo podemos lograr con la ayuda de afuera», haciendo referencia a la influencia del Grupo de Puebla. «Nos encontramos con la posibilidad que la derecha avance» dijo, agregando que «si no manejamos bien la pandemia, retrocedemos el trabajo de los jóvenes».

También en esa línea, la ex ministra de la Mujer del gobierno de Bachelet, Claudia Pascual (PC), afirmó: «Es difícil afrontar la pandemia con un gobierno de derecha y una crisis de legitimidad».

En Argentina «la cumbre a distancia» también ha generado polémica. El analista político de La Nación, Carlos Pagni. planteó que tras el impasse que Fernández, de la mano de ME-O, pasó con Piñera, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello hizo las gestiones para que el presidente trasandino se comunicara con La Moneda.  Pagni remata su análisis: «Piñera está feliz porque nada le puede pasar de mejor a un Presidente chileno que tener a su  oposición comandada por un argentino». Y plantea que Enríquez-Ominami está actuando como «canciller» de Fernández en la región dejando en una incómoda posición al ministro de RR.EE., Felipe Solá.

En total, fueron 28 las figuras chilenas que fueron parte de la teleconferencia: Los senadores Álvaro Elizalde, José Miguel Insulza y Rabindranath Quinteros (PS), y la diputada Maya Fernández. Si bien estaba confirmado también el senador Carlos Montes, finalmente no se conectó a la videoconferencia.

De la DC asistieron los senadores Yasna Provoste y Francisco Huenchumilla; la vicepresidenta de la mesa, Cecilia Valdés y la ex ministra Laura Albornoz.

Por parte del PC participaron las diputadas Karol Cariola y Camila Vallejo y la ex ministra Claudia Pascual. Del PPD estuvieron los senadores Guido Girardi y Ximena Órdenes y el ex subsecretario de Telecomunicaciones Pedro Huichalaf.

Del Frente Amplio participaron las diputadas Gael Yeomans  (Convergencia Social) y Claudia Mix (Poder), además de Lucas Cifuentes de Izquierda Libertaria.

Del PRO asistieron, además de Marco Enríquez-Ominami; Camilo Lagos, presidente del PRO, Jonatan Díaz, secretario general, y Andrea Condemarin, vicepresidenta del partido. Además del senador, Alejandro Navarro y Fernanda Cornejo, hijastra de ME-O.

Por el Partido Humanista, estuvo su presidenta Catalina Valenzuela, y del PR, el ex ministro José Antonio Gómez. También participó uno de los hombres más cercanos al ex ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, Harold Correa quien integra del equipo jurídico del Grupo de Puebla. A ellos se suman el senador Alejandro Guillier, y el ex ministro Carlos Ominami (ex PS).