Están acostumbrados a ir en contra de la corriente. Los artistas cubanos Yanelys Núñez y Luis Manuel Otero Alcántara han enfrentado presidio, ambos, y tortura, él. Desde que el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel firmó en julio el decreto 349/2018, que regula cualquier actividad artística y cultural que se realice en la isla, la marea parece fluir todavía más en contra.

El artista visual y la curadora visitaron Chile invitados por la Fundación para el Progreso y Cadal.  Y seguirán viaje por Argentina para dar a conocer los peligros que implica la puesta en marcha de esta normativa, que debe entrar en vigor en diciembre, y solicitar la ayuda de la comunidad internacional.

El decreto condiciona el desarrollo y la contratación de cualquier actividad artística a la evaluación y aprobación previa del Ministerio de Cultura, establece delitos en materia de política cultural y, para estos artistas, está diseñado como un nuevo mecanismo de censura que viola sobre todo la libertad de expresión.

En conversación con «El Líbero», cuentan que en julio y agosto la represión aumentó, quienes han alzado su voz contra la norma han sufrido detenciones arbitrarias. El pasado 11 de agosto la Seguridad del Estado los visitó. Llegaron a la puerta de la casa de Otero en donde habían organizado un concierto como parte de su campaña en contra del instrumento, les quitaron sus celulares y se los llevaron presos. No pudieron avisar a nadie. Permanecieron en un calabazo desde las doce del mediodía hasta la medianoche.

“Querían que cuando la gente llegara no hubiese nadie en el espacio, pero no tenían pensado que los artistas se iban a enfrentar a ellos, no solo para preguntar por nosotros, sino también para realizar la actividad. Ese día metieron presas a 13 personas”, recuerda Núñez. “Nada de lo que ellos hacen es espontáneo”, agrega.

En otra de las detenciones él permaneció tres días en un calabozo, aislado y sin poder comunicarse con nadie, y en otra oportunidad Otero se presentó en el Capitolio –el Congreso– de La Habana dispuesto a realizar un performance, no obstante, antes, se lo llevaron detenido; así que Núñez como protesta y para llamar la atención sobre la gravedad de lo sucedo se untó con excrementos.

En Cuba han normalizado la ausencia de libertad, pero dicen que “nunca se había visto la legalización de la censura”.

“Uno sabe que al meterse en esta historia del activismo, y más dentro de Cuba, existe la posibilidad de que te metan preso o que te maten, pero nosotros lo hacemos por nuestras convicciones. No estamos pensando en las amenazas, aunque ellos utilizan todas las estrategias: te detienen, te fabrican causas comunes, te intimidan”, explica Núñez. Para Otero, no hay diferencia: “Todos los cubanos están perseguidos”, la única salvedad que hace ahora es que la amenaza es “mucho más física”.

“Estamos buscando toda la presión internacional”

Para visibilizar su propuesta, un grupo de artistas está recogiendo firmas contra el decreto a través de una plataforma online; han escrito canciones, difundido videos, organizado debates y crearon el grupo de Facebook Artistas Cubanxs en Contra del Decreto 349.

Esta semana además fueron recibidos en la Cancillería de Chile. “La reunión fue para mostrar la campaña, decir lo que está sucediendo en Cuba con respecto a los derechos culturales porque estamos buscando toda la presión internacional. Sabemos que realmente no pueden incidir en la política del país porque cada Estado es autónomo, aun cuando haya sanciones, pero sí queremos sensibilizar y dar conocer el tema de las violaciones de derechos culturales y la libertad de expresión”, afirma la curadora de arte. Otero añade que también desarrollan estrategias legales asesorados por abogados que están en el exilio para que este decreto no vea la luz.

“Con el 349 es claro que hay un montón de reglas que contribuyen a que la cultura cubana se extinga. Desde el triunfo de la Revolución Cubana, la propia política cultural del país dijo que el arte era una herramienta de la revolución y se pusieron todas las instituciones y mecanismos en función de eso. Ese decreto lo que hace es reafirmar una política que está instituida desde los sesenta y a armar un aparato legal que busca penalizar a los artistas”, asevera Otero.

El decreto exhibe como contravenciones a la norma la realización de servicios artísticos sin la aprobación y contratación del Ministerio de Cultura, el que realice o permita el pago a un artista sin que ese servicio haya sido contratado con la mediación de la institución cultural, el que un artista independiente preste servicios sin el permiso de la autoridad que corresponda. También difundir música con un lenguaje sexista, vulgar, discriminatorio u obsceno. Así como establecer espacios de comercialización de artes plásticas sin la autorización que corresponde y sin estar inscrito en el Registro del Creador de las Artes Plásticas y Aplicadas.

Las sanciones por incurrir en esto incluyen apercibimiento, multas y decomiso de instrumentos, equipos, accesorios y otros bienes; la suspensión del espectáculo o proyección y la cancelación de la autorización para ejercer la actividad del trabajo por cuenta propia.

Otero lo resume: “Da al Estado cubano toda la potestad para decirte lo que se puede hacer y lo que no”.

Para Núñez, además de derogar el decreto también se trata de sentarse a negociar con las autoridades y definir cuáles son las políticas culturales del país y los espacios de libertad. “Pueden eliminar el 349 y al final imponer una política cultural que sea más engañosa”.

“El decreto fue la chispa, pero nosotros tenemos preocupaciones más allá de eso, ahora mismo se está debatiendo la Constitución y el proyecto dice que ‘toda forma de arte es libre siempre y cuando respete al socialismo’. Al final te das cuenta de que también tenemos que discutir la Constitución”, argumenta el artista.

“Somos disidentes”

Luis Manuel Otero se involucró en el arte utilizando las manos. Daba forma a cualquier trozo de madera que cayera en ellas y a los 16 años sus esculturas comenzaron a tener suficiente tamaño para adornar las esquinas del barrio de La Habana en el que se creció. Su madre era técnico en construcción y su padre soldador, así que se involucró en esto de forma autodidacta.

Yanelys Núñez también es hija de obreros y llegó al mundo de las artes por casualidad. Primero quería ser periodista pero el sistema hizo que estudiara Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Al egresar trabajó en la revista Revolución y Cultura y de allí la despidieron por un trabajo independiente y colaborativo que hizo con Otero en 2016: juntos fundaron la plataforma online del Museo de la Disidencia.

“Si tu discurso no está dentro de lo que permite la institucionalidad en seguida te categorizan de disidente y esa en Cuba es una palabra que causa mucho miedo, porque comienzan las investigaciones y la persecución. Nosotros nos preguntamos: por qué tiene que ser así. Entonces mostramos un recorrido histórico de todos los héroes que se han opuesto al sistema, junto con disidentes contemporáneos. Así comenzamos con el primer indígena que se opuso al español, y mostramos en una misma línea, sin emitir juicio de valor a indígenas, a José Martí y a Fidel Castro. Sin cuestionar. Con la intención de que esa se convirtiera en una plataforma de cultura y de diálogo”, explica Núñez. Y concluye: “Nosotros somos disidentes”.